"Una par de veces Dai me había dicho: «Si un día aparezco muerta no dudes de que fue él». Pero como siempre lo decía bromeando, nunca me di cuenta del peligro que corría". Alejandra es hermana de Dai, como su familia llamaba Estefanía Daiana Armanino, la joven de 23 años madre de tres hijos asesinada una semana atrás por su concubino en su casa de barrio Ludueña.
Luego de veinte años separadas, Alejandra se reencontró con Dai un mes atrás. Según contó a este diario la joven de 20 años (ver aparte) cuando retomó el contacto logró construir un vínculo muy fuerte que, sin embargo, no pudo torcer la fatalidad del destino.
Daiana estaba embarazada de cuatro meses. El lunes por la noche su pareja, Walter Santos G., le disparó un balazo en la casa que compartían en Rouillón al 400 bis.
Cuando los policías golpearon la puerta para ver que había sucedido, el concubino les entregó un revólver calibre 38 y les dijo que su concubina se había quitado la vida. Sin embargo, algunos indicios en la escena del crimen hicieron dudar al fiscal de Homicidios Luis Schiappa Pietra, quien ordenó la detención del carpintero de 34 años con antecedentes por robos y una condena cumplida.
Al día siguiente, con el panorama más claro, el fiscal le imputó el crimen a G. y el juez José Luis Suárez le dictó prisión preventiva sin plazos.
Complejo. El jueves pasado Daiana fue sepultada luego de haber sido velada en la casa de uno de sus tíos en villa Itatí.
Todo en la vida de la chica de 23 años fue complejo. Cuando era niña su madre estuvo ausente y su familia materna se encargó de su crianza. Cuando tenía 3 años fue separada de su hermana Alejandra. A los 16 tuvo su primer hijo, que hoy tiene 8 años y fue testigo de su homicidio.
El padre de ese niño y de dos pequeños más era Juan Rodríguez, quien cumplía una condena por robo calificado a ex Alcaidía de la Unidad Regional II cuando el 27 de agosto de 2014 fue degollado mientras dormía en el pabellón 2. Por esa causa el fiscal Florentino Malaponte ordenó imputó de encubrimiento a un policía mientras que, según familiares de Rodríguez, el asesino está en libertad.
Durante años Daiana y sus tres hijos de 8, 6 y 3 años vivieron casas de distintos parientes. Hasta que hace seis meses la muchacha comenzó una relación con Walter Santos G.
"Es un tipo que se la quiere dar de normal, pero es una persona violenta. Vos lo ves en grupo y parece un tipo trabajador. Pero en la intimidad es un violento, que puede sacar un arma y mostrártela. Siempre te dice las cosas medio en joda y medio en serio. Una vez Dai dijo jodiendo «en cualquier momento agarro todo y me voy con otro». Y él, también en el mismo tono, le respondió: «Vos haces eso y yo te pongo un tiro»", recordó Alejandra.
Noche fatal. Luego de la inhumación del cuerpo de Dai, una docena de sus parientes recibieron a este diario en la casa de la abuela de la muchacha, en Villa Itatí. Bajo el sol primaveral relataron lo que pudieron reconstruir sobre lo sucedido el lunes por la noche en la casa de los suegros de Dai, en Rouillón 407 bis, en cuya planta alta vivía la joven con su pareja e hijos.
Cerca de las 21 del lunes, contaron, Daiana ayudaba a su hijo mayor a terminar la tarea. Entonces le pidió el celular a Walter y éste se lo negó. Así comenzó una áspera discusión que, según los dos hijos mayores de la víctima, rápidamente pasó de los insultos a los golpes.
Al ver lo que sucedía, como en un acto mecanizado, los hermanitos se marcharon hacia una habitación cuando se escuchó la detonación. Además de una herida de bala en la región intercostal izquierda sin orificio de salida, Daiana tenía golpes en el rostro y en los brazos.
Primero la escena del crimen fue relevada como un posible suicidio. Pero el médico forense que vio el cuerpo le dijo al fiscal que era poco probable, por el ángulo del disparo, que la víctima se hubiera quitado la vida. Walter y algunos familiares —una es empleada policial— llamaron al 911 para comunicar el supuesto suicidio de Daiana. Cuando llegaron los policías Walter les entregó un revólver calibre 38 largo con su numeración limada envuelto en un trapo blanco.
Luego del incidente, relataron los parientes de la muchacha, Walter sacó a la calle a los tres hijos de ella, que debieron ser refugiados por una vecina hasta que, más de doce horas después, llegaron al lugar miembros de la familia Altamirano. "Nos informaron lo que pasaba doce después", explicó la abuela de Dai.
Mientras el fiscal relevaba la escena, una vecina le sugirió que hablara con los hijos de la mujer. Y la nena le dijo: "Walter hizo dos veces clic y le disparó a mi mamá". La versión fue corroborada por su hermano mayor: "Walter mató a mi mamá", sostuvo. Ambos deberán declarar ante una cámara Gesell.
Amenazados. "Walter no la dejaba tener celular para que se contacte con nosotros; no la dejaba salir; no le daba dinero como para que ella pudiera venir a ver la familia. Ahora sabemos que también tuvo hechos de violencia de género con uno de sus parientes. Se drogaba. Sus padres son pastores. Mientras Dai se moría en vez de llamar a la ambulancia pidió por la policía", dijo otro pariente de Daiana.
"La última vez que los vimos a los dos fue para el cumpleaños de los nenes el 20 de agosto. El (por Walter) siempre me decía: «Abuela, yo estoy enamorado de Dai y me quiero casar con ella». Y yo le creía", recordó la abuela de ella.
"El caso está encaminado, pero queremos que este tipo pague por lo que hizo. Que se haga justicia porque Dai no merecía terminar así. Tenía proyectos, estaba embarazada, amaba a sus hijos. No era alguien que pudiera pensar en matarse. Queremos que les pongan custodia a los nenes porque Walter los tiene amenazados de muerte. Ellos cuentan cómo él mató a su mamá", reflexionó Alejandra.