Nuevas formas de vida (o aspiraciones) de la población en el siglo XXI provocan que decaigan oficios como el de la plomería, un sector escasamente organizado y regulado, donde predominan los varones mayores de 30 años pues ni las mujeres ni los jóvenes lo eligen de forma masiva como opción laboral. Sin embargo, la demanda no merma, por lo que acceder a los servicios de instalación sanitaria se transforma en una complicación en Rosario, sobre todo si se trata de un caso urgente en domicilio, y considerando el impacto que tiene en la salud el suministro de agua seguro y eficiente.
Si bien el fenómeno excede los límites de la ciudad, aquí se verifica la tendencia que midió este año la filial argentina de Amanco Wavin, una proveedora global de soluciones sanitarias. En el país casi no se registran plomeros entre los 18 y los 25 años; la mayoría tiene entre 46 y 55 (41 por ciento), entre 36 y 45 (24,7 por ciento) y entre 26 y 35 (13,4 por ciento); y es una actividad netamente masculina ya que el 97,8 por ciento de quienes la ejercen son hombres, según el relevamiento.
“Hay menos plomeros que antes porque los oficios en general se van perdiendo. Las nuevas generaciones nacen y crecen viendo otra cosa, yo vi a mi papá ser plomero”, dice Franco Lorusso, instructor desde hace once años en el Centro Provincial de Formación Profesional Nº 2 del curso “Montador de instalaciones sanitarias domiciliarias”. Esa extensa denominación es la que realmente designa la tarea en la actualidad, mientras que el nombre más popular proviene de la época en que los caños de agua estaban hechos de plomo.
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“Históricamente este oficio se traspasó de un principal a un ayudante. Vas aprendiendo lo que va arreglando ese principal según los casos que se le presenten, entonces saber todo te lleva más tiempo. En la escuela es más integral la instrucción”, explica el docente que capacita a unos 70 interesados cada año en la institución pública de Crespo 849. “Mi aula no es convencional, tiene una parte que es una obra en construcción. Los alumnos pican paredes, instalan el inodoro, el bidet, el calefón y los desagües. Hoy la plomería es mucho más liviana porque las cañerías en general son de plástico. Y las chicas trabajan a la par”, describe. Sí, las mujeres comienzan a interesarse en el rubro, pero suman una o dos en un total de 18 asistentes a los cursos. También son minoría los jóvenes sub 30, cuenta el profesor de 33 años, quien por supuesto se desempeña como plomero cuando no da clases.
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Las motivaciones de las personas que acuden a formarse (desde Rosario y ciudades vecinas) son diversas, además de que es alta la deserción, detalla Lorusso. Y calcula que de cada grupo, tres o cuatro entran al gremio “y son los que le sacan provecho, porque trabajo hay”.
“Venite a Miami a ser plomero”
“Negro, venite a Miami que cambiando canillas te hacés millonario”, suelen decirle desde Estados Unidos a Agustín Lanzieri, presidente de la inédita asociación civil Plomeros Sanitaristas Argentinos, que nuclea a 35 mil instaladores de Ushuaia a La Quiaca y sigue sumando integrantes. “La gente está acostumbrada a no hacer nada, en especial en otros países. Este oficio tiene muy buena salida laboral”, afirma desde Buenos Aires el dirigente de 40 años, ex empleado administrativo que se inició en la plomería hace una década de la mano de un amigo.
“Somos trabajadores independientes, cada uno es su propio jefe, por eso no tenemos gremio”, continúa. Sin embargo, la necesidad de intercambiar experiencias, opciones de capacitación, tarifarios, los llevó a autoconvocarse, primero a través de redes sociales, y hace cinco años en una asociación civil sin fines de lucro que lucha por sacar al sector de la informalidad. La PSArg ya desembarcó en algunas localidades santafesinas y promete hacerlo en Rosario en 2025.
El quid de la cuestión, además de la ausencia de sindicato, es que tampoco existe regulación o matrícula, como sí sucede con los gasistas. Se trata de dos oficios que van de la mano ya que cuando llegó el gas a la Argentina los primeros en abocarse a la actividad fueron plomeros, recuerda Lanzieri. “Queremos tener una certificación a nivel nacional porque eso le da valor a nuestro trabajo. Solo San Juan tiene instaladores matriculados, y algunos municipios como San Francisco en Córdoba. Estamos trabajando en un proyecto de ley, va a costar tiempo”, continúa con energía quien egresó de un Centro de Formación Profesional público.
Justamente Franco Lorusso, profesor en un CFP rosarino, coincide. “El ámbito del gas tiene la suerte de estar más regulado. Mucha gente ve un video en YouTube y se larga a trabajar como plomero, si hubiera un ente que lo regulara no cualquiera podría hacerlo”, plantea sobre nuevas problemáticas que también conspiran contra los oficios en tiempos de influencers, tutoriales y tiktokers.
Por más que se desarrolle incluso la robótica o la inteligencia artificial, “a los oficios no los reemplaza la tecnología. Avanzan las maquinarias, los sistemas de trabajo, los materiales y se nos hace más fácil, pero hay que poner el cuerpo”, concluye el joven.
Lanzieri añade que desde la asociación bregan para mejorar las precarias condiciones de trabajo, para que los instaladores tengan inscripción en el monotributo, obra social, seguro. “Eso va a profesionalizar el rubro”, proyecta y suma otras aristas en las que resultan claves los plomeros del presente y del futuro, como el cuidado del recurso agua, de la salud humana y del ambiente en ciudades donde se baldea la vereda con agua potable mientras que una porción de los habitantes no accede a la red formal de agua (en Rosario, el diez por ciento de la población).
Mujeres en la plomería
Desde el punto de vista de las clientas, el ingreso de un plomero a su domicilio se presenta muchas veces conflictivo. Tan es así, que hay quienes cortan por lo sano y se anotan en el curso del Centro de Formación Profesional N° 2 (dura cuatro meses) para adquirir conocimientos básicos. “Algunas viven solas y no quieren depender de otros, pagarles a otros”, cuenta el instructor Franco Lorusso. “A otras les da temor meter un desconocido en su casa y prefieren que vayan mujeres”, agrega sobre una salida laboral más que segura para aquellas que quieran entrar a un sector hipermasculinizado.
Agustín Lanzieri, de Plomeros Sanitaristas Argentinos, coincide. “De a poco se van sumando chicas. Para derribar ciertos paradigmas trabajamos en inclusión. Las mujeres son muy ordenadas con las herramientas y más precisas”, observa, y recuerda que la actividad “te permite trabajar en diversos lugares y manejar los tiempos".