Esto es fútbol, todo puede pasar. Que lo diga Alemania, eliminado por perder el primer partido ante Japón. Que lo diga Bélgica, otra selección de un ranking Fifa de dudosa fiabilidad, por caer ante Marruecos. Ni hablar Dinamarca, vencido a los pies del mismo rival que enfrentará este sábado la selección nacional. También puede decirlo Argentina, cuya derrota en el debut ante Arabia Saudita lo puso al borde de la cornisa en los dos partidos que resultaron tan finales como la que jugará en la noche qatarí, en el estadio Ahmad bin Ali de Rayan. Con esa precaución inicial, que habla en definitiva que todo rival merece el debido respeto, no hay dudas de que el equipo de Lionel Scaloni tiene la puerta entreabierta para llegar a los cuartos de final. Hay una diferencia de jerarquía evidente, ni hablar histórica que cuenta también en esta instancia, y aunque Australia por supuesto llega en un gran momento, también la albiceleste. Tremenda expectativa por un pasaje posible en este loco Mundial Qatar 2022, que por supuesto habrá que refrendar en la cancha.
Todo se puede mirar desde distintos ángulos y mostrará realidades distintas. Como ejemplo basta mirar la pelota histórica de Japón-España. ¿Se fue o no se fue? Desde abajo, la imagen muestra de que no hay dudas de que sí. Desde arriba, la totalidad de la circunferencia no salió del campo. Se aplica también a este presente de Argentina. Puede decirse que flaqueó ante una selección inferior como Arabia Saudita y eso alerta de que podría repetirse ante Australia. Es una forma de verlo, claro. La otra cuenta las impresiones posteriores al golazo de Lionel Messi ante México. Ahí se destrabó el equipo, se hizo merecedor de ese triunfo y mucho más el de Polonia, los jugadores que sintieron el peso del debut mundialista comenzaron a liberarse y el mejor del mundo, amén del penal fallado ante los polacos, se mostró intacto desde lo físico, en su máxima lucidez y con templanza para asumir su rol de conductor, más que nunca.
Tanto fue así que hoy parecen lejanas esas dudas iniciales. Creció el equipo, creció Rodrigo de Paul, marcó el camino también Nicolás Otamendi, se soltó Nahuel Molina, Enzo Fernández fue el revulsivo tanto como Julián Alvarez de un ciclo exitoso pero que mostró que nunca puede estancarse, y así Argentina cambió su imagen, recuperó aquella de equipo que sabe lo que quiere y cómo hacerlo. Y así llega a esta instancia de octavos de final. En su mejor momento en esta Copa del Mundo, después de aquellas vacilaciones y de las previas referidas a lesiones.
En ese ítem, apareció la sobrecarga que suele tener a maltraer a Angel Di María, un jugador que se recicló y mostró toda su valía, al punto que mostró el camino en ese inicio del segundo tiempo ante México, antes de que Messi lo destrabara definitivamente con un pase suyo. El rosarino se hizo de nuevo inamovible en esta selección y por eso su posible baja sería un punto en contra. De todas formas, si tiene esa molestia, pensando que el partido ante Polonia fue apenas 72 horas antes y que el próximo, en caso de pasar, será en seis días, lo más lógico sería resguardarlo, al menos desde el vamos.
Por supuesto, se entiende que el encuentro ante Australia no tiene revancha, que hasta puede ser de 120 minutos. Pero lo dicho al principio, si a cada uno de los argentinos le hubieran dado a elegir como rival de octavos entre Francia (como en Rusia 2018), Dinamarca o Australia, está claro a cuál se hubiera elegido.
Después de la tormenta del desierto que se venía tras la caída ante los saudíes, se calmó el viento, cambió de dirección y el camino parece despejado hacia una instancia superior que lo pondría ahí nomás de llegar hasta el final del Mundial. Australia presenta el riesgo de los equipos con poco por perder y mucho por ganar, pero mostró grietas. En el debut ante el más poderoso del grupo, el campeón Francia, fue vapuleado aún después de ponerse en ventaja. El favoritismo es argentino, está más que claro, no está mal asumirlo y hacerlo pesar. Un país espera que pueda plasmarse en la clasificación a los cuartos de final. Una ilusión que tiene sustento de todo tipo.
Messi y el partido 1.000
Lionel Messi jugará con el seleccionado argentino contra Australia el partido número mil de su carrera profesional. Desde aquel Barcelona 1- Espanyol 0, del 16 de octubre de 2004 hasta el Argentina 2- Polonia 0, el ganador de siete balones de oro disputó 999 partidos. Los estratosféricos números de los 18 años de carrera profesional indican que en esa cantidad de encuentros, Messi marcó 788 goles y aportó 348 asistencias.