Mientras el máximo líder de Naciones Unidas, su secretario general Antonio Guterres, visitaba Kiev, la capital ucraniana sufrió un tremendo bombardeo con misiles pesados rusos. El día anterior, Guterres estuvo en Moscú con el hombre que ordenó el bombardeo, Vladimir Putin. La capital ucraniana no era atacada desde hace casi 15 días. El mensaje del Kremlin fue claro: podemos atacar Kiev cuando queramos y aún cuando esté de visita el líder de la ONU. Pero el ataque es también una demostración involuntaria del nivel de aislamiento internacional creciente en el que se va internando la Rusia de Putin. Guterres remarcó que horas antes había estado en el Kremlin "y ahora estoy bajo las bombas".
Periodistas y camarógrafos observaron un gran edificio civil de departamentos demolido y en llamas en el área bombardeada. “Durante la tarde, el enemigo disparó contra Kiev. Dos ataques sobre el distrito de Chevchenkovsky”, confirmó el alcalde Vitali Klitschko, agregando que “las informaciones en cuanto a las víctimas están siendo esclarecidas”. “Ataques con misiles en el centro de Kiev durante la visita oficial de Antonio Guterres”, criticó en Twitter Mijailo Podoliak, consejero del presidente ucraniano.
Los bombardeos rusos de Kiev durante la visita del secretario general de la ONU, Antonio Guterres, tuvieron por objetivo “humillar” a la organización internacional, afirmó el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, quien se reunió y conversó largamente con el jefe de la ONU. Esos bombardeos “dicen mucho sobre los esfuerzos de los dirigentes rusos para humillar a la ONU y a todo cuanto esta organización representa”, dijo Zelensky en un video en Telegram.
Guterres por su lado comentó: “Ayer estaba sentado en una gran mesa en el Kremlin y hoy hay explosiones encima de mi cabeza”, lamentó. “Es la prueba de que necesitamos una victoria rápida sobre Rusia y que todo el mundo civilizado debe unirse alrededor de Ucrania. Tenemos que actuar de manera rápida. Más armas, más esfuerzos humanitarios, más ayuda”, reclamó el jefe de la administración presidencial de Ucrania, Andrii Iermak.
El ataque con misiles demuestra la fragilidad de las defensas ucranianas, que no pueden garantizar ni siquiera el centro de Kiev. Si bien las defensas ucranianas derriban un porcentaje de los misiles que lanza Rusia, en general desde aviones fuera del espacio aéreo ucraniano, un porcentaje mayoritario alcanza sus objetivos. Iermak pidió privar a Rusia de su derecho de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU. El secretario general de la ONU tiene previsto visitar Bucha e Irpin, en las afueras de Kiev, sitios que se han hecho tristemente famosos por los crímenes de guerra contra la población civil cometidos por los soldados rusos, antes de retirarse de su fallida ofensiva contra Kiev dejando ciudades destruidas y civiles traumatizados. Bucha e Irpin eran tranquilos suburbios de clase media de Kiev hasta que Putin lanzó su violenta invasión el 24 de febrero pasado. Solo en Bucha se hallaron unos 400 civiles asesinados, muchos de ellos con signos de torturas. Ayer los investigadores ucranianos estimaron en 1.150 los civiles asesinados en la periferia norte de Kiev por los soldados rusos.
Guterres admitió el fracaso de la comunidad internacional a la hora de detener la guerra en Ucrania, al tiempo que se comprometió a hacer “todo lo posible” para evacuar a los civiles de una planta industrial de la ciudad ucraniana de Mariupol, donde resisten con éxito los últimos combatientes ucranianos. Guterres alcanzó un principio de acuerdo con Putin sobre la participación de la ONU y el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en la evacuación de la planta siderúrgica de Azvostal en Mariupol, donde permanecen refugiadas unas mil personas junto a unos 2.000 soldados ucranianos.
Según analistas militares del ISW, los defensores de la planta siderúrgica en Mariupol siguen resistiendo a la artillería pesada y a los bombardeos aéreos rusos, incluido el probable uso de bombas "rompebúnkeres" de varias toneladas contra un hospital de campaña ucraniano.