La mayor epidemia de heroína y opioides con receta que sacude a Estados Unidos llevó al presidente Donald Trump a anunciar el jueves una "campaña masiva de anuncios", como parte de la respuesta de su gobierno, pero ningún especialista asegura que resulte exitosa.
La peor crisis de drogadicción en la historia de ese país encierra una intriga acerca de cómo combatirla. Campañas similares en el pasado no han tenido mucho resultado y los expertos dicen que otras medidas quizá puedan resultar más efectivas.
Trump declaró las sobredosis de opioides una emergencia nacional de salud pública y mencionó pasos para combatir la adicción de heroína y analgésicos, sustancias que matan entre 100 y 140 personas diariamente en Estados Unidos.
Enfatizó especialmente una campaña de anuncios para desalentar a los jóvenes del uso de drogas, diciendo: "Ellos van a ver la devastación y la ruina que causan".
"Pienso que va a terminar siendo lo más importante", dijo Trump en un discurso en la Casa Blanca. "Anuncios muy duros, grandes, para poder llegar a las personas antes de que comiencen (a drogarse)".
Pero evaluaciones gubernamentales y académicas de campañas similares han mostrado reiteradamente pobres resultados.
Entre 1998 y el 2004 el gobierno federal se gastó casi 1.000 millones de dólares en una campaña nacional para desalentar el uso de drogas ilegales entre los jóvenes, especialmente la marihuana.
Un estudio en el 2008 financiado por los Institutos Nacionales de Salud concluyó que la campaña "no tuvo efectos favorables en la conducta de los jóvenes" y pudiera haber incitado a algunos a experimentar con drogas, el llamado "efecto boomerang".
Más recientemente, las campañas antidrogas han cambiado su enfoque, concentrándose en el deseo de los adolescentes de independencia y autocontrol, en lugar de temor a las drogas. Un estudio en el 2011 de la campaña "Por encima de las influencias" concluyó que los alumnos de octavo grado que la habían visto eran ligeramente menos propensos a probar marihuana que los que no la vieron.
Otras campañas de prevención en los años de 1980 y los 1990 tampoco tuvieron resultados buenos en revisiones científicas.
Una revisión en el 2009 de 20 estudios de programas D.A.R.E. basados en las escuelas mostró que los estudiantes que recibieron el entrenamiento tenían la misma propensión a probar drogas que quienes no lo hicieron. El programa, creado a inicios de los ochenta, envió a policías locales a las escuelas a hablar de los peligros de drogarse.
"La evidencia indica claramente que los programas D.A.R.E., las campañas basadas en miedo y las campañas «di que no» de los 80 no tuvieron beneficio alguno", dijo Keith Humphreys, psiquiatra de la Universidad Stanford, asesor de políticas antidrogas durante la presidencia de Barack Obama.
casa blanca. El presidente Trump el jueves al lanzar la campaña.