Pablo Ismael Ibáñez, uno de los dos imputados por el asesinato en ocasión de robo de Lucas Cicarrelli –perpetrado el 19 de octubre pasado en Moreno y el río– continuará en prisión preventiva efectiva hasta que se defina una cuestión respecto a su salud mental.
En una audiencia de segunda instancia llevada adelante este viernes, el camarista Alfredo Ivaldi Artacho respaldó la investigación y resolvió que el delincuentes siga bajo la órbita del Servicio Penitenciario mientras se realiza la pericia psiquiátrica.
El domingo 19 de octubre, Lucas estaba junto a su novia sentados en un banco de la costa central. Contó que al salir de su trabajo en el Club Alemán, a las 2.30 del domingo, pasaron por un maxiquiosco y compraron un jugo Ades, unas Doritos, madalenas y chocolates. Comenzaron a charlar y enseguida su novio comenzó a mirar alrededor con un gesto de preocupación. “Martu, vos quedate tranquila, yo sigo comiendo”, dijo él, según relató su novia.
“En ese momento veo como al costado mío salta un loco con mucho odio, arrebatado, tenía un revólver gris oscuro con tambor. Lo sostenía con la mano derecha y dice «te vamos a robar, danos todo porque te matamos»”, contó la chica. Dijo que era un hombre morocho, con flequillo y de vestimenta oscura que ella había visto merodear por la zona, en referencia a Ibáñez.
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Lucas se puso de pie y reaccionó con calma. “Llevate todo lo que quieras”, le dijo al ladrón señalando una mochila y un celular que estaban en el piso. En ese momento, ella se paró y el asaltante intentó frenarla: “Flaca, quedate ahí o te meto un tiro”.
“Lucas lo mira al loco y empieza a forcejar para defenderme, sobre la plataforma. Yo me paro, me tiro hacia atrás y veo que viene la segunda persona que estaba con este loco y se abalanza sobre Lucas. Los dos se le tiraron encima, uno de cada lado”, narró su novia, que corrió y buscó ayuda.
Caída al vacío
Al regresar al lugar, no había nada ni nadie. A Lucas lo encontraron sin vida 25 metros barranca abajo. Según la investigación fiscal, cayó al vacío en medio de un forcejeo con los asaltantes.
Los dos detenidos por el caso quedaron presos y, en principio, sólo fue imputado Andrés Rodrigo Frontera, de 38 años, detenido allí mismo mientras intentaba ocultarse tras un arbusto con la mochila de la chica entre sus manos. Fue implicado como coautor de homicidio en ocasión de robo, además de robo calificado cometido con un arma no hallada. Quedó en prisión preventiva por dos años.
El otro detenido fue Ibáñez, quien fue declarado inimputable. A pesar de que padece un trastorno psicótico documentado en otra causa penal hace cinco meses por una Junta Especial en Salud Mental, quedó alojado bajo la órbita del Servicio Penitenciario. Así lo requirió la fiscal Agustina Eiris y lo ordenó el juez Fernando Sosa. Con la oposición de la defensora pública Gabriela Balli, quien reclamaba dejar el asunto en manos de la Justicia civil y su regreso a la colonia psiquiátrica de Oliveros.
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Ibáñez había ingresado allí en junio y no está claro cuándo ni por qué salió. Un forense que lo examinó tras la muerte de Cicarelli determinó que es “peligroso fundamentalmente para terceros”. En su breve diálogo con el juez en la audiencia, el muchacho, de rostro hundido y vestido con un buzo negro con la imagen de una calavera, apenas pudo responder su nombre y su edad, 33 años. No recordaba el año en que nació ni su DNI. Dijo que no fue a la escuela. Padece una discapacidad intelectual moderada.
Las pericias psiquiátricas
En la audiencia, el camarista Ivaldi Artacho trabajó a partir de la apelación elevada por parte de la defensa del acusado, principalmente por haber quedado alojado en un penal cuando aún no está determinado si comprende la criminalidad de sus actos. Sin embargo, Ivaldi Artacho coincidió con el juez de primera instancia Fernando Sosa, quien había intervenido el 1º de noviembre pasado.
“La defensa apeló por argumentar viejos informes del tipo psicológico (de Ibáñez), que es de otra época. Para determinar si una persona es o no inimputable, el informe tiene que ser actual. Nosotros y la fiscal Agustina Eiris nos opusimos, Ibáñez es una bomba de tiempo en la calle, creemos que puede volver a matar”, comentó el abogado de la querella, Marcos Cella.
Para Cella, el imputado se hizo pasar por una persona con problemas de salud mental. “Cuando lo detuvieron dio el nombre cambiado. Claramente, tenía una estrategia para evitar que lo detengan. Se agarró la cabeza cuando le dijeron que iba a ir a la cárcel. Es decir, entiende”, concluyó el penalista.