Como un síntoma que se repite, desde hace al menos tres ciclos electorales nacionales, un sector minoritario del peronismo de tierra adentro, un “peronismo federal blanco”, o simplemente un desarrollismo con cierto derrame sobre las bases peronistas, vuelve a ilusionarse con construir una alternativa de poder por “fuera de la grieta”: correrse del esquema nacional que termine por definir el peronismo – muy probablemente con hegemonía kirchnerista-, sin entregarse a la boleta electoral de la oposición de derecha, Juntos por el Cambio.
Con motivo de la puesta en marcha de un acueducto entre las provincias de Córdoba y Santa Fe, Juan Schiaretti y Omar Perotti volvieron a verse las caras, se sacaron la foto, y deslizaron algunas frases que reflotan la histórica vocación del santafesino, la de armar una experiencia “blanca y moderada”, la ancha avenida del medio de la grieta. Lo curioso, es que esa posibilidad siempre genera alta expectativa durante el semestre previo a la presentación de las listas electorales (que ya se transita), pero luego, llegado el día de las votaciones, no supera el número de una cifra en el porcentaje de adhesiones. Roberto Lavagna, Juan Urtubey, y el mismo Sergio Massa, entre otros, conocen en carne propia esa realidad electoral de la Argentina.
¿Puede el año 2023 tener un comportamiento distinto?
La distancia e incomodidad de Omar Perotti con el gobierno nacional es evidente. El gobernador de Santa Fe no acompañó al presidente en la iniciativa de promover un juicio político contra la Corte Suprema de Justicia. Otra docena de gobernadores peronistas sí lo hicieron. Desde que Sergio Massa pasó al ministerio de Economía, y Cecilia Moreau a presidir la Cámara de Diputados, el peronismo en el Congreso unificó la estrategia de las dos Cámaras y empezó a jugar más fuerte contra el bloqueo opositor. El clima de guerra ya se huele, incluso en pleno enero, una anomalía casi sin precedentes.
Se sabe, ni Schiaretti ni tampoco Perotti, y menos aún Juan Manuel Urtubey, otra vez mentor de una tercera vía, están para dar ninguna batalla épica contra el bloqueo mediático y judicial que le estaría impidiendo al gobierno aplicar el programa del FdT de 2019, que a tres años de gobierno quedó incumplido en gran medida.
La cercanía de Perotti con Schiaretti viene de lejos: el “Hacemos Santa Fe”, con que Perotti viene batallando desde el 2021, tiene el copyright de su homónimo cordobés.
Cerca del gobernador de Santa Fe, luego de la foto en San Francisco con su par cordobés, tratan de bajarle el precio al significado político de ese encuentro. Son, en verdad, aproximaciones en un tiempo donde nada aún está definido.
Schiaretti consiguió hace unos días una foto con Alberto Rodríguez Saá, gobernador de San Luis, que se leyó como un apoyo a su estrategia de la “tercera vía”. También la presidenta del Partido Socialista, Mónica Fein, hizo un guiño hacia el lado del referente cordobés, en una presunta vocación de hacer jugar la elección nacional al PS guarecido bajo el incierto protectorado de la “tercera vía”. Con todo, el PS con epicentro en Rosario, ya definió su elección principal, la provincial: y confirmó lo que se esperaba: el llamado “frente de frentes”, una alianza con su centro de gravedad en la derecha ideológica, en la práctica constituye la incorporación del antiguamente denominado progresismo santafesino a la boleta de JxC, dominado por el PRO.
La aproximación de Perotti a Schiaretti y presuntamente a la "avenida del medio", podría configurar, hipotéticamente, que adversarios severos en la provincia de Santa Fe, como el gobernador y el PS local, terminen trabajando la misma boleta presidencial, unas pocas semanas luego de la elección provincial. Donde se presume, se enfrentarían. Un aporte más a la confusión general.
La fecha de la elección provincial, que todavía no fue definida, será entre la segunda quincena de agosto y los primeros 10 días de septiembre, como tal vez nunca antes, estará temporal y “políticamente” pegada a las PASO nacionales.
En tanto, Perotti mira para Córdoba y también para Buenos Aires. Es claro que las nuevas divergencias que quedaron en evidencia la semana pasada entre el presidente Alberto Fernández, y su ministro Eduardo Wado de Pedro, favorece a la toma de distancia de los propios “moderados”, y al cambio de agenda política que le viene muy bien a JxC, muy complicado en el verano con su propias internas, y en especial, con la revelación del vínculo promiscuo entre funcionarios del gobierno de Caba con jueces federales todo patrocinado por el grupo mediático Clarin, en un viaje a “Lago escondido” del magnate inglés Joe Lewis.
En estas horas, el kirchnerismo, con varias de sus figuras principales, retomó la campaña por Cristina candidata y no a la proscripción. Luego de la renuncia de Cristina “no seré candidata a nada”, no hubo buenas noticias para el espacio principal del gobierno nacional. Debajo de Cristina nada parece estable ni promisorio. Incluso Wado de Pedro, una figura posible del kirchnerismo – en la hipótesis de que Cristina efectivamente no compita por ningún cargo-, fue insólitamente corrido por Alberto Fernández de una actividad con organismos de Derechos Humanos con Lula Da Silva, en oportunidad de visitar Buenos Aires, días pasados. “Es que Albero lo ve a Wado como competidor”, deslizaron fuentes.
Cualquier división en el frente oficialista, no hará más que profundizar el descontento con su base electoral. Y hará crecer la ilusión – hasta ahora siempre fracasada- de la irrupción de un peronismo “blanco y moderado”, sin kirchneristas. Un sueño recurrente de varios, que nunca termina de convertirse en realidad.