En lo que va de 2022, según los registros de este diario, hubo 18 homicidios con víctimas menores de 18 años, de los cuales 17 fueron atacados a balazos. La cifra se extiende todavía más si se cuentan los 10 casos en los que las víctimas acababan de cumplir los 18. El último menor de edad asesinado fue Brandon Segovia, que tenía 16 años y vivía en el barrio Santa Lucía. Este martes se confirmó su identidad luego de que su cuerpo fuera hallado en un camino rural de Pérez, maniatado, golpeado y baleado. Su madre dijo que, la última vez que lo vio, el chico le pidió 500 pesos y luego no supo más de él. En su entorno aseguran que "tenía sus broncas" vinculadas a la venta de drogas en la zona oeste.
El jueves pasado, cuando la ciudad estaba conmocionada por el doble crimen de una mujer de 53 años y su hija de 15, se conoció el hallazgo de un cadáver en calle Belgrano y El Zorzal, un camino rural en la zona este de Pérez. El cuerpo tenía las manos y los pies atados con sogas, el rostro golpeado y al menos 9 orificios por heridas de arma de fuego.
>>Leer más: Pérez: Otro cadáver acribillado a balazos al costado de un camino rural
Días después se presentó en el Instituto Médico Legal una mujer de 32 años para identificar ese cadáver que estaba marcado como NN. Entonces confirmó que se trataba de su hijo, Brandon Segovia, de 16 años y con domicilio en la zona de Pasaje 1754 al 2000, en el barrio Santa Lucía. La última vez que lo vio, contó la mujer, fue días antes de que el chico desapareciera. Al momento de irse, Brandon le pidió 500 pesos a su madre y después no volvieron a verse ni a hablarse.
cuerpo10.jpg
Identificaron el cuerpo del joven que fue asesinado a balazos en inmediaciones de Belgrano y un camino rural en Pérez.
Fotos: Celina Mutti Lovera / La Capital
Lo que pasó luego de esa despedida por ahora es un misterio que atraviesa a la investigación que lleva adelante el fiscal Ademar Bianchini. No se conocen detalles sobre cómo fue la antesala del crimen, que podría incluir secuestro y tortura, dadas las condiciones en la que fue hallado el cadáver, maniatado y con golpes. Las fuentes de la policía indicaron que el cuerpo tenía 9 orificios de balas y que en el lugar en el que fue hallado el cadáver había tres municiones calibre 9 milímetros.
En el entorno de Brandon aseguraron que el chico se había involucrado en la venta de drogas y "tenía sus broncas". Puntualmente, ubicaron su vinculación con esa actividad en la zona de Cochabamba y Brasil, a pocas cuadras del barrio Santa Lucía, pero hacia el este de la Circunvalación. En ese punto del oeste rosarino, la trama del narcomenudeo tuvo otro episodio una semana antes del crimen de Brandon. Fue el 16 de junio cuando, a 600 metros de ese punto, en los pasillos de los Fonavi de Monte Flores al 7200, fue asesinado de un balazo Ayrton David Suárez, de 26 años.
>>Leer más: Un contexto narco detrás del crimen en el Fonavi de Monte Flores al 7200
"Le mataron un cliente para que no vendan más, les tiraron un muerto ahí para que después venga otro y se ponga a vender en otro lugar", indicaron los vecinos de los Fonavi luego del crimen de Suárez. Así ubicaron al hecho en un marco de disputas por narcomenudeo que en marzo pasado tuvo un caso similar: el asesinato de Débora Andino, de 31 años, baleada en un edificio vecino en enero pasado. En esos monoblocks vivía Pablo Javier Álvarez, de 32 años, quien en febrero de 2021 fue asesinado a puñaladas en Cochabamba y Brasil, la zona señalada como punto de venta de drogas del que participaba Brandon Segovia.
"Acá no hay nada"
Los allegados a Brandon mostraron en las redes sociales el dolor por el asesinato del chico. "No puedo creer todo esto, no quiero Brandi no quiero aceptar esto. Otra perdida más, otra vida que se va, otra parte de nuestra historia que termina. Nos dejaste destrozados Bran, la familia te va a extrañar", le dedicó una joven en su cuenta de Facebook.
Brandon había terminado la primaria en 2019 en la Escuela 1396 "Santa Lucía". Tras atravesar el primer año de pandemia de Covid19, en 2021 se anotó en la secundaria, pero solo pudo ir un tiempo con la modalidad semipresencial. "La directora de la secundara hizo todo lo posible para que pudiera estar en la escuela, pero por esa situación no fue posible tenerlo dentro del sistema", contó a La Capital la docente Silvina Giglioni, directora de la escuela primaria a la que asistió el chico.
>>Leer más: Identificaron el cadáver que apareció acribillado al costado de un camino rural en Pérez
"Más allá de su situación, era un bombón como cualquier criatura", recordó Giglioni sobre Brandon. En ese sentido, la docente cuestionó las condiciones de vida en las que crecen los niños y adolescentes en barrios como Santa Lucía. "Lo terrible para nosotros es que no haya en el barrio políticas públicas que aborden estos temas. A los pibes acá los matan, se mueren y no hay ninguna política del Estado que los contengan", señaló.
"Desde las escuelas, tanto primarias como secundarias, se trabaja un montón para que los chicos vengan y estén. Para brindarles espacios para que realicen otras actividades porque acá no hay un club, no hay un polideportivo, no hay nada", agregó Giglioni. En ese sentido, contó que luego del horario escolar la institución continúa abierta para que se desarrollen allí talleres de capacitación en distintos oficios y disciplinas que también funcionan como espacios de contención. "Pero por fuera de eso no hay algo para abordar estos temas", indicó en relación a la violencia.
Crecer entre crímenes
En las despedidas que los amigos y conocidos de Brandon le hicieron en las redes sociales aparece un fenómeno que se afirmó en los últimos años y es el hecho de que los adolescentes sepan lo que significa tener a más de un amigo asesinado o víctima de la violencia. También, en muchos casos, ocurre con chicos que perdieron algún familiar de la misma manera. Un aspecto que se afirmó tanto que pareciera haberse naturalizado, pero que de cualquier manera atraviesa, sobre todo, a la población joven de los barrios rosarinos.
Esto se da, por ejemplo, en la propia historia de Brandon. Cuando tenía 5 años mataron a su hermano Juan Andrés Segovia, de 19 años. Fue en septiembre de 2011, cuando el muchacho estaba junto a sus amigos en la vereda de Riobamba al 7500 y los atacaron a balazos desde un vehículo en movimiento.
>>Leer más: Confirmaron la condena al acusado por un homicidio
Juan, como su hermano, vivía en el Pasaje 1754 de barrio Santa Lucía. En aquel entonces, más de 10 años atrás, los vecinos que hablaron con este diario daban cuenta de "una bandita" que quería "hacerse respetar" y andaban a los tiros. "Tienen quiosquitos de venta de drogas, se quieren hacer los dueños de la zona", aseguraban. Por el homicidio de Juan fue condenado Maximiliano González a 11 años de prisión.
Brandon Segovia creció en ese contexto en el que perder a un familiar producto de la violencia callejera es una posibilidad concreta, así como también perder a un amigo. En su cuenta de Facebook, el chico compartió hace un tiempo una foto en la que está él junto a dos jóvenes más. Hoy de esos tres chicos ya son dos los que fueron asesinados. El primero fue Lautaro Manuel Sández, de 19 años, acribillado en julio de 2021.
Ese hecho se dio en el marco de un doble crimen en un contexto que todavía está bajo investigación. Fue el 20 de julio de 2021 en la zona de Lamadrid y Constitución, precisamente en la distribuidora de Oscar "Manco" García, un hombre condenado por integrar una asociación ilícita dedicada a usurpaciones, amenazas y venta de drogas que fue atacado en varias oportunidades y hoy, producto de varios disparos, se mueve en silla de ruedas.
>>Leer más: Un doble crimen sacudió a un barrio donde la violencia narco tiene escenario repetido
Aquella mañana un Citroën C4 Elysee color gris frenó en la puerta de la distribuidora, ubicada en Constitución al 5100, y del vehículo bajó Gaetano Di Bartolomeo, un panadero de 62 años que tenía una despensa a pocas cuadras. Un instante después, el hombre fue asesinado de nueve balazos de calibre 9 milímetros. En cuestión de segundos, y bajo circunstancias que todavía se investigan, a los pocos metros, pero sobre calle Lamadrid se desplomó Lautaro Manuel Sández, herido con al menos siete disparos.
Sobre este chico se contempló la posibilidad de que fuera uno de los agresores de Di Bartolomeo, ya que algunos testigos dijeron que "gente del Manco" salió de la distribuidora a repeler los balazos. A casi un año de aquel episodio no hubo novedades sobre los pormenores del hecho y desde el Ministerio Público de la Acusación no brindaron más información sobre el caso, que investiga la fiscal Gisella Paolicelli.