De no creer. Una psicóloga rosarina de 62 años atraviesa una situación insólita y angustiante desde agosto de 2022, cuando decidió someterse a una intervención quirúrgica en la rodilla izquierda tras sufrir una lesión ligamentaria, pero el médico que la atendió cometió un error garrafal y le operó la derecha. Por el trastorno que padece, las limitaciones físicas y, principalmente, por la violencia simbólica de la que fue víctima, decidió demandar al galeno, una causa que considera “debe ser analizada con perspectiva de género”.
La situación que atravesó Dorcas Bressán es insólita. Según explicó a este diario, todo comenzó cuando en febrero de 2022 la sufrió un accidente en Bariloche mientras realizaba una excursión en bicicleta que le produjo la rotura de ligamentos cruzados posteriores y anteriores de la rodilla izquierda.
A ese diagnóstico llegó una vez en Rosario tras realizarse una resonancia magnética y visitar a un médico en un sanatorio privado. “Ese médico me dijo que con tratamiento kinesiológico y rehabilitación iba a andar bien. Pero no iba para atrás ni para adelante, me dolía y no me sentía bien. Yo caminaba 8 kilómetros por día”, narró la psicóloga sobre las limitaciones físicas que padecía.
El diagnóstico y la decisión
“Me tenía que conformar con eso, una vida sedentaria, no podía caminar más de 3 cuadras, rengueaba, no podía hacer ninguna actividad física, como jugar al tenis, ni manejar, no tenía estabilidad. Pero no quería resignar mi calidad de vida. Tenía que pedir que me lleven a todos lados. La verdad es que no tenemos dimensión del daño subjetivo de la persona con pérdida de autonomía”, explica Dorcas.
En medio de ese circunstancia decidió cambiar de médico y visitó a un especialista en otro sanatorio privado de Rosario. “Le llevé la resonancia, me hizo el examen clínico, comparó las dos rodillas e incluso me dijo «mirá como la derecha queda trabada y la izquierda no» para cotejar el daño”.
Entonces, según ese relato, el profesional le confirmó que era para “realizar una cirugía artroscópica. Si estás decidida yo te opero”, le sugirió. En una segunda consulta, la psicóloga cuenta que el médico “volvió a examinar la resonancias y a confirmarle que la solución era “quirúrgica”.
Tras evaluar pros y contras, Dorcas decidió operarse. Recuerda que en ese momento se sentía aliviada y “contenta” porque iba a “volver a caminar bien”. Luego de los protocolos de rigor con su obra social (autorizaciones y compra de insumos), acordaron con el profesional que la intervención se realizaría el 5 de agosto de 2022 en una clínica privada ubicada en Paraguay 1478.
“Me dijo que iba a salir de la operación con una venda elástica, un inmovilizador y muletas, pero que a los pocos días iba a estar bien. Además, hoy en día es una intervención de rutina. Me aplicaron una sedación y anestesia peridural, pero dormí y la verdad no sentí nada”, recuerda en relación a un momento donde los paciente no tiene más que confiar.
La otra pierna y el shock
Sin embargo, el despertar de la paciente fue traumático “Un enfermero entró a la habitación y me empezó a explicar lo que me habían puesto: drenaje, venda elástica, inmovilizador, y los puntos de sutura. Pero me señalaba la pierna derecha. «Vos te equivocas», le dije, me señalás la derecha y la afectada es la izquierda» le aclaré”.
El garrafal error quedó al descubierto cuando, para reafirmar sus dichos, el enfermero le levantó la sábana. “Me dijo, fíjese, y cuando veo el drenaje linfático en la pierna sana entré en shock. Fue tremendo ¡se equivocaron! cómo puede ser, la verdad, desesperante”.
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A los pocos minutos recibió la visita del médico. “Cuando apareció le dije qué me hiciste, que te pasó, me operaste mi pierna sana. El trataba de hablar y explicarle también a mi esposo. Yo no sabía qué hacer, me quería ir, pero no podía, estaba muy mal. El médico se fue, al volver por la tarde y me pidió disculpas. Pero ¿que disculpas puede ofrecer”?, se pregunta.
Lo que para Dorcas iba a ser el principio de una solución, en realidad fue lo contrario. Ahora tenía ambas rodillas maltrechas. “Quedé postrada en silla de ruedas trece días, asistida para todo, con la pierna derecha flexionada y la izquierda que no me servía. Es terrible que te operen innecesariamente y otra pierna”, recuerda.
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Dorcas es psicóloga y vive en la localidad de Alvarez.
Violencia física y simbólica
Pudo superar de a poco los problemas para conciliar el sueño, le sacaron los puntos y empezó la rehabilitación de la pierna operada, donde le pusieron un clavo de 8 por 26 milímetros. “Hablo de violencia, porque violan el protocolo quirúrgico, que es algo tan básico como marcar la zona a operar, pero no lo hicieron”, refiere la mujer.
Ahora, deber realizar una rehabilitación de por vida. “Voy tres o cuatro veces por semana a kinesiología por los ligamentos cruzados de la pierna que me debía operar, y por la otra que fue toqueteada. Ya me dijeron que no puedo dejar de hacer actividad física, natación o aqua gym”.
La profesional decidió apurar el reclamo. “Apenas me recompuse y dejé las muletas en noviembre de 2022, consulté a los abogados. Me sometí a una pericia y el médico legista determinó que tengo una incapacidad de 41.5 por ciento de la pierna derecha. Por eso pedimos un resarcimiento económico por todo lo que atravesé, lucro cesante, por no poder trabajar, el pozo depresivo”, enumeró.
Como las causas civiles por daños y perjuicios deben atravesar una instancia de mediación, los abogados de Dorcas impulsaron ese paso previo con los apoderados legales del médico y de la clínica donde fue operada.
Efecto reparador
“La defensa del médico se opuso a los reclamos y por eso se llega a la mediación, pero no se presentaron en dos instancias. Soy querellante en los términos de la ley 26.485 (de erradicación de la violencia contra las mujeres). Hay algo claro, entré al quirófano por una situación y salí de otra manera. No respetaron mi cuerpo, lo vulneraron como si les perteneciera”, alerta Dorcas.
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Según la mujer, el trámite judicial que se está por iniciar representa “la necesidad de atravesar un procedimiento simbólico y legal que debe tener un efecto reparador sobre el psiquismo. Ellos desestiman el daño psicológico, el daño de por vida, el haberme quitado la dignidad durante tanto tiempo, mi rutina de trabajo, esparcimiento, reuniones sociales, viajar en colectivo, todo lo que hacía antes”.
La psicóloga solicitó que el caso sea juzgado con perspectiva de género. “Violaron mis derechos como ser humana, desde tomar partido por mi cuerpo y no constatar la rodilla afectada con la resonancia, hasta restarme capacidades vitales, más el trauma psicológico por el que estoy pasando”.