Durante el mediodía de este lunes al menos dos personas ingresaron a un pasillo de Servando Bayo y Riobamba persiguiendo a un hombre y al llegar a la casa identificada con el número 11 le dispararon. Los tiros alcanzaron a Lucas G., de 27 años, y también a Rosa N., de 35, quien era la madre de Kevin Nieri, un chico asesinado en ese mismo lugar en 2018 por Claudio Javier “Morocho” Mansilla, el único prófugo que queda en la calle tras la espectacular evasión del 27 de junio pasado de la cárcel de Piñero, cuando se escaparon ocho internos. Horas después del ataque dos jóvenes armados fueron apresados en el mismo pasillo y ahora se investiga si tuvieron que ver con la balacera que dejó a las dos personas heridas o si fue una venganza por ese episodio.
Lucas G. recibió ocho disparos en el tórax, los brazos y las piernas y anoche se encontraba internado en grave estado en el Hospital de Emergencias. En tanto Rosa N. fue herida con dos balazos en la pierna izquierda y su vida no corría peligro. Los peritos que trabajaron en el lugar levantaron cuatro vainas servidas y dentro de la misma casa número 11 otras tres vainas y un plomo deformado por lo que presumen que los tiradores llegaron hasta el interior de la propiedad.
El crimen de Kevin Andrés Nieri, el hijo de Nora, se produjo a la 0.30 del 24 de septiembre de 2018. El muchacho tenía 16 años y se encontraba en la casa de su amigo Leonel Bubacar, de 18, dentro del mismo pasillo al que se entra indistintamente por calle Lima o Servando Bayo al 2100. Hasta allí llegó Brandon, un adolescente que es cuñado del Morocho Mansilla y les golpeó la puerta para avisarles que el ahora prófugo los estaba esperando para conversar en el ingreso al pasillo. Cuando los pibes llegaron a la entrada sobre calle Lima desde un auto y con dos armas calibre 9 y 45 milímetros les dispararon. “Los boleteó el Morocho a los dos”, gritó Brandon, según contó un testigo.
Mansilla había salido de prisión cuatro meses antes. Tal como se expuso en el juicio que se llevó a cabo en ausencia del Morocho, ya que se había fugado de Piñero días antes, y en el que fue condenado a 25 años de cárcel, se detectó que junto a su pareja, Jésica “Fea” González, habían comenzado a vender droga con la modalidad de delivery en los alrededores del Fonavi Parque Oeste. Ese era el territorio histórico de Walter Daniel “Dulce” Abregú, un narco por quien se ofrecieron 500 mil pesos de recompensa hasta su captura en 2019, lo que le abrió un frente de disputa.
Dos días antes del doble crimen Morocho había logrado escapar de una balacera en la puerta del pasillo cuando fue a entregar un paquete a su cuñado y lo persiguieron quienes serían, supuestamente, soldados de Abregú. Nieri y Bubacar habían llegado al pasillo de calle Lima luego de distanciarse precisamente del Dulce, y como los dos adolescentes presenciaron ese ataque desde la entrada al pasillo, Mansilla sospechó de ellos y los acusó de haber actuado como entregadores.
La novia de Bubacar estaba con él la noche del ataque. “Me lo mataron, no tenía nada que ver”, dijo la chica que fue una testigo clave en el juicio al Morocho por esas muertes. “Se enteraron que nombré a quien los mató y quieren venir a matar mi familia”, dijo la adolescente. Y la tarde posterior al doble crimen la chica contó en Fiscalía cómo había sido la secuencia del doble crimen. También reveló que, tras ser atacado a tiros, Mansilla había amenazado a las víctimas.
>> Leer más: Entrega y pelea territorial, trasfondo de un doble crimen
Así se llegó al juicio y al debate oral y público del que Mansilla participó solo el primer día ya que se fugó de la cárcel el 27 de junio de 2020. Con el juicio iniciado, la chica fue citada a declarar, pero no acudió. Sobre el final, en sus alegatos de cierre, la fiscal Marisol Fabbro remarcó el “estado de terror con el que llegaron los testigos a declarar al debate, fuertemente intimidados por parte de Mansilla y su séquito” y puntualizó que los allegados a las víctimas no ignoraban los antecedentes del prófugo.
Incluso, en las audiencias trascendió que días antes del doble crimen Mansilla le dijo a su pareja: “Si no hacés nada, no le ofrecés plata o no tratás de moverte antes de la feria para que la mina haga algo, yo no salgo nunca más”. El pedido era para que apretaran a la principal testigo del doble crimen, la novia de Leonel, e inició una afiebrada cacería, con hasta siete llamados diarios a lo largo de veinte días para lograr que la joven se rectificara. Ese derrotero fue captado minuto a minuto en escuchas de la causa por la que Mansilla fue condenado en ausencia.
Por la dinámica de las audiencias el testimonio de la chica se postergó tres veces y quedó para el lunes 28 de junio, un día después de que Morocho se fugara de Piñero. La joven no acudió a la audiencia y le asignaron custodia. Cuando se presentó, tres días después de esa fuga de película, ni se animó a nombrarlo más que “en voz baja y entre dientes”, dijo la fiscal Fabbro.
>> Leer más: Cómo persiguieron a la testigo de un crimen para que cambiara sus dichos
Según trascendió, la madre de Kevin también fue amenazada con la muerte de ella y toda su familia por lo que vivía con custodia desde hace tres años. En tanto, la madre de Leonel se mudó a otra ciudad. “En definitiva, todos los testigos llegaron al debate fuertemente intimidados por parte de Mansilla y de su séquito”, dijo en su momento la fiscal Fabbro.
No obstante, el mediodía de este lunes según fuentes policiales Rosa N. había salido de una de las casas del pasillo y al encarar la salida por Servando Bayo se topó con las personas que perseguían a Lucas G. y no pudo eludir la incómoda situación de quedar en medio de las balas. El fiscal Ademar Bianchini, que interviene en la causa, trabaja sobre las dos hipótesis: un presunto ataque contra la mujer y su familia o bien otro hecho del azar que termina con heridos en el contexto de la violencia ciudadana.