Rodrigo tenía 21 años y vivía con su pareja en Einstein al 5600, barrio Ludueña. Cerca de las 21 del miércoles salió a la vereda de su casa y se posó sobre el taxi de su suegro, que había ido a cenar con ellos. Fue unos minutos antes de que al menos dos hombres aparecieran frente al chico disparando a mansalva en su dirección. Todo ocurrió adelante de algunos testigos, que escucharon unos 20 tiros y vieron cómo la víctima murió en el acto producto de varios disparos en la cabeza. Su nombre completo era Rodrigo Javier González, según sus vecinos trabajaba en reparación de celulares y "pagó por otros" con su vida por un conflicto vinculado a la venta de drogas.
La casa de Einstein al 5600 en la que vivía Rodrigo tiene en su frente, sobre un portón enrejado, un cartel con la imagen de Homero Simpson que publicita el servicio técnico para celulares. Al mediodía de este jueves la vivienda estaba totalmente cerrada y los vecinos dijeron que los familiares del chico estaban en la fiscalía. Dos metros hacia la vereda había un charco de sangre enorme que marcaba con precisión el punto final de la vida de Rodrigo. Más allá, a pesar de la muerte reciente, la vida se abría paso con niños jugando a la pelota sobre la calle y con mujeres que sobre la vereda cocinaban grasa en un disco para preparar panes en horno de barro.
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Celina Mutti Lovera
"Como 20 tiros"
Cerca de las 21 del miércoles los vecinos de la cuadra vieron a Rodrigo sentado sobre el capot del taxi de su suegro, que había ido a la casa a cenar con el chico y su pareja. Rodrigo, según contó una mujer a La Capital, había estado hasta entonces renegando con un celular y luego salió a tomar aire. "Mi marido salió a comprar una cerveza y cuando venía entrando vio que cerca de la esquina bajaron de una Kangoo dos pibes, pero no se imaginó que iban a hacer eso", contó la vecina.
Lo que hicieron esos chicos, según los testigos y también según la versión preliminar que maneja el fiscal Alejandro Ferlazzo, fue disparar directamente sobre Rodrigo. "Como 20 disparos se escucharon. Mi esposo entró corriendo a la casa, agarró a los chicos y se les tiró encima, nos gritó que nos tiremos al piso", recordó la mujer. Rodrigo quedó tendido en el suelo, a metros del ingreso de su casa, con varias heridas de bala en la cabeza. Murió en el acto. En varios metros alrededor de ese punto los peritos juntaron 14 vainas servidas.
La mayoría de vecinos consultados por La Capital prefirió llamarse al silencio. "Nosotros no nos metemos con nadie", dijo un hombre que se había asomado por la puerta a espiar el movimiento. Otros directamente dijeron no conocer a Rodrigo e incluso dudaron de que fuera del barrio. Hasta que un vecino contó que el chico vivía con su pareja, que se habían mudado a esa casa aproximadamente dos años atrás y que él trabajaba en la reparación de celulares junto a su suegro.
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"La pagó por otros. Era para los de arriba. Ellos alquilan hace poco, son los que venden y la cuadra es un desastre desde que vinieron", contó el hombre. En ese sentido agregó que Rodrigo vivía en la planta baja y que en la planta alta hay dos monoambientes separados. Uno de esos espacios está ocupado por estas personas a las que los rumores ubicaron como vendedores de drogas. "Hará hace seis meses que están. Nadie habla con ellos. Es una corredera de motos todo el día, hay que andar con 700 ojos", agregó el vecino.
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Un pibe más, un pibe menos
El último crimen ocurrido en Ludueña antes del de Rodrigo fue a fines de septiembre y sucedió con una dinámica y en un contexto muy similar. Gonzalo Martín Godoy, de 19 años, estaba sentado con un grupo de chicos sobre la puerta de una casa de Gandhi al 5900, a tan solo cuatro cuadras de donde fue el asesinato de este miércoles. En esa ocasión el ataque fue desde una moto, varios tiros contra todo el grupo aunque los balazos dieron en Gonzalo.
Los vecinos de la cuadra no titubearon en señalar a la casa en la que estaban los chicos como un punto de acopio de drogas que Gonzalo y otros pibes vendían en plena calle. Después del crimen los agentes del Comando Radioeléctrico que llegaron al lugar advirtieron que dos chicos se habían metido en esa casa e intentaban escapar por el patio. Luego de alcanzar a uno de ellos dentro de la vivienda, encontraron 12 paquetes con droga y una balanza de precisión.
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"Venden bolsitas de 1.000 pesos, de 500 y de 200. Con 200 pesos se compran un saque nomás los pendejos. Hay mucha gente que vende así. Compran un poco y le sacan el doble", contó un vecino en esa ocasión. En ese esquema de aparición de nuevos emprendedores es que surgen conflictos entre vendedores del mismo barrio y así es como también podrían explicarse varios hechos violentos ocurridos en Ludueña en los últimos meses.
En mayo pasado otro chico fue asesinado en un pasillo de Ludueña. En esa ocasión Misael Godoy, de 17 años, estaba en Camilo Aldao y Humberto Primo cuando pasaron dos motos a los tiros. En el barrio dijeron que los balazos iban dirigidos a una mujer de 35 años, que resultó herida pero sobrevivió. Misael, en cambio, recibió disparos en el pecho y en la cabeza y murió en el acto. El chico ni siquiera vivía en Ludueña, sino en zona sur, y había llegado ese mismo día al barrio, a la casa de su novia, a quien había ayudado durante la tarde a vender choripanes para recaudar dinero para la fiesta de 15 años de ella.
Con la misma mecánica de disparos desde un vehículo, aunque esta vez desde un auto, a comienzos de agosto fue asesinado Sebastián Vallejos, de 17 años. Estaba con sus amigos en la esquina de Barra y Bielsa cuando desde un auto en movimiento dispararon cualquier cantidad de tiros. Los vecinos dijeron que las ráfagas de balazos se extendieron durante un recorrido de 300 metros que los agresores hicieron desde el auto. Todos se tiraron al suelo y Sebastián recibió un balazo que lo hirió de gravedad, por lo que estuvo internado varias horas hasta que falleció.
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Muchos de los conflictos que ocurren en Ludueña conducen a un nombre propio: Milanesa, apodo de Franco Almaraz, señalado como cabeza de un grupo del barrio y preso por el homicidio de un chico de 22 años en julio de 2020. Incluso tras el asesinato de Gonzalo Godoy lo que dijeron los vecinos fue que los familiares de Milanesa estaban apostando fuerte, es decir a los balazos, a recuperar parte del territorio que habían perdido ante la aparición de nuevos vendedores.
Detrás de ese contexto se supone otro homicidio ocurrido en Ludueña: el del tío del propio Milanesa. Hernán Jorge Almaraz fue asesinado el 24 de febrero en Gandhi al 6000, tan cerca de donde ocurrieron varios de los crímenes mencionados. El hombre, conocido como Coqui, fue acribillado a balazos delante de sus cuatro hijos en el interior de su casa. No fue esa la primer pérdida para la familia: para entonces a Milanesa ya le habían matado al padre y a un hermano.