En dos días vi y leí, dos descalificaciones del Papa Francisco en Facebook. En una aparecía un sacerdote, todo de blanco, con cabeza de lobo, y debajo de él, como una plaza llena de ovejas. Lo escrito, se lo imaginan. Al día siguiente, unos señores, en el mismo espacio, descalificando a Francisco. Francisco, en primer lugar, es un ser que actúa hoy como Papa, como fue siempre su vida, humildad, hacer el bien, la no violencia. Sus actitudes desde que fue elegido Papa, son un reflejo de lo que hizo toda su vida. Llegó al Vaticano, en vez de ir a Palacio, se fue a vivir modestamente sin los oropeles que da el poder. No quiso tener un súper auto, se quedó con uno modesto. Sigue una de las tantas reglas morales de la verdadera humanidad, predica con el ejemplo. Ya nos olvidamos, pero el verdadero maestro es más efectivo con el ejemplo que con palabras, por más sabias que sean. En su viaje a Estados Unidos, hizo y habló como lo hace habitualmente: "Les hablo como hijo de inmigrantes, como muchos de ustedes que son descendientes de inmigrantes". Creo que hablar de la deforestación, valores morales, sociedad de consumo, del hambre o hablar del medio ambiente, de la contaminación, del petróleo. Cuando dice: "El mundo parece que se ha convertido en un gran shopping, donde la cultura ha adquirido una dinámica competitiva". "Lo importante hoy lo determina el consumo. Consumir relaciones, consumir amistades, consumir religiones, consumir, consumir… Así vamos los seres humanos en la propuesta que ofrece esta sociedad contemporánea. Una soledad con miedo al compromiso en una búsqueda desenfrenada por sentirse reconocido". Pienso que Francisco, todos los temas que trata son verdades, pero duele a mucha gente. Hoy hablamos sobre la deforestación, el aire contaminado, los ríos envenenados, los pocos dueños del mundo que para ganar mucho dinero están destruyendo el planeta, pero nuestra opinión les da risa a los poderosos de siempre. La palabra y el ejemplo de un ser providencial, un hombre de Dios, hace temblar a los intocables dueños del mundo. Las palabras de los pueblos, por regla general, no le interesan al poder verdadero. Nosotros votamos, elegimos, y los que son elegidos se creen que son dueños de vidas y haciendas, se han transformado en personas dueñas de los seres que debían cuidar y proteger. Parece mentira, pero aparece un ser iluminado como Francisco y hace temblar a todo un sistema mundial. Con razón, empiezan a aparecer los lacayos pagados por el imperio del "señor dinero". Mucha gente queda al descubierto, hay exagerados desarreglos en este planeta, Francisco los pone a la luz del sol y de la opinión pública. Los pedófilos, en vez de cambiar de catedral van a la cárcel. Bendito Francisco, que Dios y los seres de buena voluntad te protejan. Amén.