De esto no se habla, después de tantos años sin tren de Retiro a Rosario y luego de rimbombantes anuncios, el tren de origen chino volvió a jugarle una mala pasada al ministro Randazzo, devenido en promotor de venta de fierros obsoletos para el Estado. A los cuarenta minutos de haber salido el 19 de abril, a las 16, el servicio quedó varado en el empalme Coghlan. No digo que tengamos el "supermisil" de los japoneses, que llegó a los 608 kilómetros por hora, que tardaría cuatro días en dar la vuelta al planeta, tengamos en cuenta que estamos en la Argentina. Los trenes salen pero nunca vuelven por las suyas y todo el trámite para hacer 300 kilómetros les lleva a los presuntos pasajeros un par de días. Sin tener en cuenta el lío que se genera para sacar pasajes y demás incomodidades de un viaje a los que estén dispuestos a disfrutar de las maravillas que anuncian estos retrógrados incapaces. Hay que cambiar las vías, consolidar los terraplenes, los circuitos de cien años, y a todo el personal ablación de cerebro, nunca habrá nada eficiente en la Argentina mientras las mañas sean las mismas, son negocios para unos pocos, no es el bienestar de los muchos lo que les preocupa a los políticos, son como los pájaros sanateros. Una verdadera vergüenza.