El punto obtenido por Newell's tiene valor. Adquiere importancia por la forma en que se consiguió. Fue una igualdad agónica y, hay que reconocerlo, que nadie imaginaba. Es que los últimos pasajes se consumían, así como la esperanza de empatar el partido de peor desempeño rojinegro bajo la conducción de Bidoglio. Es un motivo para entender por qué el resultado sirve. Porque no cayó. Porque extendió el invicto con el actual entrenador. Aparte la lepra reforzó su producción de visitante, donde tan mal andaba con Omar De Felippe. Es obvio que lo de ayer es para reflexionar y trabajar, considerando la involución que tuvo en el Nuevo Gasómetro y que los cuatro empates consecutivos de este año no sirven para mejorar la campaña.
El juego en el clásico había sido un retroceso en el funcionamiento de Newell's. Se podía ser tolerante por lo que implica ese partido, por todo lo que lo rodea. Pero lo que se esperaba ayer era que recupere lo mostrado en anteriores presentaciones, aunque por el momento no había logrado sostenerlo dentro de un mismo partido. Nada de eso sucedió.
La expectativa por observar un mejor Newell's también pasaba por el mal momento de San Lorenzo. Era un rival que podía otorgar ciertas ventajas. Que de por sí lo hizo. La falta de jerarquía del Ciclón es preocupante y explica por qué alcanzó ayer los 10 partidos sin triunfos y los seis sin victorias en su estadio.
Ante un adversario que planea ser ofensivo, y se queda en el intento, Newell's no asumió el protagonismo que se propone. No fue capaz de presionar para quitar la pelota lejos de su arco, jugó la mayor parte del primer tiempo en su propio terreno, la pelota nunca salió limpia de los pies de sus futbolistas, y lo más llamativo es que hasta los mejores dotados la entregaron mal.
Newell's tiene que seguir agradeciendo que la figura de Alan Aguerre se agiganta partido a partido. Con tres atajadas enormes, arrojándose a un palo o al otro, sostuvo a la lepra en los peores momentos. Nada de responsabilidad le cabe en el gol local, una jugada confusa y discutida en la que los futbolistas rojinegros reclamaron enérgicamente. Es que dio la impresión que hubo una mano de Senesi y otra de Blandi. Incluso, en su intento por patear, el atacante golpeó con el pie a Bíttolo, que por esa acción debió retirarse lesionado. Fue todo veloz y difícil de apreciar. Espinoza entendió que no pasó nada.
Ese gol fue una prueba anímica para Newell's. No había rendido y se tenía que ir al descanso un gol abajo, que encima consideraba que fue ilegal. La urgencia era reponerse, reincorporarse, asumir otra propuesta, no dejar que San Lorenzo, con poco, lo deje de rodillas.
La respuesta apareció. Sin lograr un cambio brusco en el desarrollo del encuentro, controló las acciones, la pelota y jugó más adelante. Llegó en contadas ocasiones, más que en la etapa anterior, pero fueron situaciones de peligro.
Cacciabue continuó derrochando energía en el medio y aparecieron otros que no pesaron en la primera etapa. A partir de la contención de Rivero, Newell's la recuperaba y progresaba en el campo de juego. Formica participó más y la hizo circular mejor. Insaurralde luchó y exigió a la zaga local.
Con eso le alcanzó para que San Lorenzo mostrara enormes dudas y deficiencias. Pero no resultó suficiente y en el último cuarto de hora la lepra decayó. Entonces el Ciclón jugó sin tantos apremios y si no lo liquidó fue por impericia en las contras.
Newell's defendía a esa altura con tres. Bidoglio sacó a Nadalín para que ingrese Alexis Rodríguez. Más allá del cambio, el partido se encaminaba al final y costaba imaginar que algo se modificara. Pero sucedió. Alexis se juntó con su primo Maxi y estampó el 1 a 1 en el tiempo adicional.
Fue la conquista de un empate que alivia, que pinta con otro panorama una realidad que parecía que tendría un color sombrío. Newell's se fue del Nuevo Gasómetro sin perder. Prolongó el ciclo de Bidogio sin traspiés. De visitante acumula dos empates y una victoria. Claro que nada se sostendrá en el tiempo si no mejora lo de ayer.