En Mar del Plata no todo es felicidad. Y menos para los comerciantes, dueños de departamentos y de
hoteles de mediana categoría, ya que lejos de lo que a veces se manifiesta la realidad es que el
turismo disminuyó en cerca de un quince por ciento con respecto a la temporada 2007. Y eso es algo
que se nota en el andar de la delegación leprosa hacia los entrenamientos, un camino que no está
congestionado como la temporada pasada. Esta visión de merma de veraneantes la ratificó el propio
titular del Ente Municipal de Turismo, Pablo Fernández, quien reconoció que "es un mes bueno, pero
no espectacular”.
El antecedente 2007, con los hoteles repletos, los alquileres de departamentos agotados y las
playas colmadas de gente, presagiaron un verano caliente distinto. Aparecieron los abusos y las
tarifas aumentaron en casi más del veinte por ciento, lo que motivó menos gente.
Lo que también se detectó es un cambio de comportamiento turístico, ya que no todos alquilan
por quincena sino por semana. El motivo es la limitación presupuestaria debido al alza de los
precios.
“Hay poca gente y, además, es gasolera”, se queja Raúl, un taxista que recorre a
diario la ciudad y cuya recaudación difiere mucho de la que cosechaba hace un año. “Muchos se
abusaron con los precios y esta es la consecuencia”, agrega con cierto fastidio ya que se
espera con ansiedad el verano para tratar de hacer la diferencia.
La temporada anterior el Ente debió derivar gente a casas de familia, pero este año el
trabajo es mucho más liviano y en los registros que posee figuran un buen número de hoteles con
habitaciones disponibles. La Feliz no está tan feliz.