Nicolás Agustín Agüero tenía 24 años y un bebé de un año y medio. Trabajaba en la fábrica de electrodomésticos Liliana y desde hace un par de años, atormentado por el precio de los alquileres, se radicó junto a su familia en la casa de su suegra, en Rodríguez al 4400, en el barrio Itatí. El viernes a la noche había programado una salida con su pareja y alrededor de las 21.10 fue hasta la vereda de su casa para esperar la llegada de la mujer. Entonces se sorprendió al ver que dos hombres le habían reventado las ventanillas de su Volkswagen Gacel con fines de robo. Sus familiares contaron que, con las pulsaciones a mil, Agüero se trenzó en lucha con los ladrones sin medir que las consecuencias serían letales.
Los delincuentes hirieron a Agüero con un arma blanca en el lado izquierdo del tórax y recibió varios balazos en el cuello, la espalda y el muslo izquierdo. Los vecinos aseguran haber escuchado al menos cuatro detonaciones, aunque en la escena del crimen quedaron cuatro vainas calibre 9 milímetros, cinco vainas calibre 22 y dos proyectiles de ese mismo calibre.
“No sabemos nada. Pensamos que le han querido robar el auto o algo de adentro del auto. Cuando salimos lo encontramos agonizando. Las ventanillas del auto estaban rotas y el tirado sobre la vereda, al costado del pasillo en el que vivía. Por lo que vemos es que al darse cuenta que los ladrones estaban armados saltó la zanja (de aguas pestilentes) y le empezaron a disparar. Nosotros lo cargamos en el Gacel de él y un vecino lo llevó hasta el Hospital Clemente Alvarez, pero llegó muerto”, explicó uno de los familiares de Agüero.
“A nosotros nos arruinaron la vida. El tenía un bebe de un año y medio y la esposa está embarazada. El no era de acá, de este barrio, era de Yrigoyen, de la zona de San Martín y Kanthuta. El no quería vivir acá porque le daba miedo la zona, pero muchas veces no se vive donde se quiere sino donde se puede. No pudieron pagar más el alquiler y se afincaron acá”, relató uno de sus familiares.
“Algunos vecinos nos dijeron que los que lo mataron eran dos tipos. Que corrieron por calle Rodríguez hacía el lado de las vías y doblaron por la cortada Maratón, y ahí se perdieron. Por esa zona, sobre las vías se vende falopa. No te tiene que extrañar que sean pibes que son soldaditos y salieron a chorear. Total, a ellos les da lo mismo. Nosotros somos gente de trabajo, no hacemos otra cosa que laburar y nos pasa ésto. Nos arruinaron”, explicó otro pariente de Agüero.
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Rodríguez al 4400, barrio Itatí, la escena del asesinato de Nicolás Agustín Agüero.
Foto: Virginia Benedetto.
La escena del crimen de Nicolás Agüero sobresaltaba ayer por la violencia de las marcas que quedaron. Ocho círculos de tiza marcados por la policía en el pavimento. Vainas de dos armas diferentes. Una descripción de heridas en el cuerpo de la víctima que incluyeron al menos un arma blanca y dos de fuego. Tres impactos sobre la pared de ladrillo huecos de la casa en cuya vereda terminó la vida del muchacho. El trabajador vivía sobre calle Rodríguez entre Mister Ross y Juan Canals, y el pasillo en que vivía da a la cortada Achaí, un pasaje que debería desembocar en Callao pero que tiene su paso cortado por un basural. Es la parte trasera de una distribuidora de caños cuyo ingreso está por Mister Ross al 2600 y que cuenta con cámaras de video vigilancia orientadas hacia la esquina con Rodríguez.
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La escena de ayer la completaba una familia que intentaba encontrarle lógica a la sin razón de un crimen mientras mostraba una foto retrato en la que Nicolás posa, a pura sonrisa, con su pareja y su bebé. “Con la esposa iban a irse al Casino a bailar. Una salida en pareja porque el bebé que tienen se quedaba al cuidado de la suegra. Usted no sabe lo que era Nicolás, un pan de Dios, un buen tipo. Parecía más chico de los 24 años que tenía. Era muy laburante. Físicamente era chiquito pero se ve que les salió a enfrentarlos (a los asesinos) y lo mataron”, relató uno de los familiares.
El homicidio de Nicolás Agüero será investigado por el fiscal Patricio Saldutti, quien comisionó a efectivos de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) para que trabajaran recabando testimonios de potenciales testigos y la existencia de cámaras de videovigilancia públicas y privadas en las inmediaciones.