Vecinos, familiares y amigos de Bruno Barrios, el chico de 18 años asesinado el 27 de julio pasado en Paraguay al 3900, marcharon la mañana de este martes hasta la plazoleta de acceso al Centro de Justicia Penal donde manifestaron su reclamo de “justicia y esclarecimiento”, como lo expresó a La Capital Miriam, la madre del adolescente. Horas más tarde, la familia estaba en un centro cultural del barrio La Lata junto a varios amigos de Bruno. “Era un chico magnífico y muy bueno, por eso lo mataron. Se subió a la moto de un amigo que lo acercó hasta mi casa y con ese pibe era el problema. A él lo buscaban”, contó la madre del joven asesinado. A los 18 años somos inmortales y la vida comienza: Bruno trabajaba en un bar de Santa Fe y Presidente Roca, cursaba el último año de la escuela secundaria y tenía ganas de presentarse en la escuela de Gendarmería Nacional para iniciar una carrera de armas.
La tarde del miércoles 27 de julio Bruno volvía a su casa caminando desde un bar de avenida Pellegrini cuando se cruzó con un amigo que le propuso acercarlo. Entonces se subió a la moto del otro joven y juntos enfilaron hacia Paraguay al 2900. Aún no se sabe por qué pasaron frente a la casa de Bruno y él no bajó. Lo cierto es que al llegar al 3100 de esa calle los dos escucharon varios balazos. El que manejaba apuró la marcha pero Bruno cayó de la moto. El chico no se detuvo y huyó. Unos minutos después, un amigo de Bruno le dijo a Miriam: “Mataron a tu hijo”, y ella casi se desmaya. “Era como la medianoche, salí como estaba y lo vi ahí, tirado, ya muerto”.
La familia de Bruno sólo cuenta lo que les dijeron sobre lo que sucedió aquella noche, que no es mucho. Pero amigos del adolescente y las voces de un barrio que sufrió durante muchos años de una violencia profunda, vuelven a contar que “todo se pudrió de nuevo porque hay una guerra narco. Todas las noches son tiros y gritos. Había una bandita que los mismos vecinos y la policía sacó de acá. Ellos tenían un búnker y la policía se los tiró abajo, pero después volvieron y se tirotearon con los que están ahora. Estos ganaron, hace como cinco años que están ahí por Paraguay, en una cortada. El pibe que manejaba la moto tenía problemas con un transero y por eso le tiraron, pero le dieron a Brunito, un pibe bárbaro”, contaron.
Desde el 27 de julio, la hermana de Bruno fue varias veces a la Fiscalía en busca de respuestas. “Al principio no me atendieron, pero después me tomaron declaración y empezaron a citar a gente del barrio”, dijo la joven. En términos oficiosos trascendió que por varios testigos se lograron avances y que quien disparó sería una persona que actuó por problemas anteriores con quien manejaba la moto en la que iba la víctima.
El día que lo mataron fue para Bruno como tantos otros. Lo diferente fue que por la tarde se encontró con una amiga nueva. Cerca de las 17 le dijo a su madre que iba con esa chica a comer hamburguesas a avenida Pellegrini. “Estaba con un remerita y un short y me preguntó si estaba lindo, le dije que estaba hermoso como siempre y se fue”.
Luego de unas horas Bruno llegó a su casa y volvió a salir para acompañar a su amiga a la casa. Al despedirse, la adolescente le sacó la última foto a Bruno. Fue alrededor de las 23, una hora después su cuerpo maltrecho estaba tirado en Paraguay al 3100.
Miriam contó que “él era muy buena persona, trabajador y con sueños. Quería ser gendarme porque un pariente nuestro lo es y le dijo que tenía futuro. El miraba muchos videos de la policía y la gendarmería cuando hacían allanamientos”, contó Miriam.
Los amigos lo recuerdan como “un chico muy bueno. Él nos decía que los amigos que tenía, los que andaban en la venta de drogas, los conocía de chicos, de la escuela, y que habían sufrido mucho en la vida para tener que ponerse a vender. Y mirá como es, lo mataron por eso, por creer y no discriminar a los amigos.”
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Para su madre era “un poco caprichoso, pero un sol. Con él perdimos todo. Su hermanito de 10 años llora mucho durante el día y toda la familia va a empezar un tratamiento psicológico. Nos llamaron desde la provincia para ofrecernos terapia, pero tenemos una obra social que la cubre”, dijo Miriam.
“Los dueños del lugar donde él trabajaba, el bar Bogart, también se portaron muy bien. Se pusieron a disposición de lo que necesitáramos y nos ofrecieron a sus abogados por si nos hacía falta. A Bruno no lo voy a tener más, pero quiero que el que lo mató aparezca”, dijo Miriam, que vive en el barrio desde hace cuarenta años y ahora decidió irse.
Distintos vecinos y testigos acercaron grabaciones de cámaras de seguridad y declararon sobre lo que vieron la noche del homicidio. El fiscal Gastón Avila, que entiende en la causa, le aseguró a la familia que “hay avances y vamos a dar con los asesinos”, según contó Miriam.