Una patrulla de policías de la ex Drogas Peligrosas observaron a un muchacho que
mantenía con otros jóvenes contactos rápidos y furtivos diálogos frente a un local nocturno en la
zona de boliches de Pichincha. Los policías tenían información, colectada media hora antes,
sugiriendo que estaba negociando drogas pesadas que circulan con habitualidad en los circuitos de
la noche. Lo interrogaron y el joven, tras una enfática negativa inicial, terminó aceptando ante un
testigo lo que llevaba en la mochila. Eran pastillas de éxtasis y cartones de LSD en una cantidad
cuyo valor de comercialización, según fuentes de la policía provincial, bordea los 70 mil
pesos.
El lote de drogas de diseño secuestradas por personal
dependiente de la Dirección General de Prevención y Control de Adicciones de la policía provincial
fue calificado como llamativo por personal de esa dependencia: eran 888 microdosis de LSD, una
sustancia de alto poder alucinógeno, y 300 pastillas de éxtasis. Las tenía un joven de 25 años,
oriundo del oeste del conurbano bonaerense, quien hoy será indagado por un juez federal
rosarino.
Según contó el jefe de la Sección Inteligencia Zona Sur de
la ex Drogas Peligrosas, Gustavo Spoletti, el operativo se inició a raíz de una información
recibida en esa repartición que indicaba que un muchacho comercializaba estupefacientes cerca de la
Estación Rosario Norte. Una persona de esas características fue detectada por policías que tras
observarlo por 30 minutos se acercaron a interrogarlo en Wheelwright y Oroño.
Spoletti indicó que el joven acabó por admitir la razón de
su presencia allí. Se llama Patricio y tiene domicilio en la localidad bonaerense de
Hurlingham.
Entre las sustancias de diseño que se le decomisaron se
contaban 300 pastillas de éxtasis, alucinógenos a los que suele denominarse "drogas del amor", por
provocar efectos de euforia, exitación y deshinibición sexual. El valor de comercialización al
menudeo de cada pastilla de esta variedad promedia los 50 pesos.
En la mochila. Al joven detenido también se le atribuye la posesión de 888
microdosis de ácido lisérgico, la droga alucinógena por excelencia. El LSD, tal como es su sigla,
es uno de los químicos psicoactivos con mayor potencial para alterar la conciencia. La forma de
consumo del LSD es oral y se presenta de diversas formas en un cartón o sello que se denomina
usualmente "troquel". Una microdosis común de LSD varía entre los 50 y los 150 milígramos. Muy a
menudo los troqueles se fraccionan no para su venta sino para su consumo.
Spoletti sostuvo que la microdosis de LSD, en la calle, se
negocia por unidad en un valor que orilla los 70 pesos. Cada troquel de LSD contiene cuatro
microdosis.
Este tipo de drogas, en especial el éxtasis, suelen ser
ligadas a las fiestas de música electrónica o raves y a nuevas formas de diversión. Difieren
sustancialmente con las drogas de tipo orgánica como son la marihuana y la cocaína. El primer rasgo
distintivo es que se fabrican en laboratorios a través de procesos químicos que persiguen efectos
psicoactivos como euforia y desinhibición.
El negocio de metanfetaminas —denominación genérica
del extasis— cobró relevancia a partir de los descubrimientos de tráfico a gran volumen de
efedrina, la sustancia que es insumo básico de las metanfetaminas, desde Argentina al exterior. El
considerado mayor contrabandista de efedrina del país es el rosarino Mario Roberto Segovia,
detenido desde noviembre pasado, acusado de traficar más de 8 toneladas de esa sustancia hacia
México.
El éxtasis proporciona una intensa sensación inicial de
bienestar pero tiene riesgosos efectos adversos: es común un alza de la temperatura corporal y de
presión arterial y el pulso que, según la dosis ingerida y el organismo del usuario, puede llegar a
ser letal. Los riesgos pueden incluir sensación de malestar general, deshidratación, pérdida de
peso. Los especialistas advierten que nunca hay que mezclarlo con alcohol. Y los que lo usen deben
consumir constantemente agua fresca aun sin sentir sed y descansar en un lugar fresco.