La calle Provincia de Misiones parte dos barriadas en el oeste profundo de Rosario: Santa Lucía y villa La Palmera. Allí los vecinos se fueron acostumbrando a vivir entre ladrones en moto, arrebatos, comercios enrejados, balaceras, kioscos de droga y asesinatos. La tarde del viernes Carolina Mariana Godoy y su hija retiraban pertenencias que le quedaban en su casa de Misiones al 2200 para mudarse a barrio Plata. Pero pasadas las 17.45 dos hombres patearon la puerta de la casa y entraron. Uno filmaba con el celular , el otro llevaba una pistola. “¿Quién es Mariana?” preguntó el armado. Ninguna de las mujeres contestó. Entonces el sicario apuntó a la cabeza de Godoy, de 42 años, y gatilló. Antes de que el cuerpo tocara el suelo los intrusos se esfumaron. Nadie se animó ayer a contar en qué llegaron y cómo se fueron.
“Este barrio hace rato que es un desastre. A esta mujer la mataron porque la hija es medio transa y se venía a refugiar al barrio. Nadie está seguro acá”, dijo una de las pocas vecinas que hizo algún comentario del crimen. Godoy fue llevada agonizante por su hija al Policlínico San Martín donde llegó muerta.
La muerte al acecho
La sensación que se tiene al caminar por Santa Lucía y La Palmera es que la muerte acecha en cualquier momento, no importa la hora. Pero hay vecinos que ayer al mediodía desafiaban a la suerte y comían asado a la vera de parrilleros en el espacio verde que separa las vías de la calle Lanteri. “Si pensás que te pueden matar no podés vivir. Y si te tiene que pasar, te va a pasar. No podés vivir encerrado en tu casa”, dijo un vecino que se animaba a pasar el rato allí donde confluyen un playón de deportes municipal, una plaza con juegos para niños y mesas y asientos de cemento.
El lugar es uno de los tantos territorios estallados del oeste rosarino junto con los barrios Cametsa, Godoy, Villa Nueva, los monoblocks de Monte Flores al 7200 y Belgrano sur. Un territorio bajo el fuego de bandas que pelean por el control territorial del narcomenudeo con una excesiva cantidad de kioscos de droga.
“Mucha gente vendiendo droga en poco espacio”, dijo un vecino. Sólo este año, en un radio de diez cuadras, hubo un sinnúmero de balaceras, varias de ellas fatales, todas atravesadas por la venta de droga y sus dinámicas de violencia.
Hasta el 27 de junio pasado cuando protagonizó una bochornosa fuga del penal de Piñero, buena parte de esta zona estaba en manos de Claudio “Morocho” Mansilla, el único prófugo de aquella evasión de ocho presos.
Pero Mansilla no es el único jugador de la zona. Recientes investigaciones develaron el accionar de los hermanos Jonatan y Pablo Camino quienes destronaron durante la pandemia a Ariel Maximiliano “Chanchón” Cantero y Alexis Claudio “Tartita” Schneider, dos hijos de Ariel Máximo “Viejo” Cantero para quedarse con territorios de barrio Godoy y Villa Nueva. Los Camino explotan una de las tantas franquicias de Los Monos.
Cosas de familia
Allegados a Godoy contaron que tenía un hijo muerto: Brian Emanuel Grgicevic tenía 19 años cuando el 15 de julio de 2016 se estrelló a 130 kilómetros por hora en un auto robado contra un árbol frente al cementerio de Funes mientras lo perseguía la policía.
Brian era hijo de Víctor Fabián “Narigón” Grgicevic y nieto de Víctor Hugo Vicente “Lagarto” Grgicevic condenados en 2018 por integrar una banda narco denominada “Los Lagartos” caída en desgracia en mayo de 2014.
Algunos recordaban este sábado que en la casa donde vivía y mataron a Godoy hubo al menos tres allanamientos. Uno en julio de 2019, cuando hallaron unos 300 gramos de marihuana y una balanza de precisión.
Otro el 24 de diciembre de ese año, en el marco de la pesquisa por el asesinato de Sergio Rubén Giménez ocurrido el 24 de noviembre de 2019 en una canchita de fútbol de Pujato y Tarragona. Los Giménez eran la contraparte de Mansilla. En ese operativo hubo un detenido: Maximiliano G. Apodado “Ereñú” y por aquellos días pareja de la hija de Godoy y hombre de la banda del Morocho, el muchacho fue descripto como “despiadado”.
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El restante operativo en Misiones al 2200 fue en octubre de 2020 por el crimen de Jesica Elizabeth Duarte ocurrido un mes antes cuando la mujer atendía un kiosco en pasaje 1716 al 2200. Asimismo, entre otros domicilios de Godoy los investigadores tenían acreditado uno en Serén 7746, cerca del barrio 7 de Septiembre, donde el 5 de agosto de 2019 murió Sol Jazmín Delgado en el marco de un brutal tiroteo entre dos bandas.
Líneas de investigación
Al buscar información sobre el asesinato de Carolina Godoy se abrieron al menos dos escenarios, ambos atravesados por la droga. Uno indicaba que su hija tenía vinculación con el kiosco al que iba Angel Roberto Bernal la madrugada del 12 de noviembre cuando fue ejecutado por soldaditos. El otro apuntaría a la ex pareja de la hija de Godoy, padre de sus dos hijos, con quien la relación se había tensado.
A media mañana de este sábado la única casa identificada de familiares en el Santa Lucía estaba vacía y con las luces de los patios encendidas. “Andan con el tema del velatorio”, explicó una vecina.