Cada año se queman 387.800 hectáreas, el equivalente a 20 veces la superficie de Rosario, como consecuencia de incendios forestales. El 95 por ciento de los mismos son producidos por descuido, imprudencia o intencionalidad del hombre. Así fue informado desde la Dirección de Bosques del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación.
De esas casi 400.000 hectáreas, el 25 por ciento corresponde a bosque nativo y plantaciones forestales, el 30% a arbustos y el 45% a pastizales, mientras que el promedio anual de incendios es de 6.677, según las estadísticas publicadas en el marco del operativo para apagar el incendio en el Parque Nacional Los Alerces, en el oeste de la provincia de Chubut, que ya consumió 1.700 hectáreas de bosques nativos.
“Cuando hablamos de incendios forestales nos referimos a diferentes ecosistemas que son los bosques nativos, las plantaciones forestales, los arbustales y estepas y los pastizales”, señaló Emiliano Ezcurra, recientemente incorporado a la función pública como vicepresidente de la Administración de Parques Nacionales tras su larga militancia en organizaciones como Greenpeace y Banco de Bosques.
Ezcurra apuntó que “los pastizales, que no son meramente pastos sino un ecosistema riquísimo, son los que más se incendian y tenemos por día al menos un incendio de baja dimensión en diferentes partes del país”.
“Por otro lado —agregó—, están los arbustales y estepas, que en el imaginario son desiertos pero que son ecosistemas llenos de flora y fauna, como tortugas o mulitas, y finalmente están los bosques nativos y las plantaciones forestales”, detalló.
Ezcurra explicó que “si bien todos los ecosistemas son importantes, la gran diferencia entre los pastizales y las estepas con el bosque es que éste último puede tardar hasta cien años en cicatrizar, es decir, en volver a ser un bosque con la diversidad que tenía antes de un incendio”.
“Por supuesto que este tiempo de cicatrización va a depender el nivel de daño y de las tareas que se hagan luego para ayudar a ese bosque”, sostuvo.
En referencia a las causas de los incendios, el funcionario sostuvo que “la realización de fuego en lugares prohibidos es la principal causa. Algunas veces el fuego toma proporciones que la persona no puede controlar, otras se va sin apagarlo debidamente. El punto es que no hay que prender fuego en ninguna zona forestal a menos que esté expresamente permitido”.
“Además hay otro tipo de negligencias como arrojar vidrios que actúan como lupa con el sol y prenden las ramas secas”, continuó.
Ezcurra también describió que “hay fuegos intencionales que se prenden producto de, por ejemplo, discusiones entre habitantes o trabajadores de estos territorios”.
“Hay muchas plantaciones de pino, lindantes con bosques nativos, que son altamente inflamables. Entonces se enciende el fuego como revancha y éste una vez que comenzó, nunca se sabe dónde termina”, comentó.
Consultado sobre esta idea del imaginario popular que afirma que los bosques son quemados con el fin de poder luego disponer de la tierra para su comercialización, Ezcurra distinguió entre las tierras que son parte de los parques nacionales y aquellas que son privadas.
“Todas las tierras que se encuentran dentro de los Parques Nacionales están protegidas y no se pueden vender bajo ningún concepto. Es decir que si se quema un bosque allí queda el territorio dañado”, dijo.
Y continuó: “Ahora bien, puede haber casos de propiedad privada en los que la presencia de bosques obstaculicen la construcción y se prenda un fuego intencional, pero son casos excepcionales”.
La temporada de riesgo forestal comienza a principios del verano, cuando por las altas temperaturas y dependiendo del ciclo de lluvias, los restos forestales que se acumulan en los bosques entran en riesgo de combustión.
En este contexto, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable lanzó la campaña “Bosques sin Fuego” que busca “concientizar y controlar las buenas prácticas en relación con la prevención de incendio a los visitantes de los parques nacionales”.
En ese marco se puso en marcha el plan nacional de manejo del fuego, mediante la incorporación de dos helicópteros y la adquisición de 1.000 toneladas de un químico en polvo retardante de fuego.
Los helicópteros tienen una capacidad de carga de 1.300 litros de agua cada uno y de traslado de hasta 12 personas.
Además, desde el ministerio instaron a hacer fuego sólo en los fogones habilitados, que serán señalizados con cartelería específica.