Regularidad, el tan ansiado estado que todos buscan en el mundo del fútbol, pero que muy pocos alcanzan. Claro, lo que se persigue es una regularidad superadora, que esté signada por los buenos resultados (se puede ser súper regular, pero bajo el dedo acusador de las derrotas), y eso es algo que en Central no pasa. Este equipo de Miguel Ángel Russo transita por una vía demasiado lejana a ese sendero de los buenos resultados. Y lo que ocurre entonces no es otra cosa que la vida en Arroyito se sumerja en una especie de montaña rusa emocional donde durante algunos días parece que la cosa se encamina y al toque la caída se torna pronunciada. Así vive Central hoy, así transitó todo 2024 (inmediatamente después de haber sido campeón) y la gran pregunta es hasta cuándo se mantendrá de esta forma. Porque si hay algo que el canalla necesita es salir cuanto antes de ese subibaja emocional y de resultados porque hay desafíos en lo inmediato que así lo exigen.
El momento de mayor distensión emocional que hubo en el grupo y por supuesto en el cuerpo técnico fue hace pocos días. Había que verle el rostro a Russo en la conferencia de prensa postriunfo sobre Sarmiento en lo que era la segunda victoria consecutiva del canalla, después de la lograda en el choque de ida (también en el Gigante de Arroyito) frente a Inter por la Copa Sudamericana. “Esto es así, pudimos trabajar bien en la pretemporada y vamos creciendo partido a partido”, tiró el DT en aquella ocasión en medio de un clima que creyó podía hacerse extensivo en el tiempo.
Es cierto, este Central cada tanto se regala una alegría y de inmediato se encienden las turbinas emocionales que hacen volar los sueños, pero su mayor problema es esa falta de regularidad en los resultados, algo que lógicamente habría que emparentarlo con la poca consistencia en el juego, porque ambas van de la mano, pero no es punto de análisis en este caso en particular.
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Módica fue titular en la derrota contra Huracán, en el Gigante. Central no pudo aprovechar el envió de Brasil.
Marcelo Bustamante / La Capital
En ese “cada tanto un regalo” se puede incluir por supuesto lo que fue esa especie de patriada que metió en Porto Alegre ante Inter para una gran clasificación a los octavos de final de la Copa Sudamericana. Lo de “patriada” no tiene que ver con que haya necesitado torcer un resultado con goles en el medio, sino con el compromiso y empeño que le puso a un partido en el que empate tuvo sabor a triunfo, por lo que significó, pero también por la forma en la que lo afrontó.
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Desde ese costado, el emocional, también se podía esperar algún tipo de secuelas positivas, porque el ánimo cuenta. Pero cuando todo estaba dado para montarse arriba de la ola y desde ahí surfear lo que se venía, otra vez el subibaja que enmarca funcionamiento y, por ende, resultados. En algo pudo haber cambiado el panorama si Copetti metía el penal, por la sencilla razón de que hoy se estaría hablando de otra cosa y no de un equipo que por quinta vez en el año perdió dos partidos seguidos, algo que no le ocurrió en todo 2023.
La otra vez que el canalla metió dos al hilo
Y cuando se habla de regularidad alcanza con echar un vistazo a una temporada en la que sólo en dos ocasiones logró meter dos triunfos seguidos. La otra vez fue justamente en los partidos contra Gimnasia y Newell’s, que son los compromisos que se le vienen en lo inmediato.
Imposible desconocer que en el medio Central es uno de los pocos equipos en el fútbol argentino que debió someterse a la exigencia de una doble competencia, con participación internacional de por medio, lo que hizo que Russo tuviera que apelar, inexorablemente, a la rotación. Desde esa óptica hay atenuantes que merecen ser tenidos en cuenta.
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Central hizo un gran partido en Porto Alegre, desde donde se trajo la clasificación a octavos de final de la Sudamericana.
Marcelo Bustamante / La Capital
Lo cierto es que esta falta de regularidad está y la necesidad de lograrla se da en el marco de una seguidilla de partidos trascendentes. Porque el despegue lo debe ir a buscar ante el Lobo en condición de visitante, un terreno donde siempre le costó, porque inmediatamente llegará el clásico y en un abrir y cerrar de ojos estará frente a la serie de octavos de final de Copa Sudamericana frente a Fortaleza.
Demasiada exigencia para un equipo que ya demostró en muchas ocasiones su capacidad para sobreponerse a momentos complicados, pero que necesita cuanto antes fortalecer su juego para que ello replique en los resultados. Lo que necesita, una vez más, es ni más ni menos que adquirir una regularidad que lo saque de la postura de la mirada hacia abajo y que lo haga levantar la cabeza.