Con los vientos amainados, los bomberos ganaban terreno a los incendios forestales que devastaron la región vitivinícola de California y otras partes del estado durante la semana pasada, en el oeste de los Estados Unidos, y miles de personas obtuvieron el visto bueno para que pudieran regresar a sus hogares.
Aunque el peligro de las llamas más mortíferas y destructivas en la historia de California estaba lejos de haber terminado, los cielos humeantes comenzaron a despejarse en algunos lugares.
Algunas personas pudieron regresar a sus hogares en áreas que ya no estaban en peligro y el número de aquellos que habían recibido órdenes de evacuación disminuyó a 75 mil, frente a los 100 mil el día anterior.
Muchos comenzaron a dar los primeros pasos para reconstruir sus vidas.
"Este es mi hogar, voy a regresar sin ninguna duda", aseguró Howard Lasker, de 56 años, quien regresó el domingo con su hija para ver su casa incendiada en Santa Rosa. "Tengo que reconstruir. Quiero reconstruir", agregó.
Las llamas ocasionaron la muerte de al menos 40 personas y destruyeron alrededor de 5.700 casas y otros inmuebles. El número de fallecidos podría aumentar a medida que los buscadores excaven los escombros en busca de personas que por el momento están reportadas como desaparecidas.
No se conoce el paradero de cientos de personas, aunque las autoridades dijeron que la mayoría probablemente estén a salvo pero que no se han podido comunicar.
En el fuertemente golpeado condado de Sonoma, el sheriff Rob Giordano dijo que las autoridades han localizado a 1.560 de las más de 1.700 personas que en un momento figuraron como desaparecidos. Muchos de esos nombres fueron puestos en las listas después de que la gente llamara de fuera del estado para decir que no podían comunicarse con un amigo o un pariente.
Las autoridades dijeron que no dejarán que la gente regrese a casa hasta que sea seguro y se restablezcan los servicios públicos. La empresa Pacific Gas and Electric Company dijo que espera restaurar la electricidad y el gas en el área en estas horas.
Muchos evacuados estaban cada vez más impacientes por regresar a casa o al menos para averiguar si sus hogares se salvaron. Otros se mostraron reacios a regresar o a buscar otro lugar para vivir.
Juan Hernández, quien escapó de su departamento junto con su familia el 9 de octubre, antes de que se incendiara, todavía tenía su automóvil repleto de cosas y listo para que pudiera irse en caso de que las llamas se reavivaran.