“A la familia Cantero la conozco porque son gente del barrio donde me crié toda la vida, pero nunca tuve un trato personal”. Luego de once días de silencio, el policía de la Brigada de Investigaciones Omar Abraham Lescano, acusado de colaborador de la banda de Los Monos, decidió hablar ayer ante el juez que investiga el accionar de bandas narcocriminales. El efectivo, que fue implicado porque le vendió una casa a la familia Cantero, admitió y dio detalles de esa operación que asumió haber concretado por 70 mil pesos. Pero negó que sea suya una voz detectada en conversaciones telefónicas con Ramón “Monchi” Machuca, encumbrado miembro del clan.
Lescano es el sexto uniformado en ser detenido en la causa que sigue adelante el juez de Instrucción Juan Carlos Vienna a partir del crimen de Martín “Fantasma” Paz. Fue apresado a fines de julio, cuando quedó imputado de integrar una asociación ilícita y ejercer tráfico de influencias por su función policial. En la primera indagatoria se abstuvo de declarar.
Su abogado, Carlos Racamato, anunció entonces que pediría la nulidad de ese acto procesal porque a su cliente no le mostraron las pruebas que lo incriminaban. En respuesta al planteo, la evidencia le fue exhibida ayer al policía, que esta vez sí aceptó dar su testimonio. Además del defensor, de la medida también participó la fiscal Adriana Camporini.
“Conozco a Monchi Cantero, Guille Cantero y Pájaro Cantero. Son gente del barrio donde yo me crié”, reconoció ante el juez Lescano, en referencia a tres hermanos de la familia a la que se asigna el liderazgo de la banda de Los Monos. Rápidamente aclaró que los conocía de verlos pasar en moto o en auto por el barrio y remarcó que nunca mantuvo un trato personal como vecino, ni vio “algo ilícito” o tuvo que intervenir contra ellos como policía. “Era sólo hola y chau”, explicó.
La casa. El primer elemento que ligó a Lescano con la familia Cantero fue la venta de una propiedad del barrio La Granada. Lescano no negó haber realizado esa operación, aunque adujo no haber sabido en ese momento quién era la persona que le compró la casa. Contó que puso en venta una vivienda de su familia —que no estaba a su nombre— de Kantuta al 1700, donde él había vivido y ubicada a cuatro cuadras del principal domicilio de los Cantero.
El efectivo contó que luego de formar pareja, cuando su mujer estaba embarazada, decidieron mudarse a otro barrio porque no querían que el chico creciera allí. Por eso puso la propiedad en venta, colgó un cartel e hizo circular el dato a través de comerciantes del barrio. Entonces, dijo, apareció una mujer que él no conocía y le preguntó por la vivienda. El pidió 75 mil pesos. Ella ofreció 70 mil. El policía completó un boleto de compra venta y al día siguiente recibió el efectivo, en billetes de 50 y 100 pesos. No se hizo escritura.
El nombre de la compradora que consta en el boleto es el de Celestina Contrera, la madre del asesinado líder del clan, Claudio “Pájaro” Cantero. Sin embargo, Lescano aseguró que recién se supo quién era la mujer cuando un vecino se lo comentó al mudarse.
La escucha. Otro elemento sensible que incrimina al policía, tal como se lo hicieron saber ayer en el juzgado, es una escucha telefónica. Se trata de una conversación captada del teléfono de Ramón “Monchi” Machuca, hermano de crianza de los Cantero.
Según explicó una fuente de la causa, en mayo pasado Monchi recibió una llamada entrante y se refirió a su interlocutor como “Abraham”. Y le preguntó si había participado en un operativo reciente en la zona norte. “¿Fue la brigada de ustedes?”, preguntó Machuca en ese diálogo grabado.
Ayer a Lescano le leyeron la desgrabación de la escucha, ya que no se pudo reproducir el audio. El negó haber realizado ese llamado. Pidió que periten su celular, que está secuestrado. Y aclaró que al producise la charla él no reportaba en Investigaciones sino en la comisaría 22ª de Pérez.
Remarcó que a él no lo llaman por ese nombre sino por su apellido o por los sobrenombres de “Lesca” o “Lescanito”. Y deslizó que trabajan otros policías de nombre Abraham en la Jefatura.
Una vez terminado el interrogatorio, el defensor Racamato planteó que pedirá una libertad morigerada de su cliente al entender que en nada obstaculizaría la investigación si permaneciera en libertad. Y adelantó que, en breve, pedirá que le dicten la falta de mérito ante “la falta de elementos incriminantes” en su contra.