Era el día esperado. La tarde del 17 de marzo se iba a dar a conocer el fallo que sellaría la suerte de uno de los implicados en el crimen de Sebastián “Oso” Cejas, el cocinero de 38 años asesinado la madrugada del 22 de septiembre de 2020 delante de su madre, Ana María, en la puerta del hospital Español para robarle el auto. Bajo un calor insoportable, esa misma mujer llegó ayer al Centro de Justicia Penal para escuchar la sentencia. “Espero que la Justicia cumpla. Yo estoy muy conforme con la investigación de la fiscal”, dijo a La Capital antes de ingresar a la sala donde se leería el fallo. Eran las 14.20 cuando se supo que el tribunal integrado por Gustavo Pérez de Urrechu, Aldo Bilbao Benítez y Gonzalo Fernández Bussy condenaba a Leonardo Camilo Cajal, de 23 años, a la pena de prisión perpetua al hallarlo culpable de “homicidio doblemente calificado críminis causa, por el concurso premeditado de dos o más personas y agravado por el concurso de arma de fuego y por la participación de un menor de edad en carácter de coautor y consumado”. Diez minutos más tarde Ana María salió de la sala y se fundió en abrazos y llantos. Entonces dijo: “Lo conseguí...lo conseguí...ahora vamos por todos los que mataron a nuestras familias”, haciéndose eco de los muchos familiares de víctimas de delitos que aún no encontraron justicia que les de al menos un poco de alivio a su dolor.
La fiscal Gisella Paolicelli, había sostenido en su alegato de clausura del juicio oral y público que se le siguió a Cajal que al muchacho “se lo situó en el lugar del crimen, pero no en el rol que tuvo”, es decir que no pudo probarse que haya sido el ejecutor material de Cejas.
El juicio se inició el 8 de marzo y ese día la fiscal relató ante el tribunal que el 22 de septiembre de 2020 pasadas la medianoche Leonardo Cajal junto a un menor de edad y al menos otras dos personas hasta el momento no identificadas se desplazaban en un Chevrolet Onix negro por Gaboto al 1100 y al pasar frente a la puerta del hospital Español se fijaron en un auto de la misma marca y modelo, de color blanco, que estaba estacionado en doble fila. En él estaban el Oso y su madre esperando la salida del marido de Ana María, que se sometía a una sesión de diálisis.
El auto en el que iba Cajal, según determinó la Justicia, dio varias vueltas por la zona hasta que se detuvo delante del auto de Cejas y tres hombres descendieron rápidamente. Entonces uno de ellos efectuó un disparo al aire y amenazó a dos taxistas que charlaban frente a la puerta del hospital a la espera de pasajeros para que no intervengan. En esas circunstancias uno de los maleantes abrió la puerta del lado del acompañante y sacó por la fuerza a Ana María. En tanto, otros dos rompieron la ventanilla del conductor, abrieron la puerta y uno de ellos efectuó un disparo ante la resistencia del Oso, alcanzándolo en el tórax. Tras ello lo bajaron malherido y uno de los homicidas ocupó su lugar para escapar de la escena en el Onix blanco por Gaboto hacia el este y luego por Corrientes hacia el sur, de contramano. Mientras tanto, el Onix negro en el cual la banda se movía escapó detrás del auto recién robado. Cejas quedó tirado en la calle y fue atendido por personal médico del hospital Español que nada pudo hacer para salvarle la vida.
En el marco de la investigación varios implicados en el crimen fueron capturados, entre ellos Cajal y un menor que está siendo juzgado en los Tribunales de ese fuero. En tanto, el auto del Oso fue hallado poco más tarde en un taller de Ituzaingó al 7300 y por encubrir lo ocurrido y guardar el auto robado, en febrero de 2022 fue condenado a 4 años de prisión efectiva Claudio Blanco, dueño de esa propiedad.
En su alegato de cierre la defensora pública de Cajal, Celia Pasquali, manifestó que su pupilo “estuvo en el lugar del crimen, pero el dolo fue el robo, no hubo intención de matar” y por eso pidió el cambio de carátula. Pero no tuvo éxito aunque la misma fiscal no aseguró que Cajal haya sido el asesino pero sí partícipe.
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Al momento de la lectura del veredicto Cajal, que estaba impecablemente vestido con una remera con motivos de básquet y el pelo húmedo con un flequillo sobre su rostro moreno, estuvo inmutable y mirando al piso. Al escuchar la pena no atinó absolutamente a nada. Y poco después su defensora le dijo que apelarían el fallo: “Es una condena desmedida”, le diría a La Capital.
Sólo un alivio al dolor
En tanto, Ana María se aferró al brazo de uno de sus familiares y su cuerpo se aflojó. Estaba conmocionada, pero bien. “Lo conseguí...”, dijo Ana María apenas salió de la sala y frente a una decena de periodistas. Otros familiares y amigos se fueron acercando a ella para abrazarla y llorar juntos. “Esto recién empieza. Vamos a ir por los otros y vamos además por todos los que mataron a nuestros familiares, lo de todas las víctimas. Lo hicimos entre todos”, les dijo.
Luego declaró ante los periodistas: “Es lo que tanto esperábamos todos. No se si estoy contenta, sé que tengo paz para mi hijo. Creo en la Justicia y en la fiscal. Creo que se viene un cambio positivo en la Justicia. Hasta que no aparezcan los otros dos no vamos a parar. Cuando escuché la sentencia el corazón casi me estalla, es mucho dolor lo que me pasó y no se lo deseo a nadie”, dijo recordando que su esposo falleció nueve días después del crimen del Oso por una descompensación cardíaca.
Momento después la fiscal Georgina Paolicelli ratificó su postura. “Pudimos determinar que Cajal estuvo en el lugar del hecho y localizar su teléfono allí. Lo importante es que la Fiscalía acreditó que cuatro personas tenían un plan conjunto y una organización previa; una distribución de roles, que se conocían y que todos tenían manejo de armas de fuego además de toda la logística para lo que se iba a hacer después con el auto robado. Dos tenían armas. El rol de Cajal no lo pudimos determinar, sí que estuvo en el lugar y que, o bien se quedó en el vehículo en el que llgaron, o bien participó del crimen. Lo importante es que se acreditó el plan conjunto”, sentenció la funcionaria.
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El 20 de octubre de 2020, en el marco de la pesquisa por el crimen del Oso, se hizo un procedimiento en Margis al 5000, en la villa Flammarión de la zona sur de la ciudad. Allí fueron detenidos tanto Leonardo Cajal como Gabriel Elías O., entonces de 25 años, quien más tarde sería desvinculado del caso Cejas. La policía había llegado a ellos por un llamado al 911 que alertó sobre un Renault Kangoo estacionado frente a esa casa. Según el llamado el utilitario había sido robado esa mañana y usado para realizar al menos dos arrebatos. Además de Cajal y Gabriel O. fueron dentenidas otras personas, entre ellos un chico de 15 años que quedó ligado a la banda que mató al Oso Cejas y cuyo expediente está en manos del juez de Menores Estanislao Surraco.
La investigación no se quedó allí y avanzó a partir de información de calle y de las cámaras de videovigilancia relevadas en su momento. Así se supo que el auto de Cejas había estado en esa casa de calle Margis “enfriándose” hasta que fue trasladado al taller de Ituzaingó al 7300 donde finalmente fue hallado. En tanto, el 24 de septiembre de 2020 la Agencia de Investigación Criminal (AIC) allanó seis domicilios de villa La Lata en procura de la detención de los otros supuestos implicados en el homicidio de Sebastián Cejas pero no dieron con los sospechosos, los dos muchachos que junto a Cajal y el menor asesinaron al Oso para robarle el auto. .