"Yo sólo cuento plata, es todo lo que hago. Cuento mis millones...". El gigante Bernard Tomic descendió 25 puestos en el último ránking mundial y se ubica en el puesto 168. Tiene 25 años, nació en Stuttgart, reside en Montecarlo, lo entrena su padre John y juega para Australia. Es profesional desde 2008 y sólo en premios por torneos de singles y dobles lleva recaudados 5.323.195 dólares. Tomic contestó así a una referencia periodística tras perder en la última ronda de la qualy del abierto de Australia con el poco conocido italiano Lorenzo Sonego. Hace dos años, el 17 de enero de 2016 logró su mejor ránking tras llegar a las semifinales de Brisbane: se ubicó 17º.
La respuesta básica, soberbia y repelente contrasta drásticamente con las lágrimas de Roger Federer tras ganar por sexta vez el título en Melbourne Park. Una postura, la del suizo, casi amateur de un consagrado de 36 años que la gran mayoría sindica como el tenista más grande de todos los tiempos.
En un momento, Roger llora como una criatura y Rod Laver (79 años) lo filma desde la tribuna antes de ungirlo como el más grande de todos los tiempos: "El es el mejor de la historia en mi opinión. Tenemos a jugadores increíbles como Rafael Nadal con sus 10 títulos en Roland Garros, pero lo de Roger es increíble. Ha aguantado el paso del tiempo, ama su juego y es capaz de sacar su mejor tenis en cualquier contexto".
Rodney George Laver es el único deportista que ganó dos veces los cuatro torneos de Grand Slam en el mismo año, en 1962 y 1969. Es uno de los espejos de Roger. Y juntos representan la síntesis del tenis. Encima, el escenario que los cobija es justamente el Rod Laver Arena. Toda una simbología.
El amor por el tenis los distingue más que el profesionalismo y sus capacidades. La convicción es más inmensa que el talento. Nacieron para ser número uno y quieren serlo, quisieron serlo. Lo mismo podría decirse de Rafa Nadal, Novak Djokovic, Pete Sampras, Ivan Lendl, Bjorn Borg, John McEnroe, Jimmy Connors... Y allí se desprende el primer asterisco de distinción sobre los y las que no se propusieron serlo porque nunca les interesó o simplemente porque tienen otro proyecto de vida.
Algunos, algunas, lo intentaron pero quedaron en el camino. Otros, otras, como Tomic, sólo lo toman como una forma de ganar buena plata.
La postura de Bernard muestra lo más individualista e interesado del deporte más individual. Lo de Roger ofrece la cara más maravillosa de alguien consagrado a una actividad que hace alinear los planetas para quedar en la historia.
Precisamente, historias hay muchas. Quizás tantas como talentos.
Federer siempre reconoce que Nalbandian fue su primera sombra negra. Vale la pena recordarlo: "David durante mucho tiempo fue mi bestia negra. Nos conocemos desde nuestra final en 1998 en el US Open de juniors. Tuvimos muchos partidos apretados, grandes encuentros. Conozco el peligro. Podría haber tenido un partido más fácil. Es una supertercera ronda", se quejó Roger sobre el sorteo antes de enfrentarlo en Wimbledon 2011. Después lo superó claramente por 6/4, 6/2 y 6/4. El historial marca que Roger ganó 11 veces y David, que ganó los primeros cinco, se impuso 8 veces. Todo muy parejo y a la vez tan lejano. Capacidades parecidas, elecciones muy diferentes. El 1º de octubre de 2013 el cordobés anunció que no jugaría más profesionalmente.
No hay muchos talentos de diferencia entre Roger y David, no tantos. La gran distancia está en los objetivos. Mientras el suizo siempre trabajó para ser número uno, Nalbandian nunca se lo propuso.
La supercompetencia no es para cualquiera, o en todo caso no todos están dispuestos a resignar calidad de vida, que es una de las inversiones más caras que requiere el tenis. "Cuando dejé el tenis sentía un agotamiento mental. Llevaba dos o tres años en los que ya no disfrutaba. Me comenzaba a pesar el tener que ir a entrenarme y se me estaba haciendo muy difícil. Me puse en contacto con un psicólogo deportivo y me hizo darme cuenta de que ya no quería jugar más. Estaba agotada, necesitaba alejarme del tenis. Ya no era feliz. A veces hay que dar un paso al costado antes de que todo sea peor; yo, de lo contrario, hubiera terminado odiándolo".
Gabriela Sabatini fue una niña prodigio. Llegó a la semifinal de Roland Garros en 1985, a los 15 años. Pero a los 26, con un US Open, dos Masters, otros 24 títulos de individuales, 13 de dobles y un par de finales más de Grand Slam, decidió retirarse.
Le tocó lidiar primero con Chris Evert y Martina Navratilova y después con Steffi Graf y Monica Seles. Las cuatro integran sin duda la élite de todos los tiempos con Serena Williams y no muchas más. Y a pesar de eso Gabriela logró sobresalir. Pero el tenis nunca fue lo más importante en su vida. Y un día se transformó en un mal insoportable.
"Cuando una hace lo que le apasiona no lo siente como un sufrimiento. Lo que a mí me pasaba es que yo era muy joven; cuando venía a Argentina, mis amigas salían por la noche, pero yo me tenía que ir a dormir. Perdés esa etapa de chica. Yo no la tuve y ningún deportista la puede tener. El deporte profesional es muy lindo, pero no es una vida fácil. No puede afrontarla cualquiera", cuenta Gaby, que nunca negoció al ser humano con el tenis.
Es un deporte plagado de historias de todo tipo. Andrea Jaeger, Jennifer Capriati y Martina Hingis también fueron niñas prodigio que debutaron en el profesionalismo entre los 13 y 14 años. Ninguna de sus historias está completa. El Chino Ríos tocó el número uno y salió espantado. Era un talento inconmensurable, pero nunca estuvo dispuesto a canjear sus convicciones. No es para cualquiera el tenis. Guillermo Coria ganaba 6/0, 6/3 y 4/1 la final de Roland Garros 2004 y la cercanía del gran deseo de su vida lo paralizó. Gastón Gaudio fue el beneficiario de tamaño ataque de pánico. Nadie deseaba tanto ese título como Guillermo, nadie fue un rival tan inexpugnable como él mismo.
"Sería mejor estar en la playa tomando una cerveza. Estoy feliz de estar jugando otra vez en Melbourne después de tantos años. Extrañaba estas batallas y tengo dolores por todos lados, pero sigo en pie. Estos chicos son fuertes. Siento que estoy más viejo ya... Juegan tan duro y pegan más duro que yo. Veré ahora qué está pasando con mi cuerpo. Tengo un día de descanso y espero estar listo para el otro partido".
Juan Martín Del Potro sólo pudo ganar 8 games en la tercera ronda de Australia frente a Thomas Berdych después de cometer el pecado de expresar públicamente sus deseos de confort. Soportar las privaciones, asumir el paso del tiempo, acomodar el juego a las necesidades, acostumbrarse a jugar con dolor también son tips imprescindibles para un deportista individual. Si a ello se le agrega el objetivo de ser el mejor y el talento está por encima de la media, se construye una figura irrepetible. Una de ellas se llama Roger Federer.