Rosario es un semillero de bibliotecas populares. Todos los barrios tienen las suyas y cada una guarda su impronta. Algunas son centenarias pero también las hay “a estrenar”, como la Biblioteca Crucero Ara General Belgrano, el espacio que este sábado se suma a la sección “El tesoro de mi barrio”.
Ubicada en Darragueira 350, La Ara, como la llaman, es una de las creaciones colectivas mas recientes que hace pie en barrio Sarmiento y que, como en la mayoría de los casos, funciona por la tracción de férreas voluntades, como la de Susana Solanes que brindó el garaje de su casa para montar el espacio.
La biblioteca es pequeña, pero abona a un escenario que rinde culto a la memoria. Se ubica frente a la plaza que lleva el nombre cabo principal maquinista Oscar Álvarez, quien fue vecino del barrio y murió en el hundimiento del Crucero Ara General Belgrano. Tanto la biblioteca como la plazoleta son lugares de encuentro. En esta última se luce un mural que recuerda que “las Malvinas son Argentinas” y una placa en homenaje al soldado caído.
Por la memoria
En diálogo con La Capital, Susana cuenta que la biblioteca que preside nació por la iniciativa de la comunidad y el interés de contar con un espacio cultural donde reunirse y realizar actividades. El nombre fue elegido como un homenaje a quien fuera su vecino, ex combatiente de Malvinas.
Como la mayoría de las bibliotecas, La Ara brinda talleres recreativos y facilita bibliografía a los vecinos, pero además cuenta con una característica que la hace diferente: su voluntad de invitar al encuentro y promover la memoria. “Creo que la memoria es fundamental porque es lo que construye el futuro. Hoy se está vaciando de contenido toda discusión, aparecen ideas muy resumidas y opinología, por eso nuestra idea es generar espacios de diálogo sobre todo lo que tenga que ver con la historia y la memoria. Muchos de los actos que hicimos en la plaza tuvieron que ver con eso, y vimos que cuando se interpela a los vecinos ellos responden positivamente, porque hay causas que los conmueven y que no se pierden”, dice Daniel Chávez, uno de sus miembros fundadores. Y con ello confirma que las bibliotecas populares no solo son lugares donde se despliegan actividades educativas, sino que en ellas también se propician debates y se define una postura.
La biblioteca recibe visitantes de distintas edades, porque sus miembros lograron que en ella no solo se consulte bibliografía sino que también se aborden distintas problemáticas barriales. “Consideramos de capital importancia fortalecer la memoria y transmitirla a niños y adolescentes. Por eso —dice Susana— el abordaje de la soberanía argentina sobre las islas y el carácter bicontinental de nuestro país, la defensa del patrimonio marítimo y económico de la zona de Malvinas, Islas del Atlántico Sur y la Antártida, son nuestros principales objetivos”.
En La Ara se le da especial importancia a la conmemoración de las efemérides patrias, como el 2 de abril y el 2 de mayo, fecha en la que se recuerda el hundimiento del crucero, y habitualmente se realizan actos populares en la Plaza Cabo Alvarez con gran concurrencia de público. “Esta tarea la hacemos con la finalidad de fortalecer los lazos entre los vecinos, muchos de ellos son personas de edad, que por distintas razones se encuentran solas”, cuenta Susana.
Tesoros y valores
A la hora de hablar de sus tesoros y valores, la vecina de barrio Belgrano vuelve sobre el tema que los convoca. “Tenemos un cuadro donado por el profesor Juan Federico Torres, una bella y dramática representación del crucero en aguas australes. Los visitantes lo elogian y eso nos da pie para hablar del tema relacionado con la soberanía y la memoria”, dice la presidenta y agrega: “El objetivo que nos anima es darle vida al nombre de nuestra biblioteca, contribuyendo a la memoria sobre la gesta de Malvinas, la posibilidad de su recuperación en forma pacífica y el conocimiento de la labor científica y de cooperación con otros países que realizan nuestros compatriotas en la Antártida”.
Biblioteca Popular Crucero Ara General Belgrano
En la charla, no puede eludirse la historia de vida del cabo Alvarez, sobre todo porque muchos tienen presente a su familia. El cabo era un vecino de la calle Uspallata que tenía una pequeña hija de 3 años cuando se produjo el hundimiento del crucero. Su mamá murió pensando que su hijo estaba en poder de los británicos. “Ella nunca pudo resolver la muerte de su hijo, iba a Buenos Aires a pedir información pero no había restos, no había nada, en el Ministerio de Defensa le decían que estaba desaparecido, entonces se aferró a esa idea hasta su muerte. Nunca se hizo nada, fue un crimen de guerra”, dice Susana.
La presidenta también rescata como valores de la biblioteca el apoyo de un grupo de colaboradores, vecinos y amigos que se acercan y se interesan por las actividades que se organizan en el espacio.
Las estanterías de La Ara lucen libros infantiles, de pensamiento nacional, novelas y muchas colecciones de calidad que fueron recibidas como donaciones. Susana destaca también que cuentan con un grupo de profesores que dictan una variedad de talleres, como el literario, de caricaturas, arte infantil, dibujo y pintura. En el momento de la visita, un grupo de vecinos con pincel en mano se concentran en las indicaciones del profesor y artista plástico Juan Torres.
Sobre los desafíos que enfrentan, reconocen que tanto la expansión de las actividades y el reconocimiento de los vecinos como la resolución de la problemática edilicia, son temas que los inquietan. Hasta el presente, los recursos que sostienen el espacio derivan de la cuota de asociados y donaciones de algunas instituciones. “Consideramos que la respuesta es satisfactoria, iniciamos nuestras actividades el año pasado y vemos que día a día vamos sumando voluntades a nuestro proyecto”, concluyen.