—¿Qué tienen que esperar los rosarinos o qué puede decirles sobre lo que se viene para Rosario en estos dos años?
—Rosario está volviendo, y lo que tiene que esperar es la consolidación de ese proceso. La ciudad está volviendo a ser una ciudad admirada en Argentina, visitada, atractiva para la gente que quiere venir. Con eventos muy importantes, porque tenemos un 2026 con los Juegos Suramericanos como el gran acontecimiento, pero también una enorme cantidad de congresos, reuniones, una innumerable cantidad de actividades que ponen a Rosario de nuevo recuperando su atracción a nivel de Argentina para eventos nacionales e internacionales.
—¿Y por fuera de eso?
—Lo que más tienen que esperar los rosarinos es mucha obra. La sala de oncohematología del Hospital Vilela; las ampliaciones de los centros de salud; las obras del parque de España, la inauguración en febrero de la Rambla del Tricentenario, la cubierta y toda la franja de la innovación que estamos desarrollando frente al río Paraná; el parque Sur; la avenida Ayacucho; la avenida Rouillón. La reinauguración del aeropuerto ahora y su rotonda de ingreso. También tienen que esperar el gran cambio en el polo de la ex-Rural. Vamos a tener completo el óvalo central del hipódromo, con las canchas de pádel, de tenis, el convenio con la UAR, y vamos a tener el estadio cubierto, lo que nosotros llamamos el microestadio para eventos deportivos, además del arena, que es mucho más que un edificio, es la posibilidad de tener 120 shows al año en la ciudad, que mueven toda la actividad económica de Rosario.
—¿Continúa el trabajo en los barrios?
—Mucha obra. Mucho metro cuadrado en términos de pavimento definitivo, cloacas, tareas de arbolado, veredas, calles. Nosotros tenemos que recuperar mucha intensidad en el trabajo más vecinal: espacios públicos, plazas, todo lo que venimos consolidando en términos de ganar la calle en todo sentido, y de que los vecinos sientan en la puerta de su casa la solución a los problemas que buscan. Además, la ciudad tiene proyectos enormes de futuro. El año que viene probablemente tengamos la inversión más grande de la historia de las empresas de servicios en renovación de caños y cables de baja tensión. Va a ser molesto, pero implica reemplazar cañerías de más de cien años. Eso mejora la presión del agua en los barrios. Y probablemente también sea el año del acueducto, que es otra gran obra que Rosario necesita. Esperamos también —y eso depende más de variables macro nacionales— un año de mucha explosión de actividad privada, particularmente en términos de desarrollo industrial y constructivo: industrial en términos de suelo industrial y constructivo en materia de viviendas y emprendimientos inmobiliarios. Se necesita recuperar después de varios años de cierto estancamiento, pero hay una enorme cantidad de proyectos a desarrollar.
—Apostó por cambios en el gabinete con funcionarios sub 40. ¿Por qué?
—Porque necesitamos cercanía e intensidad de laburo. Eso es lo que te permite el nivel de obra que estamos ejecutando, garantizar que esas obras se empiecen y se terminen, y también que el reclamo del vecino tenga una escucha directa y una solución rápida, desde la simplificación de un trámite hasta resolver un problema en la vereda de su casa o en la calle en la que vive. Eso hoy requiere miradas, disponibilidad de tiempo, capacidad de adaptación a cambios que son muy rápidos, con gente más joven. Es un tiempo que va a otra velocidad y con lógica distinta en algunos aspectos, y para mí esa intensidad y cercanía depende de la aptitud, pero también de la actitud. Y obviamente influye renovar equipos con gente que, al tener la oportunidad de ocupar un cargo importante siendo joven, le dedica un tiempo que probablemente en otra etapa de su vida no podría.
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—¿Recuerda un recambio similar? ¿Cuándo fue la última vez que pasó algo así?
—La primera gestión de Hermes Binner y la primera gestión de Miguel Lifschitz. Me parece que esos fueron dos procesos similares, de equipo, con mucha gente joven asumiendo responsabilidades importantes y empujando procesos nuevos. En términos de apertura y diversidad, los periodos que te mencioné.
—¿Qué significa potenciar el área de cercanía?
—Los estados estamos acostumbrados al “cuántos”: cuántos pacientes tenemos en el sistema, cuánta gente ingresa, cuánta gente participa de un evento. A la estadística. Hoy tenemos que ir al “quiénes”. Cuando planteamos resolver una situación de consumo problemático, un chico está en una familia donde a lo mejor uno de los hermanos tiene un conflicto con la ley penal, o alguno de los padres, y vemos que ese mismo chico bajó su rendimiento escolar y no tiene una inserción deportiva. Nosotros queremos evitar que eso termine en una historia trágica de las tantas que tuvimos en la ciudad. Tenemos que saber quién es la persona, no sumar uno en el centro de salud, uno en el área de consumo, uno en el polideportivo. El abordaje integral de los casos hoy requiere de una mirada interdisciplinaria. Antes las personas se adaptaban al Estado, hoy el Estado se tiene que adaptar más a la persona. Ese es uno de los grandes problemas de eficiencia del Estado: poder analizar. Primero porque permite optimizar recursos, y segundo porque permite ser más efectivo. A nivel local eso es más garantizable porque la cercanía te lo permite. Ese es el objetivo principal: pasar del cuántos al quiénes.
Plan Bandera, tren metropolitano y las discusiones en el Concejo
—Se reunió con la nueva ministra de Seguridad, Alejandra Monteoliva, y habló de “retoques” en el Plan Bandera. ¿De qué se trata?
—El delito evoluciona. Empezamos el Plan Bandera con casi 280 asesinatos al año y hoy estamos en una cifra muy distinta. Hay más articulación entre fiscales federales y provinciales, mejor investigación criminal. En febrero vamos a tener el sistema Lince y Rosario será la ciudad mejor monitoreada del país. Eso implica retoques en cómo se organizan los barrios priorizados, el despliegue de tropas y la inteligencia criminal. Hoy no sólo hay menos hechos, sino que se esclarecen más. Eso permite pensar en prevención, investigar redes y dinero ilegales. A eso se refirió la ministra.
—Habló de obras y una de las más resonantes es la intención de tener un tren que conecte Granadero Baigorria, Rosario y Villa Gobernador Gálvez. ¿Es viable?
—Estamos trabajando en conjunto con la provincia. Siempre hay que ser prudente, porque estos proyectos dependen de financiamiento internacional y de cómo Argentina estabiliza sus variables. Hay proyectos desde hace tiempo. Si me preguntás a mí, siempre pienso en recuperar el viejo recorrido de la línea M, que unía el norte con el sur de la ciudad. Si eso se puede hacer con una variante eléctrica o tranvía-tren, sería fantástico. Hace muchos años que peleo por el tema trenes: es una alternativa mejor y más sustentable ambientalmente. Pero hay que ser prudentes.
—Rosario fue habilitada para emitir bonos y letras. ¿Qué significa esto para el vecino?
—Tenemos una superficie importante de la ciudad con zanjas y queremos llevarla a cordón cuneta, que es el cambio urbano más reclamado. Es una obra que se amortiza en cuarenta o cincuenta años, pero hay que pagarla al contado. Con los bonos, podemos pagarla en cuatro o cinco años y hacer más cuadras. Hoy tenemos siete barrios con intervenciones y vamos a llegar a nueve. Para el vecino, el objetivo es eliminar el zanjeo.
—Rosario es autónoma desde hace pocos días. ¿Qué cambia con esto?
—Rosario se quita un cerrojo institucional antiguo, una deuda de cien años. La autonomía es un proceso que empieza ahora y que con el tiempo va a tener más impacto. Nos permite definir cosas con mayor libertad. Un ejemplo concreto: el bono de pavimento definitivo que hoy nos demora un año, con autonomía podría demorar seis meses. Eso es plata, y esa plata es más barrio y más cuadras.
—¿Qué discusiones van a impulsar en el Concejo como Poder Ejecutivo?
—Queremos consolidar la autonomía y liberarnos de normativas que generan burocracia y dificultan respuestas rápidas a los vecinos. También repensar los distritos municipales, que se descentralizaron mucho en lo administrativo, pero hoy la descentralización pasa por el celular. Queremos aprovechar esas estructuras en educación y formación.
—Si dentro de dos años vuelve a leer esta entrevista, ¿qué no le puede faltar a Rosario?
—Todas las obras que mencioné. Pero sobre todo, que la ciudad esté llena de gente buena en sus calles, como está pasando hoy. Lo que no nos puede volver a pasar nunca son las cosas que tuvimos que vivir.