Habla con naturalidad, sin esconder pasiones ni temores. A este Christian González le alcanza
con un ambiente de tranquilidad para escaparle al personaje que le adjudican en la mitología
canalla. Dice que el rumbo que tomó su presente a los 33 años ya no contempla desmesuras. Y eso
parece proyectar la charla a solas que mantuvo con Ovación. Seguramente es el efecto lógico de una
carrera que conoció todas las estaciones habituales en la vida de un jugador. Ningún integrante del
plantel de Central que está en Mar del Plata se somete al precio de la fama como él. Sus hombros ya
están listos y preparados para soportar toda la presión de un semestre traumático. Pero se siente a
gusto, convencido de que está en el lugar donde quería estar.
—El otro día le hiciste poner la camiseta a uno de los juveniles que estaba por
entrar con el torso desnudo al hall del hotel.
—¿Cómo viste eso? Hay que mantener cierto respeto. No estamos
solos en el hotel. Yo también lo hice cuando tenía 18 ó 19 años. Pero no está bien entrar descalzo
o con el torso desnudo a un lugar. Ellos saben bien hasta donde pueden joder.
—¿Te incomoda que los chicos del plantel te tengan en un pedestal?
—No, pero que te miren así tiene sus riesgos. Quiero que saquen lo
bueno de mí. Que no miren mis reacciones pelotudas cuando me hago expulsar o cuando me agarro los
genitales. Quiero que se acuerden del Kily como un buen tipo y no que digan que era un jugadorazo,
pero una mierda como persona.
—¿Ponés en riesgo tu prestigio jugando por el promedio con
Central?
—Ni pienso en mi prestigio, pero no me quedé para descender. Si
eso ocurriese nos tenemos que ir todos. Pero no va a suceder. Este es uno de los clubes más lindos
del mundo. No lo digo como hincha. Si no pensara así me voy a mi casa. Estoy sin haber firmado el
contrato. Soy jugador libre (risas). No lo digo para quedar bien ni para vender humo. No me quedé
por plata. Se hablaron muchas boludeces. Es cierto que con la otra dirigencia se manejaron otros
números. Pero ellos prometieron y yo no dije quiero ganar esto o lo otro. Para mí hubiera sido más
fácil quedarme en mi casa y que nadie me putee. Se olvidan que rechacé una oferta importante para
ir a Boca. No me arrepiento de nada. Estoy feliz en Central. Siento que hoy tengo que ponerle el
pecho a esta situación. Si estoy bien puedo aportar mucho. Quiero que la gente después diga que me
quedé para estar en la jodida, que no me lavé las manos. No me olvido de lo que me dio el club como
persona y jugador. Lo mío es sentimiento puro. De lo contrario, vos creés que me voy a arriesgar a
comerme un descenso con Central después de la carrera y de lo que gané.
—¿Lo decís por alguien?
—No, lo digo por mí. Quiero demostrarle a esa gente que piensa que
le hago mal a Central que no es así.
—¿Si no arreglabas te retirabas?
—Tengo ganas de seguir. Había cosas dando vuelta, pero mi cabeza
está en Central. Quiero ponerme bien esta pretemporada y lo voy a conseguir.
—¿El hincha está preocupado porque no llegan los refuerzos?
—Obvio que la gente quiere que el equipo ya esté armado. Pero si
no viene nadie más igual hay equipo para salir adelante. El hincha tiene muy presente el pésimo
torneo que hicimos. Tiene toda la razón del mundo en desconfiar. No puede ser que no ganemos un
partido en 15 fechas. Eso no lo aguanta nadie. Si lo repetimos, nos vamos a la B. Pero el club no
está así sólo por lo futbolístico. La dirigencia tuvo mucho que ver en esto. No podés entrenar y
que al lado salten todos los quilombos. Eso incide. El domingo la gente se olvida de eso, pero
nosotros no entrenábamos tranquilos.