“Una cosa es el uso excesivo y otra cosa una adicción, me parece que llevar la calma es importante” “Una cosa es el uso excesivo y otra cosa una adicción, me parece que llevar la calma es importante”
Además, el equipo médico que lo atendía informó que presentaba alteraciones en el desempeño de las actividades básicas de la vida diaria, en la toma del tratamiento prescrito en el hospital de día y en el ritmo de sueño. Sus padres confirmaron que llegaba a jugar entre 18 y 20 horas al día, con una dedicación casi exclusiva.
“Si hablamos de una adicción, hablamos de una inundación de un neurotransmisor que se llama dopamina que hace que el organismo sienta muchísimo placer. Obviamente, por cuestión biológica, queremos recibir más y más placer y repetimos esa conducta. Se genera una adicción cuando perdemos el control de controlarla, precisamente”, explicó Suárez Ordoñez.
¿A qué indicadores deben estar atentos padres y tutores?
La especialista destacó el rol de acompañamiento que padres y tutores deben hacer con los menores. En ese sentido, aseguró que “no se trata de decir que no lo haga, sino de generar hábitos”.
Suárez Ordoñez puso el acento especialmente en estas prácticas. Cuando los chicos y adolescentes optan por quedarse jugando en vez de asistir a reuniones sociales, cuando dejan de comer a la hora establecida o incluso descuidan su higiene personal y su cuidado, es necesario encender las alarmas. “Cuando los hábitos cotidianos empiezan a cambiar y a ser sustituidos por el videojuego hay que empezar a verlo de otra manera”, resumió.
También recomendó estar alerta con las excusas. “No son a propósito, no lo hacen con maldad sino que es parte de la propia adicción y el adulto tiene que funcionar como un gran regulador. Marcar que es hasta acá y al niño o adolescente no le queda otra que hacer las cosas que hacía habitualmente, llamar a un amigo, ir a ducharse, comer en familia. Las rutinas saludables se deben mantener, no digo que los videojuegos no lo sean pero nunca en exceso”, amplió.
Otro gran indicador es cuando los menores comienzan a estar irascibles. “Si cuando no está jugando, está agresivo, ahí ya hablamos de una dependencia. El organismo necesita el videojuego para sentirse bien y estar calmado”, sostuvo la especialista.
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Por último, nombró también a las excusas y los comportamientos extorsivos. Generalmente los chicos suelen apelar a la manipulación con los padres y tutores. “Justo estoy jugando la final, si lo apago ahora pierdo los puntos, la moneditas. Muchas veces uno lo deja porque le da lástima, porque pierde la copa. Si esto ya pasó cinco días seguidos hay que encender las alarmas”, resaltó.
Al respecto, también aseguró que no hay que perder de vista los intentos “de canjes”. “Yo juego una hora más, te lavo los platos, por ejemplo. La negociación es clave en los adolescentes”.
Sin embargo, Suárez Ordoñez también reconoció que hay muchas veces que el adulto se encuentra cansado o con problemas ajenos a la realidad familiar y termina accediendo a muchos de estos requerimientos. “No pasa nada, el tema es que no sea recurrente o se mantenga en el tiempo sostenidamente”, aclaró.
Fortnite y la construcción de una realidad paralela
Como era de esperarse, las miradas recayeron en Fortnite, el juego que provocó la adicción del menor. Sin embargo, especialistas de todo el mundo advierten que no es cuestión de estigmatizar y que no es el único videojuego que podría generar este tipo de comportamiento.
Tras un boom en 2018, este título busca que los usuarios se enfrenten de manera online usando personajes caricaturescos. Actualmente se sabe que más de 350 millones de personas tuvieron una cuenta en Fortnite, lo que implica que en algún momento jugaron al videojuego. Aunque Epic, su desarrolladora, no comparte información oficial algunas plataformas de análisis aseguran que los usuarios activos rondan los 15 millones.
Se sabe que más de 350 millones de personas tuvieron una cuenta en Fortnite, lo que implica que en algún momento jugaron al videojuego Se sabe que más de 350 millones de personas tuvieron una cuenta en Fortnite, lo que implica que en algún momento jugaron al videojuego
En un principio muchos apuntaban a que con el tiempo pasaría de moda, pero se fue reinventando y todo parece indicar que no desaparecerá pronto. Respecto a la edad media de los jugadores que, día sí y día también, construyen barreras defensivas y disparan a los rivales mientras van disfrazados con la última 'skin' de moda, tampoco hay datos actuales. Sin embargo, se sabe que los más chicos y los adolescentes son el target apuntado por la industria.
Suárez Ordoñez señaló que muchas veces, y más en tiempos pandémicos, los adultos tienden a creer que los videojuegos son una manera de que chicos y adolescentes se comuniquen con sus pares. Sin embargo, no es tan así.
“Uno piensa que es una forma de estar con sus amigos, pero ojo porque es una falsa realidad también. El Fortnite es adictivo porque es una sensación de falso poderío, en los videojuegos uno es otra persona, no uno mismo”, subrayó.
En ese sentido, sugirió proponerles alternativas a los menores. “Pueden hacer una videollamada, hablar con un amigo, salir a dar una vuelta respetando las distancia. Son cosas distintas y uno se relaciona de formas distintas”, especificó.
¿Cuándo recurrir a un especialista?
La adicción a Internet fue propuesta como "trastorno del comportamiento" en 1995 y en 2010 fue definida como “la pérdida de control que genera la aparición de conductas adversas”. La OMS también incluyó en 2018 el trastorno por videojuego entre las enfermedades mentales. Es decir, que son patologías dentro de todo nuevas y que vienen aparejadas a las nuevas tecnologías.
Al respecto, la psicóloga especializada en salud digital explicó que el límite es cuando “la palabra adulta ya no vale”. “Ahí esto ya se me está yendo de las manos. Cuando hay una negociación constante con el adolescente, este hace un cambio de conducta radical, ahí es momento de pedir ayuda profesional”, describió.
En un principio la problemática puede ser abordada por un psicólogo, ya que se trata de problemas de conducta, y en el caso de que esta vaya escalando de niveles abordarla de manera interdisciplinaria con un equipo de profesionales especializados en este campo.
Lo más probable es que los chicos o adolescentes que juegan tengan o hayan tenido alguna de estas conductas en algún momento. Esto no significa que vayan a volverse adictos o a tener un consumo problemático. Lo que la noticia del “primer caso clínico” evidenció es la importancia de contar con la mayor información posible para poder, en el caso de ser necesario, actuar a tiempo y acompañarlos de la mejor forma posible.