"Lo único que te puedo decir es que a mi mamá me la mataron mal". Osvaldo tiene
40 años y es uno de los tres hijos de María Simona Benegas, quien murió el martes pasado al quedar
en medio de una balacera en barrio Tablada. La Gringa, como conocían en el barrio a esa mujer de 78
años, estaba sentada en la puerta de su casa de 24 de Septiembre 90 a la hora de la siesta junto a
dos de sus nietos cuando recibió tres balazos, uno de ellos en la cabeza. "Nosotros no sabemos nada
porque no estábamos. En el barrio se dicen muchas cosas, pero nosotros no vimos nada", indicó
Osvaldo. Además hubo otra mujer, de 58 años, herida por los tiros. Por el crimen hubo cuatro
detenidos que recuperaron la libertad con el correr de las horas.
Hombres en motos empuñando armas de gruesos calibre y
disparando a lo loco. De eso es lo que hablaban todavía ayer los vecinos que habitan calle 24 de
Septiembre, desde Esmeralda hasta Necochea. "Mi mamá no tuvo tiempo a nada. Así como estaba sentada
quedó. Era habitual que ella se sentara en la vereda a tomar fresco. En ese momento estaba con dos
de sus nietos. Uno de ellos tiene 2 años. Imaginate si una bala le pegaba en la cabeza al nene",
explicó Osvaldo, quien trabaja como empleado municipal. "Sobre cómo pasaron las cosas no te puedo
decir porque cuando llegué a mi mamá ya la habían llevado al Heca. Se habla mucho, pero nosotros no
vimos nada", repitió.
Benegas fue herida pasadas las 15.30 del martes 30 de
diciembre cuando estaba sentada frente a su vivienda, ubicada a unos 30 metros de la esquina de 24
de Septiembre y Necochea. En un móvil policial la llevaron desde la puerta de su casa, donde ayer
todavía se observaban manchas de su sangre, hasta el Heca. Pero falleció pasadas las 21. "Tenía
impactos de bala de los dos lados. Además del disparo en la cabeza que la mató, tenía un balazo en
el brazo izquierdo y otro en la pierna derecha", contó su hijo. Y explicó: "A mi mamá no le dieron
tiempo a nada. Es mentira que ella quiso cubrir a su nieto (de 26 años y a quien presumiblemente le
dispararon). No tuvo tiempo a nada". La mujer era viuda y nativa de la zona. "Siempre vivimos en el
barrio pero por calle Biedma. Acá vivía desde hace cinco o seis años", recordó.
Bandas antagónicas. Fuentes policiales y vecinos de la cuadra coincidieron en que
lo ocurrido el martes fue otro episodio de la guerra entre bandas antagónicas que pelean por el
control de la calle. Tras el crimen a balazos el 15 de septiembre pasado de Paulo Pichi Acosta
ocurrido en Medici y Lola Mora, La Capital caminó por la zona y habló con los que allí
viven.
Los vecinos aseguran que sólo quieren volver a sentarse en
la vereda para tomar unos mates o una gaseosa e ir a trabajar tranquilos. Explican que sienten
miedo y cuentan con sus palabras la existencia de un círculo vicioso que les impide confiar en la
policía y en la Justicia. Que se sienten rehenes de la peleas de pibes que disparan a lo loco.
En esa lucha distinguen claramente dos enfrentamientos.
Uno, por la venta de drogas —cocaína, marihuana y pastillas, fundamentalmente— que
dirimen la banda de Biedma con la de Grandoli. El otro, una serie de venganzas que se inició por el
asesinato a puntazos de Angel Ramírez, la madrugada del domingo 28 de noviembre de 2004 en Rioja y
Corrientes. Y la balacera del martes último tendría que ver, según confiaron los investigadores,
con esta última disputa.
Dónde comenzó la persecución a tiro limpio es aún una
incógnita. Lo que quedó claro es que tuvo su punto de máxima tensión en las dos cuadras que van por
24 de Septiembre desde Esmeralda hasta Necochea.
Los tiros previos. La primera vivienda que sufrió el intercambio de disparos fue
la de Carlos, un estibador de 56 años que vive en el 67 bis de 24 de Septiembre. Las balas
ingresaron por la ventana de la habitación de su hijo Juan Pablo, de 20 años, quien padece una
discapacidad motriz que lo obliga a movilizarse en sillas de ruedas. Un proyectil perforó la
abertura de aluminio y se incrustó a unos 60 centímetros de donde el joven dormía la siesta junto a
María Esther, su madre de 58 años. "Mi esposa escuchó una ráfaga y se levantó. Fue justo cuando la
bala pegó contra la ventana y el vidrio estalló hiriéndole la cara del lado izquierdo", relató
Carlos. Sus vecinos fueron más allá: "Acá hubo una metra (por ametralladora) y mucha 9 milímetros",
recalcaron.
Después llegó el crimen de la Gringa Benegas. Y por ese
hecho los efectivos de la Inspección de Zona 3ª detuvieron a cuatro personas y secuestraron un arma
de fuego y dos motos: una Honda 250 color rojo —con dos balazos en su cuadro— y una
Yamaha Crypton azul. Entre los detenidos resonaron nombres como los de Ariel Daniel T., de 16 años,
apodado Pichicuita y apuntado en el homicidio de Paulo Acosta, ocurrido en septiembre pasado.
También estaba Milton D., de 19 años, quien sólo durante 2007 fue baleado en al menos dos
oportunidades. Los investigadores indicaron que Milton está enfrentado con Joel S., de su misma
edad, quien estuvo preso acusado de haberle disparado siete tiros el 4 de enero de 2008 en el cruce
de Chacabuco y Garibaldi.