Oscar “Ringo” Bonavena vuelve a subir al ring. El periodista Ezequiel Fernández Moores escribió hace 23 años “Díganme Ringo”, un libro basado en la vida del boxeador desde su infancia en Parque Patricios, pasando por el enfrentamiento con Muhammad Alí en el Madison Square, hasta su asesinato en la puerta de un burdel de Nevada por meterse con la mujer de un hampón. Apodado Ringo porque una fan de los Beatles lo llamó así al verlo en Nueva York, Bonavena era hincha de Huracán, fanfarrón y farandulesco. Nunca logró un título mundial, tenía pie plano, voz aflautada y una técnica dudosa arriba del cuadrilátero. Aun así alcanzó una popularidad que “sigue vigente en los nietos de quienes lo vieron pelear”, le dijo Fernández Moores a Ovación. El autor decidió reeditar este libro de 300 páginas por su cuenta. Y le fue bien: confesó que ya recuperó todo el dinero invertido, que no le interesa que el texto sea un “boom” y no le es necesario comercializarlo a través de las librerías. Entonces, si a usted le interesa leerlo deberá reservarlo a través de [email protected] o deberá calzarse los guantes e ir a la presentación, libre y gratuita, que ofrecerá Fernández Moore, hoy a las 18.30 en Córdoba 2965. Promete ser un buen round.
—Presenta un libro que escribió hace 23 años. ¿Qué le pasa hoy cuando lo lee?
—Lo quiero tirar a la basura... Sólo me río de mí mismo, pero imaginate, si te pasa con una nota, que la ves al otro día y te preguntás cómo escribí esto, ¿cómo no te va a pasar con un libro? Es una reacción inevitable para toda persona que escribe: no soy el mismo después de 23 años y me di cuenta de que hoy no escribo exactamente así. Ni mejor ni peor, pero uso otras puntuaciones, creo que otro ritmo... pero a la vez lo veo como un texto completamente digno, lo recontrabanco, me gusta y por eso lo reedité.
—¿Ringo también cambió en estas dos décadas?
—No, y eso me lleva a reeditar el libro. Ringo permanece en la memoria popular, sigue teniendo vigencia. Si ves una telenovela el boxeador probablemente se llame Ringo, no Carlos, como Monzón, o Nicolino, como Loche. Y está el tema metalero “Aguante Bonavena”, de Almafuerte, y el “Ringo Bonavena”, de Las Pastillas del Abuelo. Yo digo que lo rescatan los hijos de los tangueros de Parque Patricios, el barrio de Ringo, estos pibes no lo vieron boxear pero tienen el registro de él heredado de sus padres y abuelos.
—¿Cambió su idea del boxeo con el libro?
—Sí, porque empecé a trabajar como periodista en el 78, escribía en deportes para la revista El Periodista y fui al Borda. Allí vi ex boxeadores, personas NN, golpeadas; vi el daño del boxeo y publiqué muchos artículos duros sobre el deporte, que generaron polémica. Algunos me reprochaban esa actitud y me decían: “Vos no estás en el Luna”, y yo les contestaba: “Vos no estuviste en el Borda”. Además por esa época leía mucho a Dante Panzeri, quien directamente desconocía al boxeo, decía que era un “homicidio legalmente autorizado”. Pero luego me ofrecen escribir un libro sobre algún personaje popular del deporte. Había quince futbolístas, otros nombres y cuando vi el de Ringo me zambullí en su historia, porque era la historia de mi infancia. Le entré al boxeo desde otro lugar, desde el lado del personaje, y todo cambió.
—¿Le faltó alguna voz al libro que hoy piense que debería haber estado?
—Tal vez su viuda, Dora, es alguien que me faltó entrevistar. Sólo tuve un breve diálogo con ella, no quiso hablar más y yo respeté esa decisión y varias cuestiones íntimas que Ringo nunca había hecho públicas. Como periodista me vivo cuestionando esas cosas, uno entra a la vida de algunas personas sin pedir permiso y termina escuchando cosas interesantísimas de la vida íntima. Pero creo que hay que establecer un debate permanente con el propio ombligo y preguntarse: ¿por qué tendría que contar esto? Seguramente vendería más, pero estoy en absoluto desacuerdo con las actuales reglas del oficio; no creo que en el nombre de “el pueblo quiere saber” debamos contar todo, no acuerdo con eso de “soy frontal, digo lo que siento y sin filtro”, si puedo herir a otros.
—¿Cuántos hombres había en Ringo Bonavena, era el púgil, el que cantó “Pío Pío” en Pipo Mancera, el que actuó con Zulma Faiad en calle Corrientes, el que lo basureó a Alí y lo enfrentó en el ring...
—Era todos. El analista de medios Martín Becerra lo definió bien: dijo que Ringo era mediático en tiempos en que aún no se conocía la palabra “mediático”. Se construyó a sí mismo cuando no había RRPP ni internet ni representantes. El estaba solito con su alma y sin embargo llegó al Madison, con el más grande de todos los tiempos, la pelea se vio por TV. Era nuestro Neil Armstrong. Era mucho más que un boxeador, tanto que Borges aprovechó su antiperonismo y dijo que a su velorio acudió más gente que al de Perón. Realmente hubo mucha: era mayo del 76, plena dictadura, la gente no salía mucho a la calle, pero fueron miles al velorio en el Luna Park.
—¿Todas esas facetas se verán en el libro?
—Traté de reflejarlas, en “Díganme Ringo” se encontrarán con una época de la Argentina y del boxeo mundial, hay mucho registro de época. La anecdota más famosa es su pelea con Alí, también un personaje poderoso, la voz de muchos que no tenían voz.
—¿El próximo libro será también sobre algún personaje?
—No, será una compilación de artículos míos pero también me ronda un personaje sobre el que escribiré pero que no puedo develar. No es deportivo, pero es popular y argentino, con mucha memoria popular, de esos que resisten en los pósters de las carnicerías, esas son las historias que me gusta contar.
—Tengo entendido que usted no usa celular, para los tiempos que corren podría ser usted mismo ser el personaje de un libro.
—Sólo uso móvil cuando me mandan a un viaje a cubrir notas, a un Mundial, pero acá no lo necesito, no quiero que me encuentren siempre ni que nadie compre el resto de mis horas.
—¿Cuando escribió “Díganme Ringo” no se escribían tantos libros deportivos como ahora. ¿Lee este género?
—Sí, tengo 1.500, me jacto de tener la biblioteca privada de libros deportivos más grande de latinoamerica. Total, ¿quién lo va a comprobar? Para mí el deporte es el eje para contar buenas historias.