La virtud de cambiar, el coraje de ser aún cundo la mano viene cambiada son los méritos de Argentina.
Por Juan Fanara
Foto: Télam
Di María grita con el alma el gol de su amigo Lionel Messi. Se suma Julián Alvarez.
La virtud de cambiar, el coraje de ser aún cundo la mano viene cambiada son los méritos de Argentina.
Messi saco la fibra que pedimos, archivó el lujo y llenó de jerarquía el overol. Corrió, metió suela y le mostró a los suyos que busca el diamante que le alta a su corona.
El partido táctico lo ganó el Tata Martino en el primer tiempo, y pagó un precio carísimo. En el primer error tuvo que mover del medio y no encontró respuestas.
Es difícil transitar la alegría del final después de un primer tiempo sin brillo, sin ritmo, sin liderazgos.
El fútbol es un juego donde lo anímico tiene un peso rotundo. Los quince minutos del entretiempo y los 10 de segundo cuando Scaloni le saco las telarañas a banco de suplentes son la prueba.
Viene Polonia, los números dan, Messi volvió a sonreír y Argentina está en el Mundial. Que nadie nos despierte de este sueño y con esa fe corregir lo que hoy hicimos mal.