Lejos de generar una ola de adhesiones, la movida para que Cristina Fernández de Kirchner presida el Partido Justicialista (PJ) encontró una recepción entre tibia y fría en la mayoría de las tribus del peronismo santafesino.
Salvo La Cámpora y el rossismo, el resto toma distancia. Por lo bajo hablan de "ciclo cumplido" y deslizan que "es una discusión de Buenos Aires"
Por Mariano D'Arrigo
Lejos de generar una ola de adhesiones, la movida para que Cristina Fernández de Kirchner presida el Partido Justicialista (PJ) encontró una recepción entre tibia y fría en la mayoría de las tribus del peronismo santafesino.
La que picó en punta fue la diputada nacional Florencia Carignano. La principal referencia de La Cámpora en la provincia primero citó un tuit de Eduardo Wado de Pedro, el promotor del operativo clamor, con un “es por acá”.
Después, la exdirectora nacional de Migraciones se explayó: “Hay un tiempo en el que la violencia deja lugar a la empatía, las mentiras empiezan a hacerse evidentes y el miedo se transforma en esperanza. Ese tiempo es ahora con Cristina Presidenta”.
Rápido de reflejos, también Agustín Rossi salió a bancar la postulación de la dos veces presidenta: “El pueblo empobrecido, La soberanía de nuestra patria en peligro, La república y sus instituciones bastardeadas. Así las cosas, posicionar el liderazgo de @CFKArgentina en la presidencia del PJ, es la mejor decisión que podemos tomar los peronistas en este momento histórico”.
Con la confirmación de Cristina de que está dispuesta a rever su posición histórica e ir por la presidencia del partido, el espacio de Rossi, La Corriente+, salió con una campaña para sumar avales entre los afiliados peronistas para la candidatura de CFK.
El exjefe de Gabinete y excandidato a vicepresidente de Sergio Massa cree que Cristina puede unificar la dirección formal y el liderazgo de hecho, polariza de forma nítida con Javier Milei e incluso puede jugar un rol institucional —por ejemplo, desde una multipartidaria, como la que armaron en 1981 el PJ, la UCR y otras fuerzas para presionar a la dictadura para que abandone el poder— ante una eventual deriva autoritaria de Milei.
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En el medio se juegan intereses puntuales. Rossi fue pionero del kirchnerismo en la provincia en la era A.C (antes del camporismo), tiene intenciones de ser candidato a diputado nacional el año que viene y a pesar de sus idas y vueltas históricas con Cristina y su entorno ve un lugar vacante para representar.
Fuera de la galaxia pankirchnerista las señales hacia Cristina tienden a debilitarse o a perderse.
En el Movimiento Evita aseguran que están en un buen momento en la relación con el ecosistema CFK, aunque eso no significa que coincidan las lecturas ni los intereses.
“No tenemos una definición activa sobre el tema. Siempre pensamos que era una instancia necesaria por una cuestión administrativa, pero no nos parecía el mejor momento para dar una discusión de fondo, justo cuando Milei está empezando a recibir piñas de todos lados”, dicen desde la conducción.
“Cristina está haciendo una demostración de fuerza para mostrar su peso en la estructura del peronismo. El tiempo dirá si sirve para el conjunto o si es una traba para el desarrollo. Lo que sí es seguro es que la presidencia del PJ no va a resolver la crisis del peronismo, que es más profunda y amerita una redefinición estratégica”, agregan.
En el espacio del exgobernador Omar Perotti se muestran críticos con la movida. “Ya está, es un ciclo cumplido. Hizo todo lo que tenía que hacer. Son proyectos individuales que no contemplan el presente y el futuro del peronismo”, deslizan.
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Tampoco en el campamento de los intendentes y jefes comunales nucleados en Vamos la maniobra despierta entusiasmo. Al contrario. “Es una discusión de Buenos Aires por quién se queda con el partido a nivel provincial, la sucesión de Axel y quién encabeza las listas legislativas. Cristina ya está y nadie discute cuál es el proyecto del peronismo. En Santa Fe estamos lejos de eso. y no podemos perder los objetivos, lo que queremos refundar en la provincia”, advierte un líder territorial.
No es una postura nueva. Hace diez días, antes de que se activara el operativo del cristinismo, el gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela, se reunió en Rosario y Santa Fe con caciques de todas las tribus. Se llevó más fotos que compromisos de apoyo. Nadie quiere comprometerse con una causa que ven ajena y a contramano de la realidad económica y social.
Por lo pronto, el PJ santafesino atraviesa un proceso particular. Mientras algunos referentes deslizan que el peronismo provincial “anda por 14 andariveles diferentes”, otros valoran que se haya formado la mesa de acción política (“una reunión de consorcio”, la define un dirigente), que sirve al menos para consensuar posicionamientos críticos con los gobiernos de Milei y Pullaro.
En la Legislatura el PJ no tiene fuerza para bloquear iniciativas legislativas de Unidos pero sí tiene parte de los votos que necesita el oficialismo para avanzar con la reforma constitucional, un tema que se enfrió en las últimas semanas. “No vamos a poner en agenda los temas que quiere el gobierno, la pelota la tienen ellos”, plantean desde la mesa chica del peronismo.