El presidente de Sri Lanka, Gotabaya Rajapaksa, renunció luego de que cientos de manifestantes irrumpieron en la residencia y el despacho del mandatario para desahogar su furia contra la peor crisis económica de la nación. Los manifestantes también asaltaron la residencia privada del primer ministro y la incendiaron. Varios errores económicos del ya ex presidente explican la crisis de la isla de 22 millones de habitantes. Entre ellos, el uso obligatorio de métodos “orgánicos” de agricultura, que hundieron al país en una aguda escasez de arroz, el alimento básico de la dieta de los isleños.
Después de meses de protestas desatadas por la peor crisis económica desde su independencia, la revolución de Sri Lanka asestó su golpe definitivo al gobierno. Mientras el presidente Gotabaya Rajapaksa se veía obligado a huir cuando la multitud asaltaba su palacio en Colombo, el primer ministro, Ranil Wickremesinghe, se mostraba dispuesto a dimitir para dejar paso a un gobierno de unidad con los partidos de la oposición, que le exige su marcha. Enclavada en el Océano Indico, esta isla de 22 millones de habitantes vive desde la primavera boreal uno de los peores momentos de su historia por una absoluta falta de divisas extranjeras que le impide abastecerse de gasolina, alimentos y medicinas.
El presidente del Parlamento, Mahinda Yapa Abeywardena, dijo en una declaración televisada que él informó a Rajapaksa de una decisión tomada por los líderes de los bloques parlamentarios de pedir su renuncia, y que él accedió. Sin embargo, Rajapaksa continuará en la presidencia hasta el miércoles para asegurar una transferencia del poder sin sobresaltos, añadió Abeywardena. Horas antes, el primer ministro Wickremesinghe también había accedido a dimitir después de que los líderes de los partidos en el Parlamento le exigieran a él y al asediado presidente que abandonaran sus cargos.
En la mayor protesta hasta la fecha en Sri Lanka, miles de personas rompieron barricadas y entraron en la residencia del presidente Rajapaksa y su oficina cercana. No estaba claro si Rajapaksa se encontraba en su residencia de Colombo cuando la muchedumbre la tomó por asalto. Imágenes en redes sociales y medios de comunicación mostraban manifestantes bañándose en la piscina de la residencia. Algunos se acostaron en las camas, mientras otros se prepararon té y lo bebieron. Algunos hicieron “declaraciones’’ desde una sala de conferencias, afirmando que Rajapaksa y Wickremesinghe debían abandonar sus cargos de inmediato.
Los partidos de oposición en el Parlamento analizaban la formación de un nuevo gobierno. Rajapaksa nombró a Wickremesinghe como primer ministro en mayo con la esperanza de que el político de carrera usara su diplomacia y contactos para resucitar una economía colapsada, pero la paciencia de la gente se agotó cuando la escasez de combustible, medicamentos y gas para cocinar aumentó y las reservas de petróleo se agotaron. Muchos manifestantes acusan a Wickremesinghe de tratar de salvar a Rajapaksa, cuando todos los demás miembros de su poderosa dinastía política habían renunciado al gabinete.
Los líderes de los partidos políticos en el Parlamento se reunieron y decidieron solicitar la renuncia de Rajapaksa y Wickremesinghe, dijo el legislador opositor Rauff Hakeem en Twitter. Se llegó a un consenso de que el presidente del Parlamento debería asumir el cargo de presidente de manera temporal y trabajar en un gobierno interino.
La economía de Sri Lanka ha colapsado y trata de persistir con ayuda de India y otros países, mientras sus líderes intentan negociar un rescate del Fondo Monetario Internacional. El desastre económico ha provocado grave escasez de artículos esenciales y la gente tiene problemas para conseguir comida, combustible y otros productos básicos.
La crisis ha provocado protestas durante meses, que prácticamente han desmantelado la dinastía política Rajapaksa, que ha gobernado Sri Lanka durante la mayoría de las dos últimas décadas.
El hermano mayor del presidente renunció en mayo a su cargo de primer ministro tras protestas violentas que le hicieron buscar refugio en una base naval. Buena parte de la indignación pública se ha centrado en la familia Rajapaksa, a la que los manifestantes acusan de llevar a Sri Lanka al caos con una mala gestión y masiva corrupción.
Al menos 34 personas, incluidos dos policías, resultaron heridas en escaramuzas cuando los manifestantes intentaban entrar en la residencia presidencial. Dos de los heridos estaban graves, mientras que los demás sufrieron lesiones leves, según el Hospital Nacional de Colombo. Miles de personas habían llegado este sábado a la capital, Colombo, desde los suburbios después de que la policía levantara el toque de queda nocturno.
Los préstamos chinos, un lastre
Sri Lanka se ha endeudado enormemente, en gran parte con China, para compensar años de déficit presupuestario y comercial, señala Asia News. Sin embargo, sus gobiernos han despilfarrado sumas colosales en proyectos de infraestructura imprudentes, que han vaciado aún más las finanzas públicas y han conducido al actual colapso económico. Con la dinastía de los Rajapaksa en el poder, Beijing financió proyectos de infraestructura que a menudo eran innecesarios y caros. El puerto y el aeropuerto del distrito de Hambantota, son los ejemplos más llamativos. China tiene el 10% de la deuda externa de Colombo, al igual que Japón, pero con tasas de interés mucho más altas.
Entre 2010 y 2015 los chinos prestaron 5.000 millones de dólares para financiar una serie de infraestructuras. Los más importantes son el aeropuerto internacional de Mattala y el puerto de Magampura.
Los dos megaproyectos son “elefantes blancos” caros e innecesarios. Se gastaron 209 millones de dólares en el aeropuerto de Mattala. Construido con el objetivo de que aterricen los enormes Airbus A380, es el único gran aeropuerto que ignoran las compañías internacionales. Mattala no logra recuperar sus costos de construcción.
Analistas políticos señalan que “este aeropuerto es una inmersión en el marasmo de la política, la corrupción descarnada y el ansia de China por invertir en enormes proyectos” a lo largo de su Iniciativa Belt and Road, la Ruta de la Seda del siglo XXI.
El caso más grave des el puerto de Magampura, que se considera económicamente insostenible. En 2017, el puerto fue arrendado a China durante 99 años a cambio de no pagar las deudas contraídas con Beijing. Un claro ejemplo de “trampa de la deuda” utilizada por Beijing para hacerse con el control de infraestructuras de la Belt and Road.