Para Central era sumamente importante el partido de anoche ante Boca. Pero también lo era para Diego Cocca. Después de unos cuantos cotejos en los que la suerte le fue dispar, aunque con un saldo más negativo, el DT canalla se paró frente a un desafío de magnitud. No había sensación de que estos 90 minutos pudieran ser determinantes respecto a su futuro, pero de la forma en la que el equipo saldría parado le significaría a él un respaldo verdadero o un palo importante en la rueda. Con la respuesta en escena del equipo, Cocca puede haberse dado por satisfecho. No porque Central haya estado en condiciones de torcerle el brazo a Boca, sino porque en un choque ante un rival de una tremenda jerarquía siempre supo mantenerse en partido, aun corriendo siempre desde atrás en el plano de los merecimientos. Porque si algo quedó claro en Mendoza es que el DT canalla armó una táctica y propuso una estrategia más para aguantar que para ir al frente.
Quizá esa apuesta de Cocca forme parte de la sabiduría frente a un partido y un rival claramente superior. Por eso lo de Central fue, cuanto menos, digno, con las falencias obvias de un equipo que llegó mal pisado e incluso con problemas para sostener el ritmo desde lo físico. Porque a nadie se le debiera caer ningún anillo al decir que el resultado que la mayoría vino a buscar a Mendoza fue una victoria sin necesidad de los penales.
Ahora bien, la sabiduría que Cocca expuso anoche para que su equipo se sintiera, al menos de a ratos, medianamente competitivo debió ser preámbulo del enorme desafío que se le avecina, que no es otro más que dejar al canalla en la máxima categoría.
Hasta aquí Cocca había trabajado con lo que tenía a mano, intentando remontar la estela negativa que habían dejado los ciclos de Bauza y Ferrari, pero tomando decisiones que en muchos casos se transformaron en apuestas fuertes. Porque la decisión de guardar jugadores y afrontar compromisos de Libertadores con equipos semialternativos es un hecho del que debe hacerse responsable.
El ciclo de Cocca en Central no fue de lo mejor. Es que después de aquella victoria en cancha de Argentinos en lo que fue su debut, los sinsabores se pasearon con mayor reflejo que las alegrías. Y lo dicho, por decisiones que claramente pudieron ser cuestionables, el equipo jamás logró asentarse ni marcar síntomas de verdadero crecimiento. Lo poquito que hizo en ese sentido fue la revancha ante Aldosivi, en la que el triunfo no le alcanzó para seguir en la Copa Superliga.
Un partido le queda a Cocca por delante (ante Libertad de Paraguay), con Central ya eliminado de la Libertadores, pero de ahí en más será "su" tiempo, el de demostrar que su llegada a Arroyito servirá para encauzar el rumbo. Primero deberá armar un buen plantel, después forjar un buen equipo.
Un traspié pronunciado contra Boca no lo hubiera sacado de su eje, pero podría haber significado el avance de algunas dudas. Central no estuvo ni cerca de ganar, pero tuvo la "virtud" de llegar a esos penales en los que la moneda cae para un lado o para el otro. No hubo lugar para reproches o cuestionamientos desmedidos. En ese aspecto el DT dejó Mendoza con cierta tranquilidad, pero con la clara sensación de que quizá con esto no le alcance para lo que viene.