Habla con una fluidez infrecuente en el mundo del boxeo. Es uno de los rasgos de que Piero Carloni pertenece a una clase social diferente a la de la mayoría de los boxeadores. Por lo demás, tiene el esfuerzo y la dedicación de cualquiera, aunque otro hecho lo distingue. Es el único rosarino que integró Los Cóndores, el seleccionado argentino que participó hasta hace unos días en la Serie Mundial de Boxeo (WSB), torneo semiprofesional por equipos que organiza la Asociación Internacional de Boxeo (Aiba). “Siempre dije que quería ser alguien en el boxeo amateur y ahora lo estoy cumpliendo”, señala el joven, que a los 21 años se propone adquirir experiencia antes de incursionar en el profesionalismo.
Lo habitual es que los boxeadores provengan de familias de escasos recursos, con estudios mínimos. Carloni contrasta con eso. “Mi familia es de clase media y tanto mis hermanos (tres mujeres y un varón) como yo estudiamos. Sé que los boxeadores son de clase baja. Pero en el gimnasio somos todos iguales, compañeros, y cada uno busca rendir lo mejor”, señala.
“En el boxeo recreativo ya no es tan marcada esa diferencia de clase. Lo practican personas de todas las edades. Aunque sí se mantiene en los gimnasios específicos de boxeo”, agrega Carloni, cuyo inicio en el pugilismo fue los 14 años.
“Mi comienzo fue medio extraño. Jugaba al fútbol y se me dio por empezar porque mi vecino (Marcelo Botta) era entrenador de boxeo y conocido de la familia. Aparte necesitaba ejercitarme por un tema de salud. Así me fui metiendo y dándome cuenta de que me gustaba”, relata Carloni, que reparte sus entrenamientos entre el gimnasio Equilátero y el del Sindicato de la Asociación Empleados de Comercio.
“Al principio, para mi familia fue muy duro aceptar lo que hacía, sobre todo para mi mamá que yo volviera golpeado a casa. Ella es la que más lo siente, aunque ahora me apoya más, pese a que no va a las peleas ni ve los videos. En cuanto a mi viejo, siempre me dio luz verde para que siguiera”, cuenta.
Convocado a la selección argentina en 2013, la “primera experiencia internacional fue en República Dominicana, en septiembre del año pasado”. Si bien perdió sus dos peleas, asegura que lo vivido le sirvió.
El debut del rosarino en la WSB se dio en marzo pasado, en Puerto Rico. Su participación, en uno de los cinco combates ante los anfitriones, no fue uno más. “Fui el único del equipo que gané, fue una experiencia maravillosa. Desde el primer momento sentí la adrenalina y los nervios que provoca una pelea internacional”, dice Carloni, ganador por puntos ante Garibaldy Gómez.
El otro combate que tuvo que dar fue con la balanza. “Todas las peleas que había hecho fueron en 60 kg y en Puerto Rico lo hice en hasta 56 kg. Costó mucho la preparación para bajar esos kilos. En los entrenamientos me sentía débil, mareado, a veces con nauseas”, relata.
“Ahora está la chance de pelear en Tijuana por un lugar en los Juegos Panamericanos de Toronto. Tengo dos semanas de prácticas en Rosario con mi entrenador y mi preparador físico (Fernando Nicosia). Y las otras dos me voy a intensificar el trabajo a Buenos Aires con el cuerpo técnico de la selección”, cuenta Carloni, cuyo currículum es de 36 triunfos y 4 derrotas.
Sus estadías se reparten un mes en su ciudad natal y otra en Buenos Aires, en el Centro Nacional de Alto Rendimiento (Cenard), donde entrena y también vive en el hotel que se encuentra en ese lugar. “Cuesta adaptarse y compartir una habitación con gente desconocida. Pero lo hacés porque permanecer allá significa que estás en otro nivel”, subraya.
“Siempre dije que quería ser alguien en el boxeo amateur y ahora lo estoy cumpliendo, yendo a torneos importantes para un aficionado. Después, la idea es hacerme profesional en uno o dos años, cuando junte experiencia. En ese momento pasará a ser importante la cuestión económica y pelear en el exterior”.