Nicolás Mastroberardino es el dueño de Al Volo Fisherton. La Capital Multimedios lo distinguió por su tenacidad a la hora de convencer a los empresarios de incorporar personas con neurodivergencias y síndrome de Down a sus filas.
Nicolás Mastroberardino tiene una fuerza arrolladora. Con esa energía, va uno por uno, convenciendo a los empresarios rosarinos de la fortaleza que significa para cada empresa poder incorporar a sus fijas a personas con neurodivergencias y síndrome de Down. Él lo probó en su bar, Al Volo Fisherton, y se convenció de que ese era un buen camino porque mejora el ambiente laboral, estimula la vida a otras personas y hace sentir bien a quien lo hace. Su experiencia es contagiosa.
Es por eso que La Capital Multimedios lo distinguió por su aporte a la cultura inclusiva en el evento de fin de año realizado en la Bolsa de Comercio de Rosario. “La distinción de La Capital me pone feliz, me da un placer enorme el reconocimiento al trabajo. Pero lo que más me pone contento es que esto se va a hacer masivo. Eso es lo importante, que no quede sólo en Al Volo Fisherton sino que salga puertas afuera, porque cuanta más gente lo conozca mejor es porque más posibilidad vamos a tener de conseguir puestos para los chicos”.
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El equipo de Al Volo Fisherton junto a Nicolás.
Foto: Matías Ottonelli / La Capital
Este año el trabajo de Nicolás se expandió. Decidió unir sus fuerzas con la Fundación San Agustín que trabaja la inclusión desde el rugby y juntos apuestan a lograr que muchas personas más puedan ser incluidas en oficinas, restaurantes, empresas, industrias, entre otras muchas más opciones. Cuenta Nicolás que este año fue muy bueno porque lograron que una veintena de comercios y empresas incorporara personas recomendadas por ellos. Algunas de esas firmas son: el bar del Pasaje, La Panadería de Funes, Las Vegas, la carnicería Macellaio, Panadería Masse, el cementerio Parque de la Eternidad, La Pannetería, el bar El Barrilito de Fisherton, la alimenticia Mamina, Antártida, Green 83, Catalunya y los almacenes Rosental, entre otras.
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El momento de la distinción donde Nicolás agradeció a La Capital e invitó a todos a sumarse a esta inciativa.
Foto: Leonardo Vincenti / La Capital
Una gran historia detrás
Ahora bien, ¿cómo comenzó todo? Esta historia se inició así: dos clientes habituales del bar Al Volo Fisherton iban siempre con su hijo Lucio a desayunar. Un día, le contaron a Nicolás que Lucio quería trabajar pero que no era fácil encontrarle un espacio porque tiene síndrome de Down. Él le contestó: “Dejamelo en el bar”. Y así fue, aprendió a preparar todas las mesas muy rápidamente. Un tiempo después, el papá de Lucio se encontró en la caja con el papá de Valentina. Ella había estudiado pastelería, tiene el mismo síndrome que Lucio y tampoco conseguía trabajo. Nicolás escuchó la conversación y le dijo: “Traela al bar, yo necesito una asistente de pastelería”. Hace casi tres años que los dos trabajan allí.
“La entrada de Lucio y de Valentina nos hizo muy bien. A mí me hace bien, al grupo le hace bien, están siempre con una sonrisa. Y ellos están predispuestos, porque a Lucio y a Valentina también les hace muy bien trabajar”, describe. No oculta su emoción, han pasado pocos años desde que entró Lucio por primera vez y confiesa: “Para mí es como un regalo, yo los martes y jueves que viene él entro al bar esperando su abrazo”.
Como parte de la motivación que están llevando adelante, hace tres meses en Al Volo Fisherton empezaron a dictar talleres sin fines de lucro para que quienes estén interesados aprendan algunos oficios vinculados a la gastronomía. Les enseñan pastelería, el uso de las maquinarias, les explican cómo hacer milanesas, entre otras cosas. Nicolás cuenta que “tenía ganas de hacer algo así y cada edición fue creciendo hasta que en un momento un amigo me dijo que para que esto sirviera de verdad tenía que hacerse público, para que pueda sumarse más gente ya que yo no quiero que esto quede sólo en Al Volo”. Uno de los sectores donde más colocan chicos es en el gastronómico, confiesa Nicolás que “soy caradura y entre los gastronómicos me muevo como pez en el agua, por eso les pido a ellos, a los amigos”, confiesa.
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En familia: Nicolás fue junto a toda su familia a recibir el reconocimiento.
Foto: Fernando Giorgio
Los puestos a los que pueden incorporarse
Para Nicolás es muy simple que realicen una tarea útil en un local. De hecho, no sólo trabaja para él Lucio y Valentina, sino que una vez en uno de los talleres vio que a una de las chicas le gustaba mucho estar en la bacha. “Se lavaba todo”, recuerda. Un día la vio que estaba en una casa muy cerca del bar entonces le tocó el timbre a la madre y le consultó si quería llevarla al bar un par de veces por semana. También tienen chicos con autismo, que se caracterizan por ser muy responsables cuando acuerdan una tarea.
A la hora de detallar qué tipo de trabajos pueden realizar las personas con síndromes de base genética o con neurodivergencias, algunas de las posiciones recomendables son: en los retail o en los supermercados pueden trabajar como repositores en las góndolas, en el empaque, en el apoyo de línea de cajas o en el control de vencimientos. ¿Por qué pueden funcionar en esos casos? Porque son personas que responden muy bien a tareas estructuradas, con rutinas claras y procesos estandarizados.
En hotelería pueden ser buenos para housekepping (armado de habitaciones, lavado y ropa blanca), apoyo en áreas comunes. En las empresas pueden ser contratados para tareas como recepcionistas (de hecho, una cerealera estuvo analizando esa posibilidad) mensajería interna, archivo, correo, etiquetado de documentos. Y la lista puede continuar largo rato porque, por ejemplo, en logística y depósitos pueden hacer picking y packing, control visual de stock, armado de kits o clasificación. Mientras que en áreas de cultura pueden dar apoyo en museos, siempre con protocolos claros y tareas con rutinas establecidas. Por último, también se destacan en las tareas de cuidados de espacios verdes. Explica Nicolás que están armando una bolsa de trabajo junto a la Fundación para que los empresarios puedan pedirles lo que necesitan y así ellos identificar a la persona que pueda brindarles ese tipo de servicio e incorporarse.
La mirada hacia el 2026
Nicolás está convencido de que “el año próximo va a ser un gran año porque muchas personas nos empezaron a consultar para poder sumar chicos”. El camino es lento, porque es paso a paso, empresario por empresario. Y también se trabaja con las áreas de recursos humanos para que la relación que se establezca sea óptima.
Ahora se vienen las fiestas y todo el equipo de Al Volo se prepara para atender a sus clientes en estas fechas especiales. Es muy conocida la feria que organizan los fines de semana con distintos puestos de decoración, entre otros segmentos. “La hacemos todos los sábados y ahora las haremos más seguido para la previa de las fiestas. El clima de la feria es espectacular”, asegura con orgullo.
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Nicolás junto a Sebastián Pucciariello, otro de los distinguidos.
En épocas donde el consumo está amesetado, Nicolás tiene su estrategia para que la rueda siga girando. “El sector gastronómico es como todo, con altos y bajos. Nosotros trabajamos mucho, estamos siempre yendo para adelante y a disposición de todo el mundo. Hacemos de todo, fiestas, cumpleaños, bautismos, casamientos, somos multifacéticos”. Y él siempre tiene palabras de agradecimiento para todo el equipo de Al Volo Fisherton porque sabe que, si ellos no pusieran la buena energía y predisposición para que en el bar todas estas cosas sucedan, estas acciones no serían posibles.