Nadie sabe lo que le deparará el destino a Central con Carlos Tevez al mando, pero si hay algo que en estos primeros cinco partidos del Apache como entrenador canalla es que el equipo logró despojarse de esa apatía alarmante que mostraba bajo la tutela de un Leandro Somoza al que muchos vieron como el salvador y el dueño de las soluciones a todos los males que padecía Central por ese entonces y que terminó siendo un mal remedio. La historia con Tevez recién arranca y recién lleva rendidos los primeros parciales, sabiendo que para la nota final será indispensable seguir haciendo bien los deberes, pero en este corto tiempo se empezaron a ver algunas cosas positivas. Es cierto, Tevez pudo disponer más o menos rápido de los refuerzos que llegaron (Somoza no tuvo esa chance), pero a esta altura hay algunos toques de distinción que deben ser atribuibles a este cuerpo técnico. Está claro que el capítulo del clásico está por encima de todo, pero la victoria en un partido tan importante pareció la continuidad de un proceso que ya venía en levantada. Cinco puntos característicos de este nueva era:
Logró que el equipo fuera más sólido
Los cambios de técnicos se dan porque los resultados son adversos y cuando eso sucede es porque las garantías se extinguieron por completo o iban camino a la extinción. Y las derrotas terminan siendo consecuencia de los goles que se sufren en el arco propio. En ese punto Central dio claramente un paso al frente, lo dice el dato estadístico de los tres partidos que lleva sin que le conviertan. Eso es tan cierto como los rivales le siguen generando situaciones, pero no en la magnitud en lo que sucedía con anterioridad. Indudablemente hay una mayor sincronización en los movimientos defensivos, lo que hace que el equipo no quede tan expuesto. Y eso parece ser la causal de que algunas individualidades hayan elevado el nivel y no al revés.
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Tevez decidió jugar con un sistema alternativo y en medio del partido tuvo que cambiar.
Marcelo Bustamante / La Capital
Maneja varias alternativas
Lo que ocurrió en el clásico ante Newell’s fue un fiel reflejo de que Tevez pretende ser uno de esos entrenadores que no se casan con un sistema de juego, sino que manejan distintas alternativas. Posiblemente haya sido arriesgado salir a jugarle a la lepra con una línea de tres sin antes haberla puesto en práctica antes en un partido oficial, pero el técnico entendió que era la mejor forma. Amén de las falencias futbolísticas que mostró el equipo en los primeros minutos del último partido, es un hecho que en los entrenamientos Tevez ensayó una y mil veces ese sistema. Lo cierto es que ya en quinto partido, y en medio de la búsqueda de la consolidación, Tevez dejó en claro que no hay sistema que lo ate y que maneja más de una alternativa.
No se casa con ningún jugador
En medio de esa posibilidad de cambios de un sistema a otro, Tevez entiende que no hay mejor manera de apuntalar el crecimiento que poniendo en cancha lo que cree conveniente, sin compromiso alguno por los nombres que tenga para echar mano. “Necesito a todos los jugadores metidos”, dijo el Apache en la previa del clásico, junto el partido en el que puso blanco sobre negro respecto a que la una idea determinada está por encima de los apellidos. Por ejemplo, Malcorra (fue el primer refuerzo que llegó después del arribo del Apache), venía se hacer un buen partido contra Independiente y no sólo se quedó en el banco, sino que ni siquiera ingresó. Otro: Veliz era uno de los futbolistas que más terreno había perdido con Tevez y de golpe y porrazo saltó a la cancha para jugar nada menos que un clásico. Con Infantino pasó algo similar e incluso con Buonanotte y el Chipi Frías. El DT dejó sentado todos están en la pelea y que a cualquiera le puede tocar.
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El Apache superó una prueba de fuego en sub primer clásico como DT de Central.
Sebastián Suárez Meccia / La Capital
Lectura del juego en medio del partido
Entre las mayores virtudes que puede demostrar un entrenador está la capacidad de resolución de ciertos problemas en medio de un partido, donde el tiempo impone su tiranía a más no poder. No tuvo la necesidad de demostrarlo en demasiadas ocasiones, pero sí en una en particular: el pasado jueves ante Newell’s. Cuando a partir de la lesión de Buonanotte el técnico canalla se le presentó la chance de corregir lo que hasta ahí se estaba haciendo mal, lejos de hacer la más fácil de intercambiar figuritas, lo que hizo fue cambiar el dibujo. Cuentan que era algo que también había sido previsto en la semana, pero lo cierto es que en un abrir y cerrar de ojos Tevez no metió un manotazo de ahogado, sino que lo que mostró fue reflejo.
Una postura de bajo perfil
Al lado de lo meramente futbolístico la compostura del técnico parece una nimiedad, pero la forma en la que parece manejarse Tevez colabora. No hay estridencias de parte del DT ni tampoco declaraciones rimbombantes. Es más, llama la atención la tranquilidad con la que sigue los partidos del otro lado de la línea. Ni siquiera la alegría por ganar el clásico lo sacó de foco ni lo alteró. Quienes transitan el día a día con el Apache cuentan que así es siempre, que se altera cuando pretende imponer una idea, pero que su postura habitual es la de la calma y el bajo perfil.