Central flaqueó desde lo colectivo y Banfield lo taladró sin anestesia ni piedad. En medio de la impotencia popular en Arroyito, el verdugo canalla fue Facundo Cambeses. El arquero visitante tuvo una jornada de ensueño este lunes. Sus manos fueron una muralla. Se hizo gigante en el Gigante cuando su equipo más lo necesitaba. No solo porque hacía ocho fechas que no ganaban. Sino además porque cuando los auriazules lo exigieron y amagaron con empardar las acciones, el guardameta se puso la capa de héroe en un contexto desfavorable y se volvió al sur bonaerense bañado en elogios.
El equipo de Tevez retrocedió unos casilleros en torno a la evolución futbolística. El Apache no pudo decodificar la estrategia de Banfield. Tampoco emplear la propia. Caso contrario, cae de maduro que la historia hubiese sido otra. Central quedó de rodillas ante las miradas de su gente, que se fue descolorando con el correr de los minutos.
Es verdad que el canalla casi inauguró el marcador antes del primer cuarto de hora. Ignacio Malcorra lanzó un córner punzante desde la derecha y Mateo Tanlongo clavó un cabezazo formidable. En esas milésimas de segundo pintaba para gol en el imaginario colectivo. Pero no. La potencia de las piernas y manos de Cambeses desactivaron la celebración en masa.
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¿Entra o no? Cambeses tapó, pero el remate de Buonanotte pasó. Se fue al lado del palo.
Trascartón, el taladro cerró una acción colectiva tan eficaz como letal. El juvenil atacante Agustín Urzi decretó el 1 a 0 a los 22’. ¿Inmerecido? No, porque la tuvo y la capitalizó. El auriazul acusó recibo y lo prepoteó a su rival en algunos pasajes. Aunque no tuvo la fuerza necesaria para doblegarlo. Menos al arquero. El mismo que a los 41 minutos entró en escena para evitarle el grito sagrado al “chico maravilla” Facundo Buonanotte tras un soberbio remate de media distancia.
No quedó otra que ir al descanso masticando impotencia y proyectando un segundo tiempo color esperanza de verdad. No obstante, el complemento tuvo varios matices interesantes como aristas que sobresalieron. Una de ellas es que Cambeses estaba destinado a ser el hombre del partido. El arquero se comió el arco.
Con más vergüenza que ideas claras y convincentes, el canalla intentó empardar el partido. De hecho, a los 56’ Alan Marinelli protagonizó una jugada individual que dejó a Buonanotte para que definiera. El pichón de crack definió rápido frente a la salida del arquero y la pelota se fue apenas desviada como en cámara lenta ante las desilusionadas miradas de los fieles.
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De no creer. Báez aún está gritando el gol de Central porque no pensó que la sacaron de adentro.
Así y todo, el local no se quedó y tuvo otra gran chance a los 21’. Fueron dos cabezazos dentro del área, que según el manual del fútbol debía terminar en gol. ¿Qué sucedió? Cambeses pareció tener resortes en sus piernas, voló a su izquierda con alma y vida, y con las dos manos haciendo fuerza hacia afuera logró anular el festejo que ya tenía suelto en la boca el paraguayo Báez. Si no entró esa, no entraría ninguna más.
Y así fue. Porque el partido terminó y Banfield se quedó con los tres puntos. Aunque el gran responsable de la victoria fue ese mismo jugador que se paró debajo del arco e hizo todo a la perfección. Se llama Facundo Cambeses.