Los exámenes de la División Criminalística de la Unidad Regional II se centraban
en determinar si el balazo que terminó con la vida de Gastón Luszczak partió del arma del empleado
de seguridad que enfrentó a los ladrones de la firma Luminex, de barrio Jardín.
Al vigilador le tomaron ayer declaración informativa en el juzgado que investiga
el caso. Actuaba con una pistola calibre 9 milímetros. Se llama Oscar Alberto J. y está incluido en
la nómina de personal de Luminex como empleado regular.
Luszczak, que era soltero y tenía 32 años, ayer fue sepultado en Granadero
Baigorria. Recibió el impacto en la espalda al quedar en medio del fuego cruzado. El juez de
Instrucción Juan Andrés Donnola ordenó el secuestro de la 9 milímetros que empuñaba el empleado.
"El arma es legal y el hombre asegura que la compró hace un mes. Presentó documentación de la
pistola a nombre de otra persona porque no había hecho la transferencia", indicó una fuente
allegada a la causa.
La pesquisa. "Se está haciendo un trabajo de ingeniería donde hay gente que ha
robado, se ha enfrentado y que ha matado", indicó ayer Donnola para graficar el puzzle en el que se
transformó la investigación. El magistrado anunció a LaCapital que dispondrá la reconstrucción del
hecho para saber las posiciones de personas y vehículos en el incidente que costó la vida al
empleado, que volvía de una entidad financiera de la calle Eva Perón, desde donde en apariencia fue
seguido por los ladrones.
El magistrado busca determinar cómo se inició la secuencia de disparos dado que
el vigilador, según los testigos, estaban en inferioridad numérica frente a cuatro sujetos que
portaban armas largas, lo que suponía, de corroborarse, una acción de altísimo riesgo.
"Es una banda conformada por lo menos por cuatro personas. Al menos ese número
de personas son los que a cara descubierta asaltaron al hombre que llevaba el dinero y su custodio
en el ingreso a la firma. A partir de ese momento se produjo una serie de disparos que provocan la
muerte de este hombre", explicó el magistrado.
Sobre el empleado de seguridad pudo saberse que tiene 43 años y fue contratado
por Laminex para quien trabaja desde hace poco más de un año realizando tareas de custodia, entre
otras.
Su nombre no está registrado en ninguna agencia de seguridad y no es policía.
Presentó los papeles de la pistola 9 milímetros que empuñaba y con la que abrió fuego. Arma que,
según indicó, compró hace poco más de un mes. La documentación del arma está a nombre de otra
persona ya que no había realizado la tranferencia. Es decir que no tenía permiso de portación.
El ataque. El miércoles minutos antes de las 14, Luszczak y un empleado de
seguridad contratado por la empresa Laminex, ubicada en Junín al 6100, llegaron a la puerta de la
firma en un Chevrolet Corsa color blanco.
Según explicaron ayer fuentes allegadas a la investigación, al arribar ambos
hombres se bajaron y abrieron el portón corredizo. Pero como había una camioneta cruzada en el
camino, el custodio fue a pedir que la corrieran y en ese momento tres ladrones con armas largas
encañonaron a Luszczak y le quitaron su maletín, donde llevaba 120 mil pesos. A partir de ese
momento se desató en el lugar un feroz balacera. Luszczak cayó mortalmente herido con un disparo en
la espalda. Y los ladrones se fugaron en un Volkswagen Fox, dominio HKZ415.
El robo del Fox. Ese auto había sido levantado el pasado 28 de julio a las 21.30
cuando estaba estacionado en inmediaciones de Dr. Pourcel y 9 de Julio, jurisdicción de la
comisaría 1ª, de la localidad de San Lorenzo. Media hora más tarde, el Fox estaba ardiendo en un
campo ubicado a 20 metros de la esquina de Salvat y Laguna, al norte de Nuevo Alberdi. "Las llamas
se veían desde una cuadra", recordó una vecina. El lugar donde quedó tirado el Fox incendiado
denota que parte de la banda conocía bien el barrio. El auto quedó a 400 metros de un asentamiento
precario, a 100 de un tambo y a unos 120 metros de un escualido monte donde los vecinos aseguran
que los arrebatadores utilizan como aguantadero. La casa más cercana al lugar está a unos 50
metros.
Pero lo que imperaba ayer en la barriada de Nuevo Alberdi era la cautela, la
desconfianza y el silencio. Por lo bajo los vecinos aseguran que al menos un muchacho, de 22 años,
corrió hasta una pieza de pasillo que alquilaba en Grandoli al 2700, a tres cuadras del lugar donde
quemaron el auto. Y luego desapareció. Con diferencia de minutos, la cuadra se llenó de móviles
policiales.
A las 15.10 al departamento de pasillo llegaron el juez Donnola y la fiscal
Lucía Aráoz. "Sobre el fondo del pasillo estaba tirado el maletín que le habían robado al muchacho,
papeles tirados y una escopeta plateada de culata corta similar a la descripta por los testigos.
También había municiones", indicó una fuente tribunalicia. Los testigos aseguran que hubo tres
escopetas en el atraco, pero en el lugar no se levantaron cartuchos.
Para los investigadores en una de las habitaciones en alquiler de 2,5 por 2,5
metros vivía al menos "uno de los sospechosos de haber participado en el atraco". Sobre el
hermetismo del barrio pudo conocerse que quien ocupaba esa habitación es un hombre de 22 años, que
la había alquilado hace un mes y al que solía ver en una moto tipo enduro.