Herido con dos balazos, lo último que hizo Gustavo Rivero antes de morir fue contarles a dos policías cómo eran los asaltantes que le dispararon al intentar robarle el auto el sábado a la madrugada. Uno, dijo, tenía una remera blanca y una bermuda de jean. El otro, una remera negra y un jean largo azul oscuro. Así estaban vestidos los dos jóvenes detenidos a las cuatro cuadras, a quienes el fiscal Adrián Spelta imputó como coautores de un homicidio calificado. A uno de ellos le atribuyó la portación de una de las dos dos pistolas halladas en un contenedor de la zona. Una pericia balística constató que los dos tiros letales partieron de una de esas armas, calibre 9 milímetros.
El dato de la vestimenta no fue el único elemento que citó el fiscal en la audiencia del lunes a la tarde en el Centro de Justicia Penal. El testimonio de una trabajadora sexual que estaba con la víctima, las declaraciones de otros testigos, la filmación del ataque y la reconstrucción de la fuga de los asaltantes a partir de cámaras de vigilancia forman el conjunto de evidencias que presentó ante la jueza Melania Carrara, quien dictó la prisión preventiva para los dos acusados por el plazo legal de dos años.
Así Matías Ismael G., de 19 años, y Lautaro Angel B.P., de 18, quedaron imputados por como coautores de un homicidio calificado criminis causa. Es decir cometido en relación con otro delito, en este caso el robo frustrado del Peugeot 408 blanco en el que la víctima estaba con una trabajadora sexual. Es una figura que se pena con prisión perpetua. Además les imputaron un intento de robo calificado con armas de fuego aptas y, sólo en el caso de Matías G., la portación ilegal de un arma de guerra.
El fiscal les atribuyó haber sido dos de las cuatro personas que la madrugada del sábado 25 de noviembre abordaron a Rivero cuando estaba en su auto en Liniers y Gálvez. El hombre de 32 años trabajaba en la empresa recicladora de chatarra Gerdau, de Pérez. La tarde anterior, al salir de su trabajo, había pasado por su casa de Sanguinetti al 5500, en la zona de monoblocks de bulevar Seguí y Rouillón. Allí, según contó su madre a La Capital, se bañó y volvió a salir para encontrarse con sus compañeros en una despedida de año.
Alrededor de las 3 de la mañana estaba en su auto en la esquina mencionada cuando cuatro personas se acercaron, lo apuntaron con un arma y le exigieron que se bajara a la vez que obligaban a descender del vehículo a la trabajadora sexua y dos de ellos subían al vehículo. El conductor dio marcha al auto para escapar y evitar que le robaran. Según la imputación, al ver que el plan se frustraba los atacantes le dispararon dos veces, el auto avanzó unos metros hasta estrellarse contra un árbol y ellos se fueron corriendo.
Rivero resistió unos minutos y alcanzó a hablar con una pareja de policías que llegó enseguida hasta el lugar —les dijo que los agresores eran delgados y de tez blanca y describió cómo iban vestidos—, pero murió dentro del auto por una hemorragia masiva de tórax. La autopsia constató que uno de los disparos le ingresó por la espalda entre la octava y la novena costilla y le atravesó el torso. El otro tiro le ingresó por la axila izquierda tras herirlo en el brazo de ese lado.
>>Leer más: Quedaron presos los dos acusados de matar a Gustavo Riveros para robarle el auto
La trabajadora sexual que estaba con la víctima fue quien llamó a la policía. A la pareja de uniformados que llegó en un patrullero le contó que estaba en la calle cuando frenó un cliente, se subió al auto y empezaron a hablar. “Entonces escuchamos un golpe fuerte en el auto y veo a unos cinco pibes jóvenes que tenían armas, me bajaron del brazo y de los pelos y como el chico dueño del auto no se quería bajar se subieron dos. Arrancan fuerte hasta que siento un disparo, el auto se dio contra el árbol y se bajan y se van todos corriendo por Gálvez”, dijo.
Los policías comunicaron por radio la descripción de los atacantes y los agentes de otra patrulla detuvieron a los acusados cuando caminaban “apresurados”, según el parte, en zona de Gálvez y Rouillón, a unas cuatro cuadras. Lautaro iba vestido con una remera blanca y bermuda de jean y Matías con una remera negra y jean largo azul oscuro, tal como habían apuntado Rivero y la mujer que presenció el crimen.
Otros testigos que se acercaron a la escena contaron que los agresores se habían descartado de las armas en un volquete cercano. Fue así que en un contenedor de basura ubicado a una cuadra en Teniente Agneta y Gálvez, entre restos de poda, los policías encontraron una pistola Bersa 9 milímetros con cargador y numeración limada y otra Taurus calibre 45 con cargador y número de serie. Las dos armas estaban cargadas con cinco municiones, un proyectil en recámara y listas para el disparo.
>>Leer más: Otro crimen en Rosario: mataron a balazos a un hombre para robarle el auto en zona sudoeste
“Estaba en Liniers y Virasoro y veo un auto estacionado al que se le arriman cuatro o cinco pibes jóvenes todos flacos y empiezan a forcejear. Escucho cuatro tiros. En ese momento el auto sale fuerte por Liniers y a los pocos metros choca contra un árbol. Del autos se bajan y se van todos corriendo por calle Gálvez. Mientras llamaba al 911 me acerqué y veo una mujer gritando y pidiendo ayuda”, contó una mujer que presenció el ataque. Otro testimonio que expuso el fiscal en la audiencia fue el de un vigilador de la zona que también escuchó cuatro disparos y vio pasar corriendo a los agresores en la huida.
Secuencia
Las cámaras del barrio registraron la secuencia completa. En una filmación se aprecia que a las 2.48 se detuvo el auto en la ochava oeste. Un minuto después pasaron dos jóvenes en bicicleta que miraron hacia el vehículo. A los diez minutos llegaron cuatro jóvenes caminando, dos por la vereda oeste y los otros por la de enfrente. Cada par avanzó desde su costado hacia el auto. Dos abordaron al conductor y los otros a la acompañante.
A las 2.59 el conductor intentó huir y uno de los ladrones cayó al piso desde el auto en movimiento. Los otros tres atinaron a escapar pero regresaron hacia el auto, que se detuvo al chocar contra un árbol. Si bien las imágenes no son nítidas, se aprecian algunos rasgos y la vestimenta de los asaltantes. Quedó registrado que uno de ellos corrió por la vereda sur de Gálvez hacia el oeste y los restantes salieron en la misma dirección por la vereda norte. Los dos detenidos viven a unos 700 metros del lugar del hecho.
Las cámaras de la zona también registraron el momento exacto en que uno de ellos, el de “remera negra y pantalón oscuro”, según la imputación, arrojó un arma en el contenedor de Teniente Agneta y Gálvez. Los defensores públicos de ambos imputados plantearon en la audiencia que su participación no está probada. Solicitaron medidas alternativas a la detención que no prosperaron. Con los dos implicados en prisión preventiva, la investigación sigue su curso y según planteó el fiscal aún falta analizar los registros de 12 cámaras, peritar celulares, cotejar huellas levantadas del auto y las armas y el resultado de los dermotest practicados a los detenidos.