El coronavirus deja en Brasil una de las peores estelas de muerte y desolación del mundo. A un año de la pandemia, el país está marcando un nuevo y penoso récord: 1.700 muertes por Covid-19 en 24 horas, el número de muertos más alto en un solo día de toda la pandemia.
Ninguna otra nación que haya experimentado un brote tan grave sigue teniendo el índice récord de fallecimientos como el de Brasil ni sigue con su sistema de salud al borde del colapso. Muchas otras naciones duramente golpeadas, sin embargo, van dando pasos tentativos hacia cierta normalidad.
En una nueva señal del empeoramiento de la situación, el estado de San Pablo —donde viven 46 millones de habitantes, una población similar a la de toda la Argentina— anunció ayer dos semanas de cuarentena con cierre de comercios, bares, restaurantes y toda actividad recreativa, además de un toque de queda nocturno para evitar el colapso de su sistema sanitario.
Horas antes, el estado de Paraná, fronterizo con la Argentina, había anunciado que su sistema de salud está colapsando por falta de capacidad hospitalaria ante la avalancha de pacientes que necesitan camas de terapia intensiva a causa de la segunda ola de coronavirus, una situación similar a la de Santa Catarina y Mina Gerais.
Varias ciudades fronterizas con la Argentina poseen sus sistemas públicos de salud colapsados por la pandemia.
Bolsonaro, ni palabra
Pese a todo ello, el Gobierno federal del presidente Jair Bolsonaro sigue sin asumir la responsabilidad de la doble crisis sanitaria y económica que sacude al país y ayer limitó a defender el plan de vacunación y a oponerse a mayores medidas de confinamiento.
“Estamos al borde del colapso tanto en San Pablo como en Brasil. Necesitamos coordinación nacional, algo que no hace el gobierno federal”, pidió el gobernador paulista, Joao Doria, al anunciar la fase roja para el estado más afectado por la Covid-19 en Brasil desde el sábado hasta el 19 de marzo.
La medida excluye de esta suerte de lockdown de baja intensidad a las escuelas públicas y privadas, que deberán estar abiertas para acoger a los estudiantes en caso de que necesiten acudir a clases presenciales y no se opte por el sistema remoto.
El aislamiento social promedio diario en el estado de San Pablo es de 39%, cuando el ideal es cercano al 70%.
El cierre anunciado hoy se tomó porque fue superado el 75% de ocupación de camas y se baten récord diarios de internaciones a causa de la segunda ola de coronavirus, que según especialistas está vinculada a la mezcla de cepas del virus y a la variante P1, la variante del Amazonas.
Según cifras oficiales, 60.381 personas han muerto en San Pablo, con 2.068.616 casos confirmados, y esta fue la peor semana de la pandemia, con 468 muertes en 7 días.
Por eso, Doria también impuso un toque de queda nocturno de 20 a 5.
El cierre a partir del sábado incluye a parques públicos, plazas, playas, clubes, gimnasios, shoppings, teatros, cines y bares y restaurantes, estos últimos autorizados a hacer delivery.
Con el mismo dramatismo anunció el estado de Paraná su colapso sanitario.
“Yo diría que estamos entrando en colapso”, dijo el secretario de Salud de Paraná, Beto Preto, un día después de que fuera superado por falta de camas el sistema hospitalario de Santa Catarina, también fronterizo con la Argentina, y el de la región sur de Minas Gerais, razón por la cual enviaron pacientes a ser internados a otras regiones del país.
El colapso se produce en el peor momento de la pandemia, con más del 4% de la población vacunada desde el 17 de enero, al menos diez capitales provinciales con una situación crítica hospitalaria y con una ley aprobada anoche por el Congreso que permite a estados, municipios y privados comprar vacunas independientemente del gobierno federal. Paraná tiene una ocupación general de 92% pero del 97% en la región de la Triple Frontera Brasil-Argentina-Paraguay, donde la situación es crítica para el sistema público y privado.