Jorge Alberto P. es yesero, tiene 32 años y no acarrea deudas con la Justicia. Carlos Daniel P. anduvo varias veces por el umbral de la ilegalidad e incluso hace un año y medio fue baleado en un oscuro episodio.
Por Claudio González
Jorge Alberto P. es yesero, tiene 32 años y no acarrea deudas con la Justicia. Carlos Daniel P. anduvo varias veces por el umbral de la ilegalidad e incluso hace un año y medio fue baleado en un oscuro episodio.
Primera mentira
El 10 de mayo de 2015 a las 9.40 Carlos Daniel P. fue detenido en flagrancia en Biedma al 4100 luego de intentar robar a un vecino con un arma de utilería. Cuando la policía le requirió sus datos dijo llamarse Jorge Alberto P., como su hermano. Bajo esa falsa identidad llegó un día después a la audiencia imputativa bajo la acusación de la fiscal Verónica López, la defensa del abogado del Servicio Público Pablo Tojo y la garantía del juez Héctor Núñez Cartelle.
Durante ese trámite se hizo lugar a un acuerdo de partes y se le impuso al imputado, erróneamente identificado como Jorge Alberto P., la prisión preventiva morigerada en su domicilio por 30 días.
Pero la Fiscalía tenía un dato pendiente por confirmar. El 15 de mayo el Registro Nacional de Reincidencia (RNR) aportó, sobre la base de las fichas del imputado, que registraba una condena a 5 años de prisión como coautor de robo agravado por el uso de arma, pena confirmada por la Cámara Penal. Y que podría llamarse José Alberto P., Carlos Javier P., Carlos Damián P. o Carlos Daniel P.
Esas cuatro posibilidades de identidad y el antecedente condenatorio obligaron a la fiscal a tramitar la urgente ubicación del acusado. Y el 22 de mayo ofició a la policía que controlaba la prisión domiciliaria para determinar la verdadera identidad del imputado.
Una semana después los agentes constataron que el acusado se había esfumado de su domicilio. En función de esa información, el 1º de junio se celebró una audiencia donde a pedido de la Fiscalía el juez Núñez Cartelle declaró en rebeldía a José Alberto P. y ordenó su captura, aunque en realidad era el hermano del evadido.
Yo no soy
Así, el 26 de agosto de 2016 fue detenido José Alberto P., quien se mostró sorprendido y no entendía de qué lo acusaban. Dos días después se solicitó la audiencia por pedido del fiscal Fernando Dalmau, quien llevó adelante la pesquisa, mientras que por la defensa lo hizo el abogado público Diego Villar. Pero estaban ante el hombre equivocado.
Un instante previo al comienzo de la audiencia el fiscal advirtió una incongruencia entre las fichas de capturas de José Alberto: la del 26 de agosto de 2016 y la del 10 de mayo de 2015, cuando su hermano dio su identidad. Ante la sospecha de lo que se evidenciaba como una clara artimaña, el fiscal solicitó pasar a un cuarto intermedio para terminar de desentrañar la inédita situación.
Para ello utilizó los recursos de un perito en dactiloscopía que realizó un cotejo entre ambas fichas dactilares, el cual arrojó como resultado de que pertenecían a personas distintas y así aclaró el tema de la identidad.
El fiscal sostuvo que se trató de un error de arrastre. "José Alberto P. figuraba en juegos de fichas por hechos anteriores (que sí le fueron extraídas a él) y las que se obtuvieron de Carlos Daniel cuando aportó la identidad de su hermano. Por no haberse realizado en primera instancia el cotejo con todas las fichas no surgió la inconsistencia de las obtenidas el 10 de mayo de 2015".
Con la cuestión de la identidad esclarecida, el responsable de la pesquisa solicitó al juez que levante el pedido de captura que pesaba sobre José Alberto P. y que se recaratule la causa con el nombre de su hermano Carlos Daniel P., a quien pidió detener. Como reaseguro, ofició al departamento de dactiloscopía a fin de establecer la real identidad de la persona a la que le extrajeron las fichas el 10 de mayo de 2015. El dato oficial que faltaba determinó finalmente que se trataba del escurridizo Carlos Daniel.
¿Dónde está?
Pero faltaba lo más importante: ubicar a Carlos Daniel. Entonces se comisionó a la Policía de Investigaciones (PDI) para que localice y logre su detención. El hombre no fue hallado y entonces se sumó a la búsqueda la División Investigaciones Criminales y Judiciales de la Tropa de Operaciones Especiales (TOE).
Luego de un incesante rastreo de redes sociales y tareas de campo finalmente lograron ubicarlo. Fue en la zona de Lavalle y Ameghino, en barrio Alvear, mientras regresaba a una vivienda de la zona caminando con total tranquilidad y acompañado de su pareja.
El martes, y luego de más de dos años de evadir los controles, finalmente el huidizo Carlos Daniel fue trasladado detenido a Tribunales. Allí se celebró la postergada audiencia donde se trató el cese de rebeldía y la revisión de medida cautelar. Tras un breve relato del singular caso y los antecedentes del imputado, el fiscal solicitó el cese de la prisión domiciliaria y que se imponga prisión preventiva sin beneficios y por el plazo de ley. La defensa oficial, a cargo ahora de Hernán Soto, insistió con un régimen domiciliario y la alternativa de monitoreo de su cliente con un tobillera electrónica.
El juez José Luis Suárez hizo lugar al pedido del representante del Ministerio Público de la Acusación, revocó la rebeldía ordenada oportunamente y dispuso la prisión preventiva de Carlos Daniel P. por el plazo de ley en una unidad penitenciaria con servicio de enfermería.