Desde la madrugada del 18 de abril de 2003, cuando Juan Carlos “Mono Grande” Fernández se ahogó misteriosamente en las aguas de la desembocadura del arroyo Frías en el río Paraná, todo lo que rodeó la vida de la familia Cantero fue digno de un relato de realismo mágico. La muerte de ese hombre marcó la presentación ante el mundo del hampa rosarino de Ariel Máximo Cantero, reconocido por aquellos días como “El Ariel”, quien pasó de ser un ciruja busca vidas a ser el capo de una banda temida en la zona sur de la ciudad: Los Monos. Una marca asociada al apellido Cantero que a lo largo de dos décadas se fue consolidando y pasó de controlar el barrio La Granada (hoy 17 de Agosto), donde tuvo su origen, a tener proyección nacional. En ese tiempo, el apellido trascendió tres generaciones y cada una de ellas fue construyendo un liderazgo propio que al presente se visualiza en una clara división al interior del clan.
En veinte años la banda pasó de vender protección a base de extorsiones a consolidarse como una sólida marca en la narcocriminalidad y otros rubros delictivos. En Rosario hasta los nenes de escuela primaria saben quiénes son Los Monos y los nombres o apodos de algunos de sus integrantes. A lo largo de la historia del crimen de la ciudad esa banda tuvo no más de tres líderes, todos ellos de la familia Cantero. A “El Ariel”, con los años reconocido como “El Viejo”, le siguió su hijo mayor, Claudio “Pájaro” Cantero. “Fue una persona de inteligencia suprema. Pese a ser inculto e iletrado, su capacidad analítica era enorme. Tenía un pensamiento estratégico notable aunque eso sea contradictorio con el modo en que se terminó exponiendo a que lo mataran”, explicó a este diario una persona que supo tratarlo.
Pero la madrugada del 26 de mayo de 2013, a las puertas del boliche Infinity Night de Villa Gobernador Gálvez, el Pájaro fue emboscado y asesinado a balazos. Tenía 29 años y era padre de tres hijos muy pequeños. Uno de ellos Uriel Luciano “Lucho” Cantero, quien entonces tenía 9 años. Ese homicidio signó el futuro de una década que salpicó con sangre las calles de la ciudad haciendo estallar las estadísticas de crímenes en 2013 hasta la fría suma de 271 víctimas en el año más violento de la historia rosarina. Un hecho que modificó el orden establecido entre el hampa y que se tradujo en un verdadero caos en las calles de la ciudad: en lugar de acotar el número de transeros los multiplicó y el mercado de la droga estalló y se masificó. Un asesinato que puso entre la espada y la pared a una clase política que intentó gambetear un problema que la terminó absorbiendo.
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Ariel Máximo Cantero, reconocido como El Viejo, cofundador de la banda de Los Monos.
El crimen del Pájaro catapultó al liderazgo a su hermano, Ariel Máximo “Guille” Cantero, “un tipo con pocos códigos hacia afuera de los suyos” y quien hasta hoy lleva las riendas del sello de Los Monos. Este muchacho de 34 años acumula más de 96 años de prisión en ocho condenas. Un dato anecdótico si se valora que el artículo 55 del Código Procesal Penal de la Nación sostiene que la unificación de todas las penas no podrá exceder los 50 años de encierro como precio final para cualquier recluso. Lo llamativo es que de las últimas seis penas recibidas, los delitos endilgados fueron cometidos mientras estaba tras las rejas.
Así las cosas, en los últimos cuatro años la marca fundada por los Cantero parece haberse descompuesto en al menos tres franquicias. La salida de la cárcel del Viejo en septiembre de 2020, tras pagar una condena a seis años de prisión como miembro de una organización ilícita destinada a cometer múltiples delitos comandada por Guille, marcó un distanciamiento de Los Monos. El padre fundador se instaló en Avellaneda al 4500 y marcó como su territorio la villa de la Vía Honda y los asentamientos linderos mientras el sello original quedó en poder de su hijo Guille. Pero el Viejo volvió a caer con su actual pareja y otras personas en una saga de allanamientos a fines de abril y todos fueron acusados de conformar una nueva asociación ilícita.
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Y a partir de fines del año pasado, con su padre muerto y su tío y su abuelo presos, se hizo visible otro integrante de la familia, parte de la tercera generación Cantero: Lucho, hijo del Pájaro y preso de su leyenda.
El martes 18 de enero lo detuvieron en una casa de Caña de Ámbar al 1700 acusado por una feroz balacera contra un patrullero del Comando Radioeléctrico en los primeros minutos de la Navidad de 2021. Junto a Lucho fueron apresadas su mamá, Lorena Verdún, y su pareja, Érica Bullón, además de otras ocho personas. Le secuestraron 25 armas de guerra aptas para ser disparadas, 560 proyectiles calibre 9 milímetros, 182 balas calibre 22 y cuatro cartuchos calibre 380. Un arsenal valuado en 20 mil dólares por el entonces Ministerio de Seguridad de la provincia, Jorge Lagna.
Lo acusaron por los delitos de intimidación pública agravada por el uso de armas, portación de arma de fuego de guerra en carácter de autor agravado por la participación de menores de edad y tenencia de arma de fuego de guerra (en 20 hechos). Y además por ser el instigador del homicidio de Damián Gastón Gómez, uno de sus amigos de la infancia, ocurrido la noche del 21 de junio de 2021 cuando el auto de la víctima fue emboscado en las inmediaciones de Anchorena y Balcarce, en el barrio Las Delicias. Mientras agonizaba, Gómez envió siete audios por la red social WhatsApp contándole a su madre y a sus amigos quien había ordenado su incipiente asesinato. “Me pegaron una banda de tiros. Lucho me mandó a pegar. Hace algo. Denuncialo. No me quiero morir Ma!”
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El lunes pasado Lucho ganó una vez más la luz pública cuando tras ochenta allanamientos ordenados por la fiscal Marisol Fabbro cayeron 14 integrantes de la banda que él comandaba desde la cárcel y que en la calle era operada por uno de sus principales alfiles: Dylan Tomás “Capocha” Baldón, de 18 años y apresado en esa redada.
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Máximo Ariel Cantero, el Guille, líder actual de la banda de Los Monos. Está preso en la cárcel federal de Marcos Paz.
Esos detenidos empezaron a ser imputados el jueves en una maratónica audiencia acusatoria que incluye a otras 12 personas que ya estaban en prisión. Lucho, su mamá y su pareja fueron acusados como jefes de una asociación ilícita dedicada al robo de vehículos, extorsiones, homicidios y venta de drogas. Entre los acusados como integrantes de la organización criminal están Macarena “Tía Maca” Cantero, hermana del Pájaro y de Guille; y su pareja, Martín Walter “Pariente” Medina; Gastón Ezequiel Schneider, uno de los tantos hijos del Viejo Cantero; Dylan Lautaro Cantero, tío de Lucho; y Lucas Alejandro Ponce, quien está en pareja con “Chuky”, hermana de Guille y Dylan Cantero. Una gavilla que, según la acusación, no cuenta con efectivos policiales entre sus integrantes.
En el marco de la acusación, en varias escuchas judicializadas puede observarse el temperamento de Lucho al conducir su banda, marcar las pautas con su gente, enfrentarse con Vanesa Barrios, la esposa de su tío Guille de quien el pibe asegura que “ni pincha ni corta”, y también a la hora de poner los tantos sobre la mesa: “Nosotros somos la nueva generación de los Cantero y somos la nueva generación de las de plástico (armas de fuego)” le dijo Lucho el 11 de agosto pasado a Capocha Baldón, su hombre en la calle, y al apodado “Pequeño bandido” (uno de sus pibes detenido en el Centro Especializado de Responsabilidad Penal Juvenil, ex Irar).
Lucho Cantero no sólo hace público que quiere su lugar en el mundo del hampa sino que se lo pelea a la propia familia. Este lunes desde las 10 la audiencia imputativa contra la banda proseguirá con las defensas de los acusados.