La Galería Krass, otro edificio con historia que se pierde en el centro de Rosario
La recova y la fachada del local de San Martín al 600 están siendo demolidas. Desde mediados de los 60, fue testigo de la producción de arte plástico en la ciudad
La demolición del sector delantero del local, muy dañado, comenzó hace poco. El resto quedará en pie.
Inaugurada a mediados de la década del 60, la galería de arte Krass sobrevivió al Rodrigazo, a la última dictadura cívico militar y al plan de ajuste de Martínez de Hoz, pero no pudo con el abandono y el paso del tiempo. La antigua recova del local de San Martín al 600 está siendo demolida y, con ella, gran parte de la historia de la producción plástica de Rosario.
El último destino del edificio de San Martín casi esquina San Lorenzo fue una ferretería. Pero hace tiempo el local estaba vacío, según recordaban este jueves algunos vecinos del lugar mientras observaban el vallado de obra, la media sombra que cubre la construcción y a un grupo de obreros que daban su golpe final a la antigua fachada.
Los propietarios del local, explicaban, emprendieron hace un tiempo la reforma del edificio, pero se encontraron con que la recova estaba tan afectada por el paso del tiempo que era "irrecuperable". Así que se decidió su demolición para cumplir con el retiro de la calle y habilitar la llegada de algún nuevo emprendimiento comercial.
"Es una pena, pero no se podía hacer otra cosa", apuntó uno de los especialistas que trabajaba en la demolición.
El nieto de Gilberto Krasniansky, fundador y alma mater de la galería, recordó parte de esta historia en las redes sociales: "Acá, en esta demolición, funcionó por mas de 40 años Krass Artes Plásticas. Una galería por donde pasaron cientos de artistas, que fundó mi abuelo Gilberto siendo un autodidacta con 2º grado de escuela rural".
Una galería con historia
Krasniansky había nacido en 1924 en Entre Ríos y desde joven se instaló en Rosario, donde inició su actividad cultural en la Librería Ciencia, que fue un lugar de encuentro de los intelectuales. Pero su mayor invención fue la galería que bautizó con las primeras letras de su apellido y llegó a ser una de las más grandes del país.
A principios de noviembre de 2011, el Museo Castagnino inauguró una muestra homenaje a Krasniansky y a su trabajo como marchand. En el texto curatorial, escrito por Yanina Bossus, se destaca que Krass Artes Plásticas fue "una de las galerías más significativas en la historia de la plástica rosarina", tanto por la cantidad de artistas, de relevancia local y nacional que circularon por allí, "como por la gran labor cultural llevada a cabo por su fundador".
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El local era mucho más que un negocio dedicado a la venta de arte, sino que sirvió como espacio de realización de eventos, no sólo artísticos, sino también relacionados a la esfera de la literatura, el teatro y la música.
La galería abrió sus puertas en 1965, una época de prosperidad para las artes visuales, cuya alta demanda activaba el mercado del arte en Rosario. Por esa fecha, continúa el texto, nacieron también múltiples centros artísticos y se formaron importantes colecciones, como las pertenecientes a Isidoro Slullitel, Gonzalo Martínez Carbonell y Eduardo de Oliveira Cézar.
"Este contexto permite a Krasniansky montar una pequeña galería de arte en la parte posterior de la Joyería Ideal de calle San Martín 664, con gran éxito. Desde entonces, su protagonismo como hombre de la cultura rosarina encuentra en los convulsionados años ‘60, un campo fértil para desarrollar su nuevo oficio: el de marchand, tarea que despliega intensamente, y por más de treinta años", señala Bossus.
En 1973, a la actividad de la galería se suma el sello Editorial Krass Artes Plásticas, del que participaron Rubén Naranjo y Rafael Ielpi, produciendo colecciones tanto de libros de arte como de literatura. Y si bien el golpe de estado de 1976 disminuye la cantidad y la calidad de las producciones plásticas, Gilberto redobla la apuesta y crea la sub-sede Krass Artes Gráficas en el local 11 del Pasaje Pam –a cargo de sus hijos Berta y Sergio– destinada a mostrar grabados y dibujos.
La década siguiente, la galería sigue expandiéndose: a su biblioteca de pintura y diseño, las salas destinadas a artistas consagrados, emergentes y una tercera para artes gráficas se suma un recinto para charlas y conciertos, con un piano de cola.
Para entonces, "la galería funciona como un hervidero de proyectos que ha dado cabida a exposiciones de arte, charlas sobre pintura, lectura de textos, audiciones musicales, presentaciones de libros y espectáculos teatrales. Precisamente, este carácter diferencial es el que le otorga prestigio y reconocimiento nacional tanto a la galería como a Krasniansky", concluye el escrito.
Entre muchos otros, en Krass expusieron los pintores Uriarte, Supisiche, Vanzo, Pedrotti, Ouvrard, y los dibujantes Quino, Hermenegildo Sábat, Fontanarrosa, Crist y Caloi.
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Para Pablo Mercado, arquitecto especializado en patrimonio de la ciudad, Krass fue la última de una serie de galerías históricas que tuvo Rosario. "Pienso que en un punto, la imagen Rosario _relacionada al trabajo, a la historia obrera, a tener una universidad_ está también asociada a sus ámbitos culturales y, en este sentido, tener galerías de arte siempre fue identificado como un plus, como un punto donde la cuestión de lo abstracto o ese aspecto cultural está bien considerado por sus habitantes. Después de que cerró Krass, no hubo galerías en Rosario. Tuvieron que pasar muchos años hasta que empezaran a abrir de nuevo y hoy existen más de diez, cada una con distintos proyectos", señala.
La singularidad que tenía la galería, dice, era el espíritu de su fundador. "Era un verdadero gestor cultural, que no sólo hacía muestras, sino que tenía una muy buena relación con los artistas de la galería y un sentido muy interesante de la producción que se hacía en Rosario. Y, en este sentido, creo que fue un eslabón importante en el reconocimiento de artistas como Schiavoni, Uriarte o Ouvrard", reflexiona.
Aun así, Mercado explica que el edificio donde durante cuatro décadas funcionó la galería no contaba con ningún tipo de protección patrimonial. "Cuando fue vendido se le retiró la reja y los mascarones que estaban en el frente, también se le retiró la cornisa, fue una demolición que se fue haciendo de a poco".
Un presente gris
Krasniansky se retiró de la actividad en 2001, quedando este espacio artístico a cargo de su hijo hasta su cierre en 2008. La galería se mudó varias veces, una de ellas a Urquiza 2050. Gilberto falleció en 2014, a los 90 años. Un tiempo antes había sido declarado ciudadano distinguido de la ciudad.
El local de San Martín al 600 colgó cartel de venta en 2008. "No sé si este es el final, pero sin dudas es una mala época", se lamentó por esos días Sergio Krasniansky, hijo de Gilberto, en una nota con La Capital. "Por muchas razones que tienen que ver la frivolización de los 90 y el hermetismo de algunas políticas de Estado, la gente se vuelca a comprar en cafés, marquerías, talleres de pintura y no entra a una galería", explicaba y recordaba que en la galería se llegaban a hacer hasta 25 muestras diarias y el consumo de la clase media profesional o gente ligada al campo era constante.
Los 400 metros cuadrados del local de exposiciones, recordaba también, posicionaban a Krass como la galería de arte más grande del país. "No quiero que nada de lo que digo suene a lamento, sólo me da pena que los rosarinos lloremos sobre la leche derramada: cuando se cierra un cine o un bar, ahí recién se reacciona. Sin tener en cuenta que antes se cerraron muchos cines y bares históricos", deslizaba en esa misma nota, casi como una profecía.
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