Conmoción, sorpresa y euforia en el Frente de Todos
Conmoción, sorpresa, euforia y, a la vez, una cuota de necesaria de mesura dominaron el bunker del Frente de Todos (FdT), en el barrio de Chacarita.
12 de agosto 2019 · 00:00hs
Conmoción, sorpresa, euforia y, a la vez, una cuota de necesaria de mesura dominaron el bunker del Frente de Todos (FdT), en el barrio de Chacarita. Nunca antes en la historia de los escrutinios de la democracia argentina sucedió que un panorama incierto se modificara radicalmente en un par de horas. A las seis de la tarde la pregunta era si habría o no balotaje en noviembre. Pero a las 10 de la noche ya había sido elegido (en términos políticos, aunque falte la confirmación de octubre) el nuevo presidente, Alberto Fernández. Jaque mate para Juntos por el Cambio, en la primera jugada. Asombroso. Nadie lo predijo, ninguna encuesta lo vio, o lo quiso ver.
"Se siente, se siente, Alberto presidente", y la marcha peronista sonaron muy potentes en el Centro Cultural de la Avenida Corrientes al 6200, el sitio elegido por el FdT para esperar un desenlace que jamás imaginó tan feliz.
Se escribió mucho, se machacó, sobre lo presuntamente inocuas que resultarían las elecciones Paso, que apenas iban a abrir un largo camino incierto sobre la renovación presidencial de diciembre. Sin embargo, la sociedad argentina tomó las Paso en sus manos, y las usó como arma letal para dejar de salida al presidente Mauricio Macri. El 76 por ciento de participación en las elecciones de ayer, y los largos 15 puntos de diferencia entre las dos fuerzas mayoritarias, cancelan toda posibilidad de cambios en la tendencia para octubre.
La cúpula del FdT, algo azorada por los números que llegaban a sus manos, escuchó primero el video de Cristina Kirchner desde Santa Cruz. CFK, artífice principal de la estrategia de la unidad amplia, factótum del "es con todos", con retórica austera, seria, sin mostrar clima de celebración, le reclamó a Macri que no haga trampa con el conteo de votos. "Como en 2017", cuando por una luz de diferencia ganó la elección en provincia de Buenos Aires. Pero tuvo que esperar 20 días al conteo definitivo para confirmarlo. A esa hora, ya había sucedido algo tan asombroso como irregular: el presidente aceptó la derrota desde su bunker. Pero lo números del conteo provisorio seguían sin aparecer. Recién luego asomaron las cifras devastadoras para la pretensión reeleccionista. Entre 3,5 y 4 millones de votos de diferencia. Indescontable.
El desenlace de la historia menos pensada comenzó resolverse en el bunker cuando Felipe Solá, a las 21.30 emplazó al gobierno a que "muestre los resultados, porque ya los tienen". "Estamos haciendo una gran elección, tenemos mucha diferencia a favor", confirmó, con datos de las dos mil mesas testigo con que el FdT armó su propio escrutinio. Con ese planteo, y el dato de los 15 puntos de diferencia lanzados en el boca a boca, a la prensa y a la militancia, la muchedumbre se encendió. El desenlace ya estaba cerca. Nadie se animaba a predecir cómo terminaría esa fiesta. Y si el gobierno estaría dispuesto a aceptarla. Los sentimientos variaban a la velocidad de las luces que giraban desde el techo del bunker. Del vacío y la angustia, a la celebración.
Alberto Fernández, el punto más alto de festejo de los militantes, fue seguido por Kicillof, gran referente de la militancia, que anoche entró en la historia de la nueva Argentina. Arrasó a la carta fuerte de Cambiemos, María Eugenia Vidal. Todo cambió en la provincia de Buenos Aires. La madre de todas las batallas tuvo un ganador por nocaut, en el primer round.
La fiesta peronista kirchnerista estuvo musicalizada, como en el acto de cierre de campaña en Rosario, por Fito Paéz. Convertido en talismán del FdT. Una página grande la política argentina anoche se dio vuelta. Lo que viene, como siempre, estará por verse.