Por Leo Graciarena
Bajo sospecha
"Por culpa de estos soldaditos de mierda estamos llorando a un inocente", explicó una vecina que hizo punta para romper con la mordaza del miedo. Otros residente fueron a más. Hablaron de dos hermanos: "Tonga" y Andrés, quienes regentean un puesto de venta de drogas en un pasillo de Pueyrredón al 4200, frente a donde se jugaba el partido.
"Todos sabemos que la bronca es con ellos, porque son unos tira tiros que se meten con todos. Hace unas semanas vinieron a jugar a la pelota unos pibes de la Villa Moreno y a uno le pegaron un tiro en una pierna. La otra vez fueron a tirar tiros contra los edificios (Pueyrredón entre Doctor Riva y Centeno). Ellos se le animan a todos y cuando los vienen a buscar ponen de escudos a sus hijos. A la madre de estos pibes le agarró un ACV por los problemas que le trajeron los hijos", describió otro vecino.
Entre las charlas con los residentes del barrio aparecieron otros protagonistas de la movida barrial. "Garcunchi", un hombre al que los vecinos asociaban ayer con la venta de estupefacientes y cuyo hijo fue asesinado en noviembre pasado a 150 metros de donde cayó muerto Pablo Silva. Y los "Cagatintas", una gavilla de tira tiros y vendedores de droga que luchan por el control territorial.
Ayer a la mañana la esquina de Garibaldi y Pueyrredón amaneció custodiada por un par de patrulleros que indignaron a los vecinos. "Ahora aparecen. Todos saben que estos soldaditos generan líos todo el tiempo. Ahora la cana está porque vinieron los periodistas. Es sólo por eso", expresó mascando bronca una vecina. Y fue así. Los móviles se quedaron hasta media mañana, cuando los equipos periodísticos comenzaron a dejar el lugar.
"Da mucha tristeza porque Pablito era un nene que no tenía problemas con nadie. Que estaba todo el tiempo en esta zona jugando a la pelota o andando en bicicleta. Era un nene que no estaba en cualquiera. No tomaba, no se drogaba, era deportista, jugaba al fútbol en Juan XXIII. Es una pena que todo esto se pague con sangre inocente", reflexionó una doña de Garibaldi y Pueyrredón. Y en medio del trabajo periodístico, algunas motos y autos pasaban frente a los cronistas y sus ocupantes miraban desafiantes como dando muestra del control territorial.
Una vida ligada al fútbol
Pablo concurría a la escuela de República Árabe Unida al 2200, a sólo cinco cuadras de donde fue mortalmente herido. El 5 de octubre había cumplido 14 años y tenía dos pasiones: Newell's y Juan XXIII. "Mañana (hoy) terminaba de cursar y no se llevaba ninguna materia", explicó Antonio, su papá (ver página 30).
Pablo era el menor de cuatro hermanos. Los tres varones pasaron por el Club Juan XXIII, donde el mismo Antonio trabaja como coordinador de las inferiores y ayudante de campo del director técnico de la primera. "Jugaba en Juan XXII desde los 3 años, era el enganche en la (división) 2004", explicó el hombre.
El miércoles Pablito fue a la escuela, almorzó con su papá y se acostó a dormir la siesta. A media tarde salió para ver a sus amigos y a las 20 estaba en la canchita, a cuatro cuadras de su casa para ver jugar a sus hermanos. Alrededor de las 21 a Antonio le avisaron que Pablito había sido herido de bala y que lo habían trasladado grave al Heca. Pasadas las 23 su hijo había muerto.
Barrio y muerte
La llegada de la urbanización dejó atrás los tiempos de la villa para hacer de Itatí un barrio diferente. Pueyrredón y Garibaldi marca una especie de punto neurálgico en la zona: está el centro de salud y de convivencia barrial "Itatí" y la canchita de fútbol donde resalta el mural en memoria de "Gamuza", un pibe del barrio que murió años atrás tras quedar postrado en una silla de ruedas después de ser baleado. En los últimos cinco años, en un radio de cien metros a esa esquina, se produjeron al menos 8 homicidios.
Según se pudo reconstruir, alrededor de las 20 Pablito llegó a la esquina de Pueyrredón y Garibaldi donde hay bancos y mesas de cemento para ver jugar a sus hermanos. En el lugar también estaban los soldaditos apuntados por los vecinos. Alrededor de las 20.30 por el lugar pasaron hombres armados. Algunos dicen que en una moto, otros que lo hicieron en autos. Incluso, algunos aseguran que iban caminando. Lo concreto es que buscaban a "Tonga" y Andrés, los hermanos apuntados como vendedores de drogas.
Y uno de ellos estaba vestido con ropas similares a las de Pablo. El soldadito, al ver lo que iba a ocurrir corrió, igual que Pablo y muchos más. Entonces se escuchó un sólo disparo. Pablo recibió una herida en la región lumbar que le lesionó la aorta y se le incrustó en la columna.
"Lo único que decía era que no sentía las piernas", explicó un testigo. Los amigos detuvieron la marcha de una vecina que circulaba con su auto. Cargaron al nene malherido y lo llevaron al Hospital de Emergencias. Cuando su padre llegó al centro asistencial, tras peregrinar por eotros hospitales le dijeron que el cuadro era irreversible.
El asesinato de Pablo Silva es investigado por el fiscal de Homicidios Miguel Moreno, quien comisionó a la Policía de Investigaciones (PDI) para recabar testimonios de vecinos y de familiares de la víctima. También que se relevaran cámaras de videovigilancia de la zona para tratar de identificar a los homicidas.