El punto final de una temporada llegará el miércoles. El punto de partida para el duro desafío que se viene se pondrá en marcha con el inicio de la pretemporada. De allí en más, Cocca estará en la obligación de lograr que el equipo dé un salto de calidad desde lo futbolístico. Es que sólo de esa forma el canalla tendrá chances serias de hacer que la lucha por la permanencia no sea una pesadilla hasta el final del torneo. Pero el crecimiento futbolístico no será lo único a mejorar. Desde lo físico Central también estará atado a una mejora sustancial por la sencilla razón de que en los tiempos que corren, una mala preparación en ese sentido significa dar muchas ventajas. Y el canalla las dio a lo largo del semestre, sufriendo horrores en el tema lesiones y quedando lejos de las respuestas mínimas que un equipo debiera entregar en la recta final de un partido. La muestra más acabada, quizá por ser la más reciente, es lo sucedido el pasado jueves en el Malvinas Argentinas, donde Boca le marcó la real diferencia en los últimos 15 minutos, cuando muchos de los jugadores canallas se quedaron prácticamente sin piernas.
Resulta extremadamente difícil analizar de manera fina la preparación física de un equipo, por la sencilla razón de que hace falta un conocimiento profundo en el tema, pero cuando los indicadores de ciertas falencias se repiten hay muestras que afloran por decantación. Central no puede darse el lujo de dar ventajas en la próxima temporada y por eso será crucial el trabajo que pueda hacer el cuerpo técnico de Cocca cuando los futbolistas retomen los trabajos.
El semestre que para Central está por llegar a su fin fue programado por el cuerpo técnico de Edgardo Bauza, el mismo que en sus primeros seis meses llevó a cabo un plan de trabajo que coronó ni más ni menos que con un título. Lo cierto es que de enero para acá pareció haber una merma desde lo físico. Ello no invalida lo espinoso que resulta el tema, especialmente cuando se producen cambios de entrenadores. Suele suceder que hay cosas que se piensan pero no se dicen para no apartarse de los famosos códigos que tiene el fútbol.
El foco de atención no está puesto exclusivamente en las lesiones que el equipo haya sufrido, aunque ello sea parte del combo. El tema es que en muchos partidos, Central decayó en su rendimiento físico y la mayoría de las veces pagó las consecuencias. En este último tramo del torneo, con dos cuerpos técnicos nuevos, la cuestión física fue un tema que sobrevoló Arroyito, pero del que no hubo palabras aclaratorias. Apenas algunas frases que insinuaron algo, pero que no fueron mucho más allá de ello.
Durante la estadía de Paulo Ferrari no fueron pocas las voces cercanas al cuerpo técnico que hablaban de que el equipo no estaba bien desde lo físico. Lo cierto es que el Loncho rotó muchas veces en los pocos partidos en los que estuvo al frente del grupo. Es más, una de las primeras medidas adoptadas fue diagramar un plan de acondicionamiento físico para un grupo de jugadores, entre ellos el colombiano Jarlan Barrera.
"Ponemos a los que mejor están. Con los que están al ciento por ciento salimos a jugar", fue una de las frases más directas que vertió el Loncho Ferrari. Las hizo tras el empate en Mendoza contra Godoy Cruz (hasta allí había dirigido dos encuentros: Belgrano y Gremio), en lo que fue la previa del choque ante Universidad Católica, en Chile, por la Copa Libertadores.
Ferrari siempre intentó que el equipo lograra un juego más vertiginoso, incisivo y vertical, pero siempre pensó que necesitaba tiempo no sólo para practicarlo, sino para que los jugadores pudieran adaptarse desde lo físico para esas exigencias.
Cuando Cocca llegó a Arroyito lo hizo sabiendo a lo que se exponía. Pero el actual DT también en un determinado momento metió la cuestión física en el medio, sin hundir demasiado el bisturí, pero con insinuaciones claras. "Físicamente no lo pudimos aguantar", se despachó en la conferencia tras el partido contra Independiente "Si tuviera tiempo, semanas largas o una pretemporada, este equipo seguramente jugaría a otra cosa", agregó, aunque se amparó en la idea de que "jugando cada tres días es imposible trabajar".
Dato significativo y objetivo: ambos entrenadores apostaron a un recambio pronunciado cuando la doble competencia los puso a prueba.
Lo del jueves en Mendoza fue un eslabón más. Amén de que Boca siempre le manejó la pelota (en parte por la forma en la que el canalla decidió encarar el partido), a la real diferencia futbolística el xeneize se la marcó en los minutos finales, cuando la respuesta física del otro lado ya no era la misma.
Central no puede dejar detalles librados al azar. De ningún tipo. La necesidad del crecimiento futbolístico no se discute. La recomposición física será otro de los puntos en los que deberá mejorar.