Herida aún por el escándalo de corrupción que tiene a su hijo como protagonista, y por la crisis de credibilidad de su gobierno debido a los financiamientos irregulares de candidatos al Congreso, la presidenta Michelle Bachelet dio un golpe de autoridad y le pidió la renuncia a todos sus ministros. Sorpresivamente y en un formato poco usual en la política chilena, Bachelet, cuyos índices de popularidad rozan los mínimos históricos, realizó su trascendental anuncio en un set de televisión el miércoles, en medio de una entrevista con el popular animador de programas de entretenimiento Don Francisco. “Este es el momento de hacer un cambio de gabinete”, anunció por sorpresa Bachelet, en el programa “Qué le pasa a Chile”, aunque ayer temprano ya había un ratificado: el ministro de Relaciones Exteriores, Heraldo Muñoz, en La Haya defendiendo los argumentos chilenos frente a la Corte Internacional de Justicia ante la demanda marítima de Bolivia, se quedará en el lugar. “Le pedí la renuncia a todos mis ministros. Me tomaré 72 horas para saber quién se queda y quién se va”, dijo Bachelet con la voz entrecortada, tras semanas de tensión por los ecos del escándalo por el millonario negocio de especulación inmobiliaria que concretaron su hijo mayor, Sebastián Dávalos, y su nuera, Natalia Compagnon. El escándalo ha significado un duro golpe para Bachelet, cuya popularidad se derrumbó ayer a un mínimo del 29%, el más bajo de sus periodos de gobierno, y una desaprobación que llegó a un récord de un 56%.
Drástica medida. En este escenario, Bachelet dio muestras de autoridad al exigir la renuncia de sus ministros, en un intento por volver a encauzar a su gobierno. “Es una señal de autoridad, un golpe de efecto”, dijo Fernando Rosenblatt, doctor en ciencias políticas y profesor de la Universidad Católica de Chile. “Lo que está realizando la presidenta es un golpe de timón que puede tener efectos significativos en la composición de su gabinete”, dijo por su lado el politólogo de la Universidad Diego Portales, Mauricio Morales. La medida es drástica porque se da por casi segura la remoción del ministro del Interior y jefe del gabinete de Bachelet, Rodrigo Peñailillo, a quien se considerada como el “hijo político” de la mandataria. “Lo que hará la presidenta es una cirugía mayor dentro de su gabinete, sacando a su ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, algo que era casi impensado, y eso va a implicar un cambio muy profundo”, agregó Morales.
Peñailillo quedó en el ojo del huracán tras revelarse que está involucrado en un caso de financiamiento irregular de la actividad política, que involucra hasta ahora a decenas de políticos de oposición y de gobierno, a través del uso de boletas por servicios no prestados a grandes conglomerados económicos, como el grupo Penta y la minera Soquimich.
El caso, que mantiene bajo arresto domiciliario a los dos controlares de Penta y al ex gerente general de Soquimich, agudizó la crisis de desconfianza política que vive Chile, considerado hasta ahora uno de los países más transparentes de América latina.
Jóvenes o la vieja guardia. Bachelet confirmó ayer en su cargo al canciller Heraldo Muñoz, acallando las críticas por la inconveniencia de dejar en el limbo al diplomático mientras se desarrollan en la Corte de Justicia de La Haya los alegatos por la demanda marítima planteada por Bolivia. Pero la presidenta no dio señales sobre qué pasará con el resto de su gabinete. Para la renovación, la mandataria podría recurrir a políticos experimentados de su coalición o dar paso a caras nuevas. “La presidenta hoy día tiene dos alternativas: recurrir a la antigua guardia de la Concertación (la coalición gobernante), o asumir una estrategia distinta llamando al gabinete a gente con menos experiencia política pero que tenga la hoja de vida limpia”, consideró el analista político chileno Mauricio Morales.
Tanto Bachelet como la presidenta de Brasil Dilma Rousseff han enfrentado drásticos cambios de gabinete, 10 ministros de Rousseff renunciaron en noviembre en medio de escándalos de corrupción.
Mientras tanto, su aprobación alcanzó en abril el peor registro histórico al caer a un 29%, afectada por escándalos, mostró ayer una encuesta privada. En su tercera medición al gobierno que encabeza Bachelet, el Centro de Estudios Públicos (CEP) explicó que el apoyo retrocedió nueve puntos respecto al sondeo efectuado en noviembre. La desaprobación a la mandataria socialista fue de un 56%, lo que representó un alza de 13 puntos. En la víspera, la encuestadora privada Adimark dijo que la desaprobación a Bachelet alcanzó su máximo histórico del 64% en abril.