El año 2016 comenzó de la peor manera en materia de seguridad para la familia taxista rosarina. Es que el 26 de enero de ese año los tacheros y la ciudad toda asistió al brutal crimen del chofer Eduardo Piriz, de 41 años. El trabajador recibió un disparo de arma de fuego en la cabeza al ser asaltado por dos jóvenes en la zona de Gutenberg y Cerrito, donde llegó tras recibir un mensaje de un falso pasajero que lo convocó a la zona a través de una aplicación del celular. Un rato después, y en cercanías del lugar del hecho, fue detenido un menor de 16 años acusado de ser uno de los autores del ataque. Un juzgado lo encontró responsable de la coautoría del homicidio. Y la semana que pasó la Cámara Penal confirmó esa resolución, aunque hasta ahora no se pudo identificar ni detener al cómplice y autor del disparo letal.
Eran cerca de las 22.30 del 26 del enero de 2016 cuando Piriz recorría las calles de la zona oeste de la ciudad haciendo su trabajo a bordo del Chevrolet Corsa, dominio LNK 839 (RA 0192). A las 22.45 recibió el pedido de un pasajero que estaba en Gutenberg 2037. Aceptó el servicio, pero a las 22.50 el supuesto cliente dio de baja al viaje.
Aunque no quedó registrado en el sistema que el taxista haya recibido esa cancelación en su teléfono, igualmente se desplazó hasta la dirección señalada. Ya era tarde. Allí, dos jóvenes con armas de fuego abordaron el auto en el asiento trasero.
Según la pesquisa, mientras uno lo encañonaba con una escopeta, otro lo apuntaba desde el asiento trasero del acompañante y le exigía todas las pertenencias. Luego se bajaron con el botín en sus manos y no contentos con ello, el que estaba detrás de Piriz, se le puso altura de su ventanilla y le gatilló sin más palabras. El taxista recibió perdigonadas de escopeta que se le incrustaron en la parte posterior de la cabeza, debajo de la oreja izquierda.
Vecinos de la zona alertaron del trágico incidente al 911 y de inmediato llegaron al lugar móviles de la brigada Motorizada y del Comando Radioeléctrico. A esa altura Piriz ya estaba muerto. Con datos entregados por testigos que vieron pasar corriendo a los sospechosos, la policía comenzó una rastrillaje por la zona humilde que se erige detrás del Cementerio de Disidentes y en una villa cercana.
Así, en una vivienda precaria ubicada a unos 150 metros de la escena del crimen, mientras trataba de huir fue detenido un adolescente de 16 años cuyas características fisonómicas y vestimenta coincidían con la aportada por testigos presenciales del fatal atraco al taxista.
A ese joven, identificado como Cristian L.F. le secuestraron dentro de los bolsillos de la bermuda que vestía dos cartuchos calibre 12 milímetros marca Saca color verde, y un cartucho calibre 16 color azul, ambos intactos.
Luego de los exámenes médicos forenses, cotejos y pericias balísticas se determinó que del cráneo de la víctima se extrajeron 10 perdigones 4 milímetros y un taco de plástico de cartucho calibre 12 compatibles con la evidencia secuestrada en poder del menor.
La acusación
El chico acusado, que hace pocos días cumplió 18 años, fue alojado en el Instituto de Rehabilitación Adolescente Rosario (Irar). Tras una investigación que recayó en la jueza de Menores Dolores Aguirre Guarrochena, el 22 de agosto pasado se lo declaró coautor material y penalmente responsable del delito de robo agravado por homicidio y por el empleo de un arma de fuego.
Según las evidencias, basadas principalmente en el relato y reconocimiento en rueda de personas que hizo un testigo calificado que estaba parado ocasionalmente en Cerrito y Gutenberg, informes de GPS del taxi, y otras declaraciones, ese adolescente era quien acompañaba al autor del disparo mortal que terminó con la vida de Piriz.
La resolución fue apelada por las defensora oficial Estrella Galán en una audiencia donde comparecieron la asesora de menores Gabriela Román y el fiscal Román Moscetta. Galán atacó la legitimidad de la rueda de reconocimiento y consideró que las pruebas no autorizan a concluir en la participación de su cliente en el hecho.
Cuestionó que se labraron tres actas de procedimiento, que el testigo principal era hipoacúsico y restó validez a la traducción de su declaración, que hizo personal policial adiestrado. Además fustigó que los proyectiles incautados al adolescente nunca fueron peritados.
El fiscal, en tanto, trató de sostener las pruebas objetivas: el registro de GPS del auto que conducía la víctima y que demuestra el recorrido de taxi, el informe que realiza un representante de la empresa Easy Taxi (aplicación para celulares y despacho de viajes), otro de la División Científica de la Policía de Investigaciones (PDI), croquis del lugar, pericias y otros informes.
Y sobre todo, en el reconocimiento del detenido en rueda de personas, lo cual se apoyó en la verosímil declaración del principal testigo del caso, un vecino que conocía al acusado y ayudó a encaminar la investigación.
Palabra final
Una vez que las partes expusieron sus pretenciones, el expediente quedo bajo la evaluación de los jueces Alfredo Ivaldi Artacho (primer voto), Daniel Acosta y Carolina Hernández, de la Cámara Penal de Apelaciones.
Los jueces desmenuzaron los planteos en varios ítems de una resolución donde avalaron los pasos que sustentaron la declaración de autoría y convalidaron las pruebas que sirvieron para sostener el fallo de primera instancia.
Sostuvieron que el testigo "fue claro" respecto a que el disparo letal fue ejecutado por el segundo participante que intervino en el hecho junto al menor Cristian L. F., y "esa actuación conjunta es la que permite imputarle subjetivamente el hecho".
Ivaldi Artacho remarcó en el dictamen que hay "una circunstancia reveladora de la existencia del plan delictivo previo y consensuado que, al haber sido implementado entre los dos, convierte en penalmente irrelevante la necesidad de determinar cual pudo haber sido el accionar material ejecutado por cada uno de los jóvenes, pues en esas condiciones, por ley, corresponde tenerlos en calidad de coautores".
A esas conclusión, entre otras que sustentan la resolución, adhirieron los camaristas Hernández y Acosta, que votaron en el mismo sentido y confirmaron la declaración de coautoría de Cristian L.F. como uno de los responsables de la muerte del taxista Piriz.
El hecho fue uno de los últimos conmocionantes que afectó a la familia tachera,que sigue trabajando bajo condiciones de inseguridad principalmente durante la nocha y que, entonces, disparó un paro con medidas de fuerza (ver aparte).
convulsión. El taxi que conducía Piriz quedó estacionado sobre Cerrito, a metros de Gutenberg.